Armando José Sequera: un ser hecho de humor, amor y poesía

El autor de "Teresa" fue el escritor homenajeado en la 13ª Feria del Libro de Fundarte

22/08/2022.- Armando tiene un andar de pasos lentos, cuidados por su compañera de vida. Tiene dos gatos y la fuerza de la vida en una disciplina casi férrea para leer y escribir y producir sus casi cien obras bañadas por la crónica, la poesía, el ensayo y la narración, su favorita. Vive en Valencia y estuvo en Caracas como escritor homenajeado en la 13ª la Feria del Libro de Caracas, promovida por Fundarte.

Armando, como le gusta que le digan, es verdaderamente merecedor del trato y respeto que se le debe dar a un maestro. Él es dueño de una espiritualidad envuelta en amor que irradia no solamente a su amada esposa Eli, sino a sus alumnos y alumnas del Diplomado de la Escuela Taller de Narración de Venezuela, Estanave, que auspicia el Centro Nacional del Libro.

Armando hace de su vida una permanente sonrisa con su humor, que no es más que la alegría por la vida y ese amor que profesa. Es muy disciplinado, como todo maestro. Sus seguidores saben de sus deleitables y ricas anécdotas, muchas de las cuales ha volcado en sus obras. Armando se luce por el mundo con los cuentos para niños y niñas, especialmente con el libro de cuentos bautizado con el sencillo nombre de Teresa, en el que ha volcado no solo peripecias de su hija Mariana cuando era pequeña, sino de adultos de cuando fueron niños y niñas, que les han contado ingeniosas historias.

En esta Cita con la Actualidad en la que participaron Mercedes Chacín, Roberto Malaver, Niedlinger Briceño, Bernardo Suárez, María Eugenia Acero y quien escribe, también tuvieron participación virtual, con preguntas, algunos de los diplomantes de Estanave, el taller de cuentos que imparte Armando a través del Centro Nacional del Libro (Cenal). Ellos fueron José Napoleón Hernández, Soriana Durán, Andreína Alcántara y José Luis Vázquez.

Bueno Armando, tú sabes que hice una consulta entre los diplomantes del taller de narrativa en el que estamos participando y José Napoleón quiere saber cómo fueron tus inicios como escritor.
—Eso lo narro en una novela que se llama Por culpa de la poesía. A los 11 años a mí me gustaban tres chicas que estudiaban conmigo –no una, sino tres– y decidí escribirles poemas, yo nunca había escrito poesía ni había escrito nada, pero tenía la intuición de que la poesía puede decir algo más que los acrósticos. Y me puse a preparar unos poemas y le comenté eso a un amigo que me dijo que si me gustaban tres y yo quería tener chance de verdad, debía escribirles poemas a diez. Entonces me pasé varios días mirando a las chicas de los demás salones del colegio (yo estaba en primer año) y veía a las chicas de primero, segundo, tercero y hasta de quinto año y les escribí poemas a diez.

Lo cierto es que escribí el salvaje o, como digo yo, el “selvaje” que yo era, escribí nada menos que 50 poemas para cada una. En principio pensé que podrían ser los mismos poemas, que lo que cambiaba era el color de los ojos, el color de la boca, el cabello y era el mismo poema para todas, solo con cambios en eso, que como no rimaba no había problema. Pero después me di cuenta que algunas eran amigas, y que por lo tanto se comentarían entre ellas lo de los poemas.

Entonces ese tipo salvaje escribió 500 poemas en 15 días. Pero luego ocurrió otra cosa, que yo era tremendamente introvertido y no me atrevía a entregárselos. Y pasé dos meses pensando cómo hacerlo, hasta que un día decidí lo que hoy día sería un delivery express que fue agarrar los poemas, meterlos en el bultico que yo llevaba al colegio y se los entregaba así: “Toma, léete eso” y salía corriendo. De eso se supone que saqué tres novias simultáneas.

Y entonces comencé una cosa –aprovechando que el cafetín de mi liceo era rectangular con varios accesos– yo salía y buscaba a las muchachas, y dejaba a una comiendo de un lado, luego salía y buscaba otra y la dejaba comiendo al otro lado, y después a otra más y la dejaba comiendo por otro lado. Eso lo pude hacer durante cinco días sin que ninguna se diera cuenta, pero al sexto día una de ellas comenzó a sospechar que yo pedía todos los días un desayuno para ambos. ¡Ah! porque en ese momento yo trabajaba, le hacía mandados a veintiún señoras en el barrio y ganaba propinas, ganaba incluso el doble del sueldo mínimo de la época. Lo cierto del caso es que cuando descubrieron la cosa las tres salieron a perseguirme a mi casa y yo me tuve que esconder en un tejado debajo de un tanque de agua aéreo en mi casa y no salí de ahí por lo menos en seis horas, cuando mi mamá me gritó que ya se habían ido y no volví al liceo durante una semana. Cuando regresé yo pensaba que me podían golpear o pedir que me lincharan. Resulta ser que mis compañeros de estudio que tenían novia me pidieron que les escribiera poemas a sus novias para ellos presentarlos como suyos. Pero como se había corrido la voz de que el único que escribía poemas era yo, entonces dos de las chicas rompieron con ellos y quisieron ser novias mías también. Pero uno de ellos era altote y fornido y me dio como cinco palizas, y el otro que también era alto y fornido, también me golpeó. Lo cierto es que cuando vi lo riesgosa que era la poesía me dediqué a la narrativa. Y así me inicié en la literatura, parece en broma y en juego, pero por eso escribí la novela Por culpa de la poesía.

—Otra pregunta de José Napoleón: ¿Cuál crees que ha sido tu mayor fracaso, y cuál es tu mayor éxito?
—Mi mayor fracaso ha sido, por cierto, recientemente, porque mi odontóloga es la odontóloga de varias misses del Miss Venezuela, incluso de una ganadora del Miss Mundo. Entonces yo estoy más cercano al Miss Venezuela que al premio Nobel de Literatura y eso ya es un fracaso. Y el mayor éxito es haberme encontrado a mi esposa, la mejor persona que he conocido en mi vida y creo que ese es mi mayor éxito por encima de todo.

—Pregunta Soriana: ¿Cuál fue su reto más grande en cuanto a escritura?
—Todos los días tengo un reto a enfrentar, cada libro es un reto y muchas veces uno lo enfrenta y cuando terminas el libro, cuando pones las últimas frases te das cuenta que lo superaste. Sin embargo, he tenido mis fracasos, como por ejemplo tengo una novela que comencé en 1999, se llama Abrazos de emergencia y estoy trabajando en ella todavía porque se me ocurrió hacerla de adelante hacia atrás y de atrás hacia adelante, un poco como para tratar de que se encontraran en un sitio y, como los malos arquitectos haciendo túneles, me equivoqué y una me pasa por aquí y la otra me pasa por allá, por arriba y por abajo; eso ha hecho que en esa novela pase tantos años. Ya voy para 23 años con ella y no la he terminado y lo que me faltan son algunos pocos capítulos, como cuatro o cinco. Y hasta hace más o menos unos seis meses, no le había encontrado la vuelta, pero como estaba también trabajando un libro de poesía en prosa, no la seguí. Pero ya terminé ese libro de poesía en prosa (que yo los llamo prosoemas), terminé también la novela que estaba escribiendo. Pero eso ha sido un gran trabajo que me ha consumido muchos años. Yo me demoro mucho con los libros, cuando los niños en los colegios me preguntan cuánto demoro en hacer un libro, yo les digo que en mi experiencia demoro entre 10 minutos y 21 años. La comedia urbana me tomó veintiún años y Juan de papel (cuentos) me tomó 10 minutos. Así que me lleva entre 10 minutos y 21 años  escribir un libro.

¿Y para cuándo sale Abrazos de emergencia?
—Bueno, tengo que terminarlo primero, luego buscaré dónde ponerlo.

Teresa: ¿Y los Prosoemas ya están listos?
—Sí, van a salir en una editorial de Valencia, Rubiano Ediciones, que está haciendo unas ediciones muy bonitas y como yo quiero que ese libro salga bien cuidado, se lo di a ella en lugar de dárselo a una editorial profesional.

—Teresa: Es decir, que va a ser como un trabajo artesanal.
—Sí, yo quiero que sea eso, porque es un libro casi que de confesiones artesanales, quiero que sea una edición artesanal.

—José Luis: ¿Existe para ti un tema vedado, un tema que no abordarías en tus escritos?
—No, la verdad que no, yo escribo de todo, de lo que me pase por la mente. No tengo ninguna prohibición. Quizás los temas familiares, creo que todos los escritores cuidamos eso de no escribir sobre nuestra familia, salvo los que están en manicomios, pero creo que los demás lo eludimos.

—Teresa: Tú has abordado también el tema de la locura.

—Sí, porque es mi hábitat, yo vivo rodeado de locura, imagínate cómo será mi familia de loca que dicen que yo soy el más cuerdo (risas). Así que eso habla muy mal de mi familia. Bueno, Eli (su esposa) ya ha conocido la locura de mi familia, ahorita en la Feria se me presentó una de mis hermanas y me dijo: “Aquí estoy” de sorpresa y traía como cinco maletas.
Ayer se presentó una señora que era amiga de mi mamá y desde que murió mi mamá ella dice que está sustituyéndola, y entonces me pidió un libro para su hijo, otro para la esposa de su hijo, y le dije: "¿Pero no viven en la misma casa?". "Sí, pero es para que cada quien pueda leer lo que quiera, jajajaja". Y así, si yo vivo rodeado de locura quiere decir que yo no estoy muy sano que se diga tampoco (risas).

—Andreína: ¿Cuál ha sido tu mayor logro como escritor de literatura para niños y jóvenes?
—Mira, es bien bonita la respuesta que te voy a dar, por lo siguiente: el hecho de toparme con niños y niñas desde el país en distintas ciudades, que me dicen que el primer libro que leyeron ha sido mío y que desde entonces se han convertido en lectores y lectoras, me parece maravilloso. Mamás y papás que se han acercado a decirme más o menos lo mismo, que querían que sus hijos leyeran y les habían presentado varios libros y nunca les habían interesado y cuando les entregaron un libro mío les gustó y se han vuelto lectoras y lectores desde entonces, para mí eso es un logro hermoso y enorme.

—Mercedes: Eres el escritor homenajeado de la Feria del Libro de Caracas. ¿Te sorprendió el homenaje? ¿Qué opinas del homenaje?
—Mira, Carlos Duque me había dicho varias veces para que aceptara que me dedicaran una feria. Ricardo Romero también, ambos empeñados en que yo debo ganar el Premio Nacional de Literatura y cosas por el estilo. Lo que pasa es que Ricardo Romero se mandó hacer una franela que decía “háganle una feria a Armando” y consiguió que una feria ganadera en el estado Guárico me la quisieran dedicar también, pero esa no la quise.

—Mercedes: ¿Le estabas huyendo al homenaje?
—Mira, yo fui corredor durante unos tres años de carreras de fondo de 5 mil y hasta 10 mil metros. Y a mí me gusta la competencia, me gusta participar en concursos literarios, por eso es que he obtenido tantos premios literarios, tengo 24 premios y como 36 menciones, entonces eso de alguna manera es como tener esa cantidad de medallas de oro y medallas de plata.

Pero cuando se trata de homenajes y reconocimientos yo no sé si es que hicieron una rifa y salí yo. De hecho, ando contando por ahí una historia y hay gente que la ha creído, que es lo bonito del asunto. Y el cuento es que yo no fui seleccionado por méritos para hacer el homenajeado de la feria, sino que cuando me propusieron como escritor homenajeado, dijeron que no, que ese escritor no tiene méritos, porque solo escribe literatura para niños y entonces Carlos propuso un sorteo del 1 al 10 y yo tenía el número ocho (que es mi número) y gané. Pero que como todavía decían que no, decidieron hacer un segundo sorteo del 1 al 100 y volvió a salir el ocho; entonces hicieron un tercer sorteo que era del 000 al 999 y al 000 lo llaman el número del rey, porque en la lotería española el 000 lo compra la corona siempre y como nunca ha salido, se supone que ese premio nunca se lo van a dar a nadie. Y a mí me dieron el número del rey y me salió, entonces no les quedó más remedio que hacerme el homenaje.

—Roberto: Armando, y hablando de premios, ¿qué opinas tú del Nobel?
—Que si no se lo dieron a Borges, ¡qué me lo van a dar a mí alguna vez! Siendo Borges el mayor escritor en lengua española.

—Roberto: Tú escribiste un libro de humor publicado por Otrova Gomas.
—Sí, y la portada es de Luis Britto García. Ese no era un libro de humor, pero como él quiso creer que sí lo era, yo no lo quise sacar de su error. Ustedes saben que yo siempre conté chistes pero nadie a mi alrededor se reía, ni mi mamá se reía y eso ya es bastante, es el colmo de los colmos. Estando yo en la Casa de las Américas (Cuba) me dieron un paquetico de libros y me pidieron que se lo entregara a Luis Britto. Cuando llegué al país lo llamé y quedamos en vernos en el programa que había en la radio con Graterolacho y Zapata y entonces fui a Radio Capital y cuando llegué los invitados de ese día eran Aníbal Nazoa y Otrova Gomas, y estaban los cinco con su cara de piedra de humoristas que no se reían de nada. Y me pidieron que me quedara y me pusieron hasta un micrófono –y yo calladito– hasta que en una de esas, hicieron una pregunta por teléfono y quien la contestó fui yo y los cinco soltaron una carcajada, y fue la primera vez que alguien se rió de algo que yo dijera y con eso me sentí muy bien en el momento. Luego hubo un par de preguntas más y de nuevo hubo carcajadas colectivas con mis respuestas al público y entonces Zapata me pidió que estuviera al día siguiente en la Cátedra del Humor en el Aula Magna de la UCV. Y entonces yo pasé de que hoy nadie se riera de mis chistes, a que se rieran estos grandes humoristas de la Cátedra del Humor. Luego participé en El sádico ilustrado y en varias de esas publicaciones donde estaban todos ellos y ahí me gradué de humorista summa cum laude, porque aprendí de ellos y no tuve que estudiar nada.

—Mercedes: Tú sabes que Humberto Márquez dice que tú eres el único escritor que vive de su trabajo, que eres un competidor y quien compite gana.
—Sí, yo le tengo mucho aprecio a Humberto. Ustedes saben que a principio de los ochenta la mayoría de los concursos los ganaba Benito Yrady como narrador, de cada dos o tres concursos en que participábamos él ganaba dos y yo ganaba uno y estábamos en esa competencia. Benito siempre fue mejor narrador que yo, pero un día Benito abandonó y se dedicó al folclor, y yo empecé a ganar los premios, pero me pareció terrible ganar sin que estuviera Benito. Así no tenía chiste, porque ganarle a Benito era un reto; lo otro era como un premio de consolación y así no vale, por eso me retiré como por diez años de los concursos, pero entonces empezaron a declararlos desiertos y me dije: mira de todo lo que me estoy perdiendo, voy a participar otra vez (risas).

—Roberto: Hablando con Earle, un día me dijo: "Armando comete un gran error, y es que no bebe". ¿Por qué no bebes?
—Porque fui atleta y como atleta me acostumbré a no tomar. En realidad, nunca me aficioné al alcohol y además soy vegetariano (no vegano) de por la vida. Recuerdo que cuando era niño llevaron una gallina a mi casa a la que llamé Carmen, como una tía, porque en realidad me recordaba a mi tía y lo curioso es que yo pasé la tarde jugando con la gallina Carmen y a la mañana siguiente, cuando me paré a jugar con la gallina, llegué a la cocina y en ese momento mi abuela la tenía agarrada por el pescuezo. La gallina me miró a los ojos como pidiéndome el indulto y todavía escucho el crack del cuello de la gallina y jamás he podido comerme un animal. Ni antes de eso tampoco, por lo cual me llevaron al médico y este dijo: “Si él no quiere comer carne, que no la coma. Debe ser que su organismo no la necesita”. También evito tomar el café, me tomo un café al día y me estoy tomando este porque esta es mi casa.

—Bernardo: Hay un cuento llamado Teresa y me gustaría que nos hablaras un poco de esa obra.
Teresa es el libro mío más exitoso en cuanto a ventas. Hace unos seis o siete años iba por la edición número 26. Es una niña de 4 años que, por derecho de autor, me permite vivir sin lujos, pero por lo menos me da para hacer mercado y esas cosas, podría decirse que yo vivo de Teresa. Además de Teresa hay un libro –que es la continuación– llamado Mi mamá es más bonita que la tuya y una tercera continuación, que se está vendiendo bastante bien, que se llama Los hermanos de Teresa y salió posteriormente un libro que es La gran guerra de vegetales, que es Teresa pero para niños más pequeñitos. Porque se me ocurrió que si Teresa es para niños a partir de los diez años, yo debería escribir otro libro para niños de seis o siete años y escribí tres libros de los cuales ha salido uno solo y es probable que para el próximo año salgan los otros dos, que son historias que de alguna manera son paralelas a los tres libros que ya han salido y que supongo son como presentación para los niños que están en preescolar, para que cuando lleguen a la primaria reciban al personaje que es Teresa, porque ella ha ido creciendo, no se quedó en 4 años. De hecho, ya hay algunos textos donde dice que Teresa está comprometida para casarse.
El segundo libro Mi mamá es más bonita que la tuya fue a petición de los niños porque yo visito muchos colegios, y ellos me preguntaban: "Bueno y ¿cuándo va a escribir el otro libro?". En realidad son historias que me han ido contando los padres, abuelos, tíos, padrinos, personas que me cuentan historias de cuando eran niños, etcétera y de tantas historias que me contaron y de materiales que me enviaron por correo electrónico, sacamos el segundo libro e igual el tercero. Con todo eso han salido todas estas obras, por lo tanto, cuando me preguntan si Teresa es un personaje real o ficticio respondo que es de las dos cosas: es real en cuanto que todas las historias que he contado son verdaderas, pero la vivió algún niño o niña, pero es ficticio porque el personaje no tenía existencia de carne y hueso. Y eso pasa con casi toda mi obra. Está en ese filo de no saberse si es realidad o es ficción, a veces ni yo mismo lo sé.

—Roberto: Armando, ¿en tu literatura te has planteado eso del compromiso ideológico?
—Sí, bastante. Lo que pasa es que para mí el compromiso del escritor no es un compromiso partidista sino un compromiso ideológico y más que ideología digamos que de forma de ser, yo quiero ayudar al crecimiento espiritual más allá del crecimiento digamos socioeconómico o de conciencia política. Para mí lo importante es que la persona crezca espiritualmente para que entonces cobre conciencia de cosas bastante profundas y bastante serias y enfrentada o enfrentado al hecho político de la vida cotidiana y tenga una posición adecuada acorde con la vida y no tanto con grupos. Yo no creo en los partidos políticos, de hecho, cuando me dicen que los partidos esto y lo otro, yo respondo que el Libertador dijo que si mi muerte contribuye a que cesen los partidos y se consolide la unión, pues yo soy bolivariano, yo creo en la unión y parto de ahí, que el Libertador hasta en su lecho de muerte pensó en la unión de todos. Creo que todos somos venezolanos y no tiene por qué haber una parcela por allá, otra por aquí y otra más allá. Somos una única parcela y tenemos que apreciarnos unos a otros y si fulano de tal es de derecha, pero escribe bien, hay que aplaudirlo. Y si fulano de tal está en la izquierda o en el centro, pero escribe bien hay que aplaudirlo también. Esa es mi posición y mi búsqueda va hacia lo espiritual, porque creo que el espíritu avanzado busca también que el cuerpo crezca y sea mejor. Nadie con conciencia espiritual seria tiene la vista ciega hacia el entorno. El crecimiento espiritual implica un crecimiento, que uno tenga conciencia de individuo, pero tenga también a la vez conciencia de ser social.

—Teresa: ¿Cuáles son esos valores espirituales, Armando?
—Yo creo en el amor en primera instancia, por encima de lo que sea, que se manifiesta hacia todo, hacia las amistades, a la pareja, al mundo, a los animales, a todos. Sin amor no hay nada, creo en la doctrina de Jesús (no me gusta llamarlo Cristo) también creo en personajes como Buda, Mahatma Gandhi, que llevaron el crecimiento espiritual a un nivel social extraordinario. Y Jesús y todos ellos lo que promovieron fue el amor entre las personas, no promovieron guerras, no promovieron nada de esas cosas. Sus seguidores han sido los que, por querer parcelitas de poder, han montado sus guerras. Mahoma fue un personaje que no buscó guerras con nadie, más bien fue un pacifista. Pero muchos de los que lo siguen en el islam o variantes del islam, son guerreristas, igual que los cristianos. Un católico o protestante guerrerista no tiene ningún sentido. Amaos los unos a los otros, como yo os he amado. Mayor mandamiento que ese no ha habido, y entonces cómo es que se tergiversa de tal manera. Creo que el único gran valor es el amor y luego eso te lleva a la lealtad, la amistad, la solidaridad. No puede ser que veamos con misericordia a los demás, porque nos estamos colocando por encima, tenemos que vernos como iguales y ser solidarios.

—Roberto: ¿Hay editoriales que te hayan pedido escribir por encargo? Porque saben que los niños representan un mercado y hasta hacen negocio con eso de recomendar un libro como texto de aula y luego cobran comisión.
—No, por fortuna, no. Sé que lo hacen, pero a mí nunca me lo han propuesto porque seguro saben que les voy a decir que no. A mí me pasó en Santillana que vendí las dos primeras ediciones de Teresa casi que íntegras, porque a donde quiera que me invitaban llevaba libros. Yo hacía como el personaje de La máscara, de Jim Carrey, que llegaba a un sitio y me ponía a vender libros después de que terminaba una conferencia. Recuerdo una vez una conferencia que había en San Cristóbal y al finalizar yo dije que había llevado libros para la venta y había una persona que me dijo que me quería comprar las dos bolsas de libros que yo había llevado, oye, y así se vendieron las dos primeras ediciones de Teresa y entonces la jefa de ventas de la editorial Alfaguara dijo: “A este hombre hay que apoyarlo”, y empezaron a vender el libro por todos lados, lo promocionaban y siguen promocionándolo en los colegios y, desde el año 2003. Teresa pasó a ser el libro más vendido de un autor venezolano en su propio país y Teresa se vende como pan caliente, generalmente el libro se agota y viene otra edición. Curiosamente en Cuba salieron los tres libros de Teresa en uno solo y en Cuba, que no se hacen reediciones, lo reeditaron y lo revisaron porque fue un éxito total y se han vendido ya 40.000 y para los cubanos eso es un best seller.

—Mercedes: Armando, ¿cómo ves las publicaciones digitales?, ¿cómo ves el futuro del libro y la literatura digital?

–Mucha gente se asombra cuando yo digo que hoy día ya no leo libros de papel. A mí me encanta como dice la mayoría de los no-lectores: “No, yo no leo libros electrónicos porque yo leo son libros en papel, porque me encanta el olor del papel” y resulta que nunca lo han olido. Y en realidad el olor del papel de un libro que recién ha salido de la imprenta es exquisito, es delicioso, pero eso lo sabemos quienes hemos sido editores, los que somos escritores. Y eso se ha convertido más bien en otra excusa para no leer. Estamos en un mundo regido por la electrónica. Yo tengo como unos diez años que no leo un libro de papel. Y leo hasta un libro diario en
formato electrónico.

—Teresa: Armando, háblanos de Caravasar.
—Caravasar es esa tienda, ese hotel en medio del desierto, en los oasis donde se llega a descansar, con las bestias de carga como camellos, caballos, burros y se puede pasar ahí la noche. Caravasar es una hechura musulmana y siempre me gustó esa palabra por la cantidad de aes que contiene; he visto que mi vida ha girado siempre en tono a la “a”, y de hecho me llamaron Armando. Casi todas las cosas en que he tenido éxito en mi vida tienen que ver con la “a”. Como La Habana, Salamanca, Caravasar, etcétera. Es decir, mi vida está entre esa letra y el número ocho (el día de su nacimiento). De todo esto viene la Editorial Digital Caravasar, donde tratamos en lo posible de promover la lectura, con textos de grandes autores mundiales y por eso tenemos libros gratuitos. Como las obras son gratuitas y según los convenios de derecho de autor uno puede utilizar dos o tres páginas (según el país) gratuitas, de cualquier autor, pues yo tomo materiales que están en la red y los reproduzco. Salen en forma de cuadernitos o en forma de libro. Les pongo su portada, los diseño como libros o cuadernos y salen y de allí se pueden bajar gratuitamente. Por ejemplo, yo he publicado a Borges, hemos publicado como unos veinticinco premios nobeles de literatura y todo eso sin costo alguno, sin pagar derecho de autor, por el simple hecho de que reproduzco material que ya ha sido reproducido una o varias veces. Aunque lamentablemente la gente pocas veces los baja.

—Roberto: Para ti, ¿cuáles son los mejores escritores del país?
—Diría que en poesía lo fue Vicente Gerbasi, y diría que en narrativa Luis Britto García, por la ingeniosidad y lo variopinto de su obra. Luis es un genio, pero un genio de verdad-verdad y creo que minusvalorado. En
muchas partes lo quieren por haber sido profesor de Derecho Internacional y a cualquier embajada en cualquier país que uno llega hay alumnos suyos y le mandan saludos, lo quieren en todas partes, pero me encantaría que el reconocimiento fuera mucho más allá de las embajadas. Si alguien merece un Premio Nobel de Literatura, es Luis.

—Teresa: ¿Y de las mujeres?, no nombraste ninguna mujer.
—Porque hasta ahora creo que no hay ninguna que haya llegado a ese nivel de ser la mejor escritora del país. Hay muy buenas poetas y entre las narradoras creo que Laura Antillano ha descollado entre todas.

—Roberto: ¿Y de los jóvenes valores en literatura qué nos dices?
—Hay muchísimos jóvenes y adultos mayores también. Yo doy el taller del diplomado de Narrativa del Centro Nacional del Libro (Cenal), y tengo un grupo de personas allí –entre los cuales está Teresa– que tienen un talento extraordinario y que nunca lo desarrollaron.

—Mercedes: Eso también está relacionado con la visibilización de la mujer, que arranca apenas hace cien años, es decir, es muy poco tiempo para que la visibilización de la mujer dé sus frutos.
—Sí, claro. Las mujeres han tenido que luchar demasiado para lograr sus espacios. Ahorita yo sé que no le darían el Nobel a Luis porque la gente que está en la organización es derechista y se lo dieron a Bob Dylan para disimular. Y el hecho que se lo hayan dado a la periodista polaca, que escribe bien, pero no como para un Nobel de Literatura. Es decir, los premios Nobel de la Paz fueron buenos cuando los ganaron personajes que de verdad promovían la paz en el mundo.

—María Eugenia: ¿Qué hay que hacer para que el venezolano lea más?
—Para eso creo que no hay respuesta sencilla. Sobre eso se han hecho unos doscientos coloquios, para tratar de responder esa pregunta se llega a planificaciones, a planes, a proyectos, pero es problemático porque hay una cosa, siempre se llega al ¿cómo hacer que los niños lean? Y eso viene de la cuarta república para acá, todo esto es nuevo. Desde que yo empecé a escribir recuerdo que hay planes lectores para hacer que los niños lean, pero todos tienen el mismo defecto: nunca se ocupan de que los padres lean. Y si los padres no leen, los niños no ven el ejemplo en la casa y por tanto no les interesa. Los niños ven televisión porque los padres ven televisión, van al cine porque los padres van al cine, van a espectáculos porque los padres los llevan a espectáculos. En las casas donde hay padres lectores hay niños y niñas lectores también casi en su totalidad, entonces ahí está la clave, pero ¿cómo enseñar al adulto? Hay que empezar entonces por arriba y entonces viene aquello de que yo no leo porque no tengo tiempo, porque no me gustan los libros electrónicos, las excusas son increíbles. Yo he dado talleres y me han respondido cosas como que yo no tengo tiempo al día ni siquiera para peinarme y cuando les digo aparta media hora en el día, enciérrate en el baño para leer, me dicen “no, los hijos me tumban la puerta”, bueno, pues que te la tumben y así se van a dar cuenta en algún momento que tú tienes derecho a leer.

—Teresa: Armando, ¿cómo ves el movimiento editorial?, ¿cómo están las editoriales en el país?
—Bueno, eso depende del tipo de editorial. Es que el país se divide en editoriales privadas, públicas, y alternativas. Las editoriales privadas viven quejándose pese a que tienen buenas ventas. A las editoriales públicas no les interesa vender, sino que el libro se difunda, y las editoriales alternativas, dependiendo de quién sea el editor o editora, de lo que se preocupan más que todo es de que los libros queden bien bonitos, aunque con excepciones por supuesto en todos los grupos. En el país, en este momento, la principal editorial es Sultana del Lago Editores, que es una editorial privada de Luis Perozo Cervantes, en Maracaibo. Ha hecho este año más de 130 libros, es una actividad heroica, el año pasado hizo casi 200 libros y esto es un trabajo enorme, hay que quitarse el sombrero. Es un tipo abierto, inteligente, brillante, un verdadero emprendedor; de hecho, pedí que lo invitaran ahorita aquí a la Feria del libro, que le dieran un buen espacio, porque pienso que la gente como él es a la que hay que atraer. Eso de estar nosotros haciendo mensajes para convencer a los convencidos es absurdo, siempre me ha parecido absurdo, hay que convencer es a los no convencidos y si no los convences por lo menos los atraes a que sean copartícipes del crecimiento del país. Creo que la mejor editorial del país en este momento es la de Luis, él coloca los libros en Amazon, no vende los libros así nada más en persona, sino que vende por Amazon y eso es aplaudible y creo que, en materia editorial, él es un ejemplo a seguir.

Están surgiendo otras editoriales, justamente me acaba de publicar uno de los libros otra editorial que se presenta este jueves que es Rubiano Editores, que es una profesora de Valencia, que sin ser editora y sin saber nada del mundo editorial, sino ella como lectora se lanzó esa aventura y está haciendo unos libros muy hermosos con mucho cuidado, hasta el punto de que ya le entregué un libro para niños y el libro mío de prosa poética, Prosodema, se lo entregué a ella porque yo quiero que ese libro sea algo amoroso, es decir, como una obra que de verdad refleje el amor que ese libro tiene en su hechura. Ese libro fue hecho con amor y yo quiero que ese libro sea editado con amor también y ella le pone un cariño grande, de hecho me dijo que había llorado, se había reído de todo, todas las emociones que tiene el libro ella las ha experimentado. Y quizá ella estará empezando como editora, pero para mí ella es una editora y de hecho así comenzaron grandes editores para niños en Europa. Kalandraka Editora, que publica libros para niños hermosísimos empezó así. Bárbara Fiore en Italia y Kalandraka en España son editoriales extraordinarias y empezaron con señoras, profesoras, maestras, que querían hacer bonitos libros.

—Roberto: ¿En qué otros idiomas te han publicado?
—No en muchos. En catalán, italiano, en francés, ahora están editando Teresa en inglés. Me han editado en serbocroata, al rumano, idiomas así loquísimos, en antologías y algunos cuentos sueltos. Estoy cómo en 150 antologías de microficción, cuentos, libros y literatura para niños y niñas.

—Teresa: Armando, tú has escrito en casi todos los géneros, ¿cuál es el que más te gusta?
—Sí, me faltan cuentos para zombis, cuentos para nonatos, cuentos para sonámbulos, mi género favorito es la narrativa, donde el cuento es como usar pantalones cortos y la narrativa es usar pantalones largos. Pero a mí me encanta narrar y ustedes se habrán dado cuenta de que me encanta contar historias. Yo puedo pasarme el día contando historias y ni me doy cuenta de que pasaron las horas. Porque es lo que me gusta. Desde niño crecí escuchando historias, a mi alrededor había contadores de cuentos espontáneos. Un tío fue el protagonista inicial de un libro mío que internacionalmente ha obtenido dos premios: Evitarle malos pasos a la gente. Mi tío era zapatero remendón y es el tipo con la agilidad mental más extraordinaria que yo he conocido y lo que estudió fue hasta segundo grado, siempre lo traté de agarrar fuera de base. Recuerdo un día en que yo me estaba bañando y la ducha quedaba de este lado, y el negocio de él de este otro, y le grité: “Tío, está saliendo un tiburón por la bañera” y me gritó: “Carajo, ¿y qué pasó con los anzuelos que puse ahí ayer?”. Otro día le dije: “Tío, me acaba de salir un tigre de la empanada que me estoy comiendo” y de inmediato me dijo: “Búscate un palo y mátalo a ver si seguimos haciendo empanadas” y yo dije a este hombre no lo puedo agarrar por nada. Nunca pude pescarlo y me dolió mucho estar en su casa un día antes de que muriera, porque le conté un chiste –él era el único que se reía siempre de mis chistes– y no se rió.

—Niedlinger: ¿Y eso de contar historias con el formato audiovisual? ¿Eres productor audiovisual?
—Bueno, es que yo soy periodista audiovisual, lo que pasa es que a mí me gusta estar encerrado en mi casa trabajando. Cuando la gente decía: "Estoy harto de estar encerrado por la pandemia", yo dije: "Pero si durante la pandemia yo he escrito catorce libros". ¡La cosa más fértil del mundo es estar encerrado trabajando!

—Teresa: De no haber sido escritor, ¿qué te habría gustado ser?
—Me hubiese gustado ser el centerfield de los Yankees de Nueva York, de verdad que sí me hubiese gustado ser jugador de beisbol, yo era buen bateador, con el bate recortado y a las dos manos y la colocaba en todas partes y siempre creí que eso lo podía hacer todo el mundo, y con los años descubrí que no era así y que eso era una facultad. Pero con el guante era tan malo que cuando la pelota salía hacia donde yo estaba, todo el mundo cerraba los ojos, ¡hasta yo! Una vez me llegó una invitación para ir a una práctica de observación de los Rojos de Cincinnati, pero me puse a ver que a mí me criaron mi madre y mi abuela, mi padre murió siendo yo muy niño y pensé que ya son dos personas mayores y si yo me voy a vivir a Estados Unidos, para jugar, se van a quedar en el aire. Aparte que un jugador de beisbol lo que ganaba eran 1.500 bolívares mensuales, mientras que un profesor universitario ganaba 4.500; entonces decidí seguir una carrera universitaria y no jugar beisbol. Diez años después el profesional universitario ganaba 4.500 bolívares todavía y el jugador de beisbol ganaba entre 10.000 y 50.000 dólares. Ese fue el primer gran mal negocio que hice en mi vida.

 

TERESA OVALLES / FOTOGRAFÍA: BERNARDO SUÁREZ / CIUDAD CC


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