Fisio en acción | La astenia y la fatiga deben diferenciarse
La evaluación médica es muy importante para poder caracterizar los síntomas
15/01/23.- Saludos estimados lectores. Durante la pandemia y luego de ella (solo en algunas ciudades del mundo), la humanidad ha experimentado una serie de síntomas a los cuales debemos estar alerta, uno de ellos es la debilidad generalizada y cansancio extremo, de hecho, se ha reportado que en personas que han padecido coronavirus, esta es una de las secuelas dejadas por el virus.
Los pacientes que han sufrido covid-19 sienten, como lo dije anteriormente, una falta de fuerzas a nivel generalizado, esto se debe a una inflamación que se da en cadena a nivel de los músculos causada por la liberación de unas sustancias llamadas citoquinas, las cuales están implicadas en múltiples manifestaciones de la enfermedad, desde la astenia hasta la falla multiorgánica en aquellas personas con enfermedad grave.
La astenia se manifiesta con falta de fuerzas, sensación generalizada de cansancio, debilidad muscular y lentitud psíquica que puede afectar a todos los grupos etarios y a ambos sexos, aunque es más frecuente en las mujeres. Cabe destacar que es importante diferenciarla de la fatiga, que es la sensación de cansancio o agotamiento que se presenta después de un esfuerzo y desaparece con el descanso.
La evaluación médica es muy importante para poder caracterizar el o los síntomas acompañantes y hacer una historia clínica completa, que releve tanto las enfermedades personales como familiares, las medicaciones que recibe el paciente, el examen físico exhaustivo y de acuerdo a los resultados del mismo decidir la conducta a tomar.
La fatiga es normal que aparezca por exceso de trabajo, falta de sueño, preocupación o aumento del ejercicio físico; en cambio, la astenia es un estado anormal, que se presenta independiente del esfuerzo, y no desaparece con el descanso. Generalmente su máxima intensidad se presenta por la tarde.
Las causas de la astenia más conocidas se dan por algunas infecciones (como hepatitis viral, mononucleosis infecciosa o tuberculosis), embarazo, envejecimiento del cuerpo, sedentarismo, anemia, alteraciones psicógenas (ansiedad, estrés, depresión), trastornos tiroideos, enfermedades reumatológicas y oncológicas y en algunos trastornos neurológicos.
Hasta una próxima entrega de nuestro espacio.
Ydalmis Bravo