Voz invitada | “Unidad, amplitud y viraje hacia las masas"

27/01/23. Con una férrea organización clandestina, el otrora Partido Comunista, elaboró una acertada línea política. Este instrumento revolucionario fue bien estudiado por la Juventud Comunista. Organización fortalecida, organizativa e ideológicamente en la lucha diaria. Estudiar y luchar significaba, ser los mejores estudiantes y formarse en el estudio de los clásicos del marxismo, así como también con Salvador de La Plaza, Rodolfo Quintero y otros camaradas. Esta nueva política de “Unidad, amplitud y viraje hacia las masas”, se puso en práctica: unidad significó organizar el frente universitario con jóvenes de AD, COPEI Y URD..La Unión de Muchachas Venezolanas, fue una amplia organización cultural donde Modesta Bor organizó a las jóvenes de los barrios con bailes como el tamunangue y demás expresiones del saber popular. Las juntas parroquiales y los comités de obreros fueron la escuela donde hicimos conciencia de los problemas reivindicativos del pueblo para elevarlos luego a la lucha política contra la dictadura. Todavía quedaba tiempo para la orientar a los jóvenes. La revista Joven Guardia. Una publicación donde los jóvenes expresaban sus problemas más sentidos: poesía, deporte, y problemas reivindicativos. Me acuerdo que una de las propuestas era “piscinas públicas para la expansión de los jóvenes”. La JC, fue fuertemente reprimida. La mayoría de los dirigentes presos en Guasina, el Obispo, o en el mejor de los casos, perseguidos. El buró universitario, el liceísta, las juntas parroquiales y el frente de los obreros de la zona, habían preparado bien las acciones de agitación y propaganda en sus respectivas comunidades.

Volantes hechos con bateitas en la fábrica, en el liceo. Cuando entramos con Enver Cordido, camuflageados, en un cadilac de su papá, al recinto universitario, a las 6.a.m., llevábamos un cargamento de volantes que había salido de múltiples bateitas y multígrafos de los diferentes sectores, llamando a la huelga por la libertad de profesores y estudiantes. A las 10 a.m. la multitud estudiantil se concentra en la plaza del rectorado. No tardó el espurio Espósito Jiménez en llamar el ejército. Un pelotón de soldados alzando fusiles nos rodeó. Envueltos en la bandera entonamos el himno nacional.

Conversamos con el joven militar que los comandaba y rápidamente aceptó que no podía masacrar a los hijos del pueblo. Y, en su condición esencial de soldado: ordenó bajar las armas y se retiró.En el puente Plaza Venezuela, un cordón de policías esperó disparando. El día siguiente, en el campus universitario, el enfrentamiento con los esbirros de la seguridad nacional se recrudece. El pueblo se solidariza. La insurrección popular contra la dictadura se pone en marcha.

Chela Vargas


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