Cine para llevar | Perdidos en Tokio, 23 años después

Es una película sobre la importancia de los detalles y el silencio en el cine

27/01/23.- Algunos momentos de la vida son como páginas en blanco. No sabes qué hacer con ellos, estás confundido, indeciso. En ocasiones la gente busca llenarlos con experiencias y entretenimientos: viajar, bailar, comer, y en esta época, usar redes sociales. Sin embargo, cuando estás abrumado el ruido no logra llenarte, por el contrario, te hace sentir más vacío.

En este drama dirigido por Sofía Coppola, que este año cumple 23 de haber sido estrenado, los protagonistas se encuentran en un momento de esos en que parece que no vas a ninguna parte y, sin embargo, te gustaría salir corriendo directo al futuro.

Bob (Bill Murray) y Charlotte (Scarlett Johansson) conectan de una forma inesperada en una ciudad que para ambos es ajena.

El amor nace de la soledad, del deseo de compartir con alguien tu mundo. En esta película ambos personajes, aunque acompañados, se encuentran interiormente muy solos y, por ende, muy necesitados de comprensión. Cada uno intentará, sin proponérselo, sostener al otro.

En esta segunda película de Sofía Coppola, la primera fue Vírgenes suicidas (1999), los personajes llegan a compartir las verdaderas preocupaciones de sus almas, a pesar de la diferencia de edad y otras circunstancias que en apariencia podrían mantenerlos en lugares opuestos.

Perdidos en Tokio no es una cinta sobre geografía, podría haber sido filmada en cualquier lugar del mundo, el verdadero movimiento de los personajes sucede en su mundo interior, no en el físico.

Bob es un actor cincuentón que fue famoso en los años 70 y en el presente se gana la vida cobrando por hacer publicidad de un whisky en Japón. Charlotte, tiene veinte y tantos, está recién casada y no sabe qué hacer con su vida.

Buscando respuestas se harán muchas preguntas que quizás no atinarán a resolver, y sin embargo, lograrán encontrar un poco de paz al compartir sus dudas. Después de todo la vida es una gran incógnita que quizás nunca tendrá una respuesta clara. Al menos mientras estamos vivos, del otro lado, muy seguramente la historia es otra.

La película que fue rodada en 27 días contó con un presupuesto de cuatro millones de dólares y, sin embargo, llegó a recaudar 120. Fue nominada al Oscar en cuatro ocasiones, incluyendo Mejor Película, Mejor Actor y Mejor Director.

Años después Sofía Coppola contó que la selección de los actores no fue casualidad, sobre todo en el caso de Bill Murray: “Le dejé mensajes en su móvil durante cinco meses. Acosar a Bill se convirtió en el trabajo de mi vida”, dijo para The New York Times.

Lost in Translation, en su título original, es una película sobre la importancia de los detalles y el silencio en el cine y lo necesario que puede llegar a ser detenerse a pensar para poder decidir el siguiente paso en la vida. En esta época ruidosa vale la pena reencontrarse con este clásico sobre la soledad, los encuentros y la alegría que pueden suscitar.

Luisa Ugueto Liendo

@luisauguetol

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