La araña feminista | Africanas, bajo la sombra de la desigualdad

Para la mujer africana hay muchos retos ante el futuro

Bajo la sombra de la desigualdad en África viven y  padecen  pobreza, odios tribales, enfermedades, millones de personas. Hablar de África sigue siendo un tema álgido, que duele en el alma, siglos de explotación y saqueo. A pesar de todo, África está orgullosa de sus raíces y sus culturas. En la expresión artística de los pueblos africanos se  aprecia el valor sagrado de la vida y de la madre tierra.

El colonialismo llegó con la religión,  la Biblia y el fusil y dictaron las normas sobre las relaciones hombre-mujer. El cristianismo trajo la idea de la dominación de la mujer. Las mujeres se redujeron al confinamiento en el espacio privado y como resultado muchas son vulneradas e invisibles para las grandes potencias mundiales, a las cuales solo les  interesa  explotar los inmensos  recursos que tiene el continente.

Según la Organización Internacional del  Trabajo (OIT), para el año 2000 las africanas representaban el 80% de la fuerza humana utilizada en la producción de alimentos. A pesar de todo ese esfuerzo, siempre han sido tratadas como seres de segunda categoría en muchas zonas del continente. Ellas no se amilanan, por el contrario su lucha se intensifica,  buscan derribar las barreras que les imponen los gobiernos, sus religiones y tradiciones.

Las mujeres, sobre todo las del campo, tienen un excesivo trabajo y una precaria  alimentación. Se ocupan de preparar las comidas de su familia, instruyen a sus hijas e hijos sobre las tradiciones, en los casos que sea posible, les enseñan a leer y a escribir. El analfabetismo es uno de los mayores problemas que enfrenta este continente.

En las zonas rurales se levantan muy temprano, cargan agua, cortan leña y caminan  grandes distancias,  en muchas ocasiones  llevan  su bebé a la espalda  para vender los productos de la siembra familiar.

Con altas tasas de fecundidad y elevadas muertes maternas, se  exponen a partos riesgosos y a   abortos clandestinos, con graves secuelas de enfermedades de su aparato genital. Por otra parte, la práctica de la mutilación genital es un ritual que las mortifica y que no desean para sus niñas.  

Esa situación ha influido notablemente en la decisión de emigrar aún a costa de sus vidas, muchas consiguen oportunidades de trabajo como servicio doméstico en los países de la Europa del sur y más allá, así logran salir de la situación de precariedad que tenían.

Para la mujer africana hay muchos retos ante el futuro. No todo es angustia y dolor, también hay realidades alentadoras y metas importantes en las cuales están trabajando organizaciones privadas y organismos internacionales con la colaboración de las propias mujeres africanas. La Comisión de Mujeres, Género y Desarrollo, promovida por la Unión Africana, está incentivando a la participación y empoderamiento de  las mujeres en el ámbito empresarial a través de tareas agrícolas. Hay muchas mujeres trabajando en plantaciones y aprendiendo técnicas ecológicas para obtener una mejor cosecha, e incluso distribuirla en los mercados internacionales.  Ellas aspiran superar  la pobreza extrema, lograr la participación política, la igualdad, vencer la violencia de género, proveerse del conocimiento y participación de los derechos sexuales, reproductivos, y económicos. Todas anhelan superar los conflictos y las guerras, recorrer el  camino de  la esperanza para encontrar la paz verdadera y un  mundo mejor.

 

Carmen Hernández

 


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