Retina | Volver es morir

Ella intuye que volver es morir

Muchos saben que en sus locales venden drogas ilegales. Algunos dicen que parte de
sus negocios es el tráfico de mujeres para la prostitución. Lo saben, no les importa ni
sienten que es un peligro compartir esa información.

Nadie dijo nada cuando en público propinó palizas a su esposa. Callaron cuando él la
obligó a decir que no era una mala mujer delante de los empleados de uno de sus
restaurantes. En silencio permanecieron cuando ella dejó de estar en redes sociales y en
calles de la ciudad.

La madre de ella llegó desde otro país para denunciar la violencia a la que estaba siendo
sometida su hija. Tres veces fue a la policía local, pero allí no hay registro alguno de sus
denuncias. Él se jacta de eso. Cuenta que todos esos policías no van a hacer nada en su
contra porque son sus amigos. En sus restaurantes esos policías comen siempre gratis.
Solo después de que huyó con sus dos descendientes, algunos comenzaron a escribirle
para decir que siempre habían querido apoyarla, pero que no habían podido. Nadie, sin
embargo, acepta brindar testimonio de lo que supo o presenció.

La amistad que se expresaba con alegría por la liberación de la huida duró poco, muy
poco. Aquel hombre tiene dinero, es enfermizamente histriónico y tiene un burdo talento
para la manipulación. Le ayuda mucho el hecho de perpetrar sus crímenes en una
sociedad que es muy patriarcal. Mucho más patriarcal que la venezolana nuestra.
Después de la huida de su víctima, buscó a cada una de las personas con las que
suponía que ella mantenía algún tipo de vínculo. Lloroso les pidió que le ayudaran a
“recuperar su familia”. Sabía que en algunas ocasiones ella había asistido a locales de
prédicas evangélicas. A las personas que la habían llevado hasta esos ritos, él pidió que
le ayudaran a encontrar a Dios.

Desaparecieron los muchos mensajes de aliento para que se mantuviese firme en su
decisión. De pronto comenzaron a recomendarle considerar lo importante que es el
matrimonio y la familia. No faltó quien le aconsejara buscar psiquiatra y mucha gente se
volvió silencio.

Las estadísticas de víctimas de violencia doméstica han crecido a su alrededor. Ella intuye
que volver es morir, hay gente que le dice que él ya cambió, que ahora, que todo el
mundo lo sabe, no podrá hacerle daño y que si quisiera ya la habría dañado donde se

encuentra. Sin percatarse quieren convencerla con un lenguaje que hace evidente que
está bajo amenaza.

Freddy Fernández | @filoyborde

 

 


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