Micromentarios | Un amor llegado del cielo

“Ven a mí, amor mío, en las alas de la luz...”

10/01/23.- En una larga entrevista concedida a mediados de 1948 a una revista alemana, el entonces ya famoso tenor Lauritz Melchior, especializado en representar algunos personajes de las obras de su compatriota, el compositor Richard Wagner, contó cómo conoció a su esposa.

El primer encuentro entre ambos se produjo cierto día en que Melchior, siendo un joven estudiante de música en la ciudad de Múnich, se hallaba en el jardín de la casa de huéspedes donde residía. Entonces, ya formaba parte de un coro operístico con el que realizaba frecuentes presentaciones.

El día en cuestión, cuando repasaba por centésima vez la partitura de la nueva ópera, en la que tomaría parte, extendió los brazos hacia adelante y repitió una línea del libreto que decía textualmente: “Ven a mí, amor mío, en las alas de la luz...”.

En ese momento, Melchior sintió un estremecimiento en el aire y en las ramas de los árboles aledaños, y vio pasar junto a sus brazos extendidos a una figura blanca que cayó varios metros más allá de donde él se encontraba.

Según contó el destacado tenor, al contemplar aquella repentina aparición, le pareció hallarse ante una bella y frágil criatura proveniente del espacio.

Lauritz Melchior corrió hasta la aparición y se encontró ante una muy hermosa mujer de baja estatura, que pugnaba por despojarse de un paracaídas.

La actriz María Hacker filmaba aquel día una escena en paracaídas de una película de aventuras. Y aunque se había lanzado del avión cientos de metros más allá, la brisa la había arrastrado y se había precipitado a tierra, a escasos metros de donde el futuro gran tenor wagneriano extendía sus brazos.

Ese fue el inicio de un formidable y provechoso amor que duró varias décadas, luego de pasar –como en toda película romántica– por el matrimonio.

Para el momento de la entrevista concedida a la revista alemana, Lauritz Melchior y María Hacker llevaban más de treinta años juntos y, por ello, las palabras con las que el recordado tenor concluyó su relato resultan en verdad conmovedoras: "Ella fue la mujer para mí. En ese feliz entonces pensé que el cielo me la había enviado. Y todavía pienso lo mismo".

Armando José Sequera


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