Araña feminista | La maternidad, cuidado, y su antítesis: el aborto

30/01/23.- La maternidad como destino es una de las grandes ideologías que nos invita a mirar los cuidados como una práctica inherente a lo femenino y al aborto como la antítesis de las cualidades maternales internas.

Ante ello, autoras como Victoria Sau plantean la inexistencia de la maternidad. No existe porque al estar supeditada a lo biológico niega sus dimensiones socioculturales y políticas, y el ejercicio de las mujeres de la toma de decisiones, de cuestionar, tener influencia y autoridad. Las mujeres sujetas a esta mística de la maternidad se convierten así en madres, esposas, hijas y hermanas, y aprenden en el modelaje y en las instrucciones intergeneracionales como una experiencia compartida de lo femenino. Los cuidados son el corpus de estas instrucciones, pero no solo por el hecho de la concepción de un hije, sino más bien por el hecho de ser mujer. Es decir, una mujer aunque no tenga hijes debe cumplir con sus labores de cuidado con el mismo afán y el mismo amor que lo haría hacia sus posibles hijos.

De allí que una de las grandes barreras para el desarrollo pleno de las mujeres, es justamente la autonomía de sus cuerpos, en la toma de decisiones, en la posibilidad de politizar el ejercicio materno y las prácticas de cuidados sujetas a este. Esto supone la necesidad de ver la maternidad desde su potencial creativo consciente y deseado, y a los cuidados desde su impacto para la sostenibilidad de la vida y como un ejercicio, colectivo y corresponsable, que involucra el amor, pero también la necesidad de reconocimiento como trabajo digno y salario, lo cual, tal como exponen Flores y Tema (2014) plantea el alejamiento del binomio mujer-madre.

Esto involucra en términos de aborto ir en contra del mandato patriarcal de la maternidad como destino y de su expresión en las prácticas de cuidado, de allí su carácter antitético, siendo que además implica romper con la multiplicidad de elementos jurídicos, teológicos, políticos y médicos que sustentan la penalización del aborto, de las mujeres y sus prácticas de crianza. En donde también se desmantelan la discriminación, estigmatización y prejuicios sociales y culturales, basados fundamentalmente en la ignorancia y en la desigualdad.

Para ello, es indispensable comprender la maternidad como un derecho y una decisión, no una obligación. Hablamos entonces de derechos sexuales y derechos reproductivos; del derecho a cuidar, a ser cuidada, pero también al autocuidado; del derecho a la privacidad e intimidad; del derecho a la ciudadanía, porque el no reconocimiento de la decisión de las mujeres, de alguna manera nos hace ciudadanas de segunda mano, que por sus propias limitaciones no pueden representarse a sí mismas, decidir por sí mismas. En esa medida, estamos hablando también de esa palabrita que a veces parece tan lejana a las mujeres, denominada libertad.

El aborto es crucial en ese sentido. No se trata solo de despenalización y de legalización, ni de las razones por las cuales las mujeres abortan (salud, proyecto de vida, dignidad, razones económicas, entre otros) ni de las representaciones sociales y penalizaciones construidas alrededor de este; se trata de libertad, de democracia y de poner en cuestión la subordinación de los derechos de las mujeres, a las familias, a las comunidades, al Estado, y con ello a la maternidad y al cuido. Se trata, finalmente, de un asunto de justicia social para todas las mujeres y de transformaciones culturales profundas que socaven las desigualdades y la discriminación por razones de género.

Warneidy Moreno

 

 

 

 


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