Caraqueñidad | La inflación le pega a la mismísima Candelaria

Baja la pandemia, pero la crisis deja su huella

30/01/23.- Si el año pasado fue la pandemia, este año es la criminal crisis económica, con su galopante hiperinflación, la que no permite que se celebre como debe ser y como se merece la virgencita prieta, Candelaria, que todos los 2 de febrero, según la tradición originaria de las islas Canarias, es venerada como agradecimiento por los favores concedidos.

En Caracas se festeja la fecha no solo en la parroquia homónima –en cuya iglesia reposan los restos del beato, próximo santo criollo, José Gregorio Hernández–. Hay varios sitios que, aunque con diversas modalidades, cultivan, porque sí, la tradición.

Hemos escrito en ocasiones anteriores que, en un nido de poetas, intelectuales, músicos, gente buena, amigos de verdad, ateos muchos y creyentes otros tantos, liderados por la preciosa pareja que conforman Yineska y Luis, en su reducto de San Luis, en El Cafetal, se hace una de las más alegres fiestas en honor a La Candelaria. (También es famosa la celebración que realiza la gente del Hogar Canario de Venezuela).

Para no romper la tradición, la del 2022, por miedo al virus asesino se hizo de manera online, y además de mantener viva la llama –o la candela– que ilumina la vida y renueva la fe, los objetivos se cumplieron, porque todos los participantes de aquel atípico grupo de Whatsapp, creado por la rumbera pareja, para tan especial ocasión, acogieron la petición que se hizo tendencia –más viralizada que el perreo de Ronald Acuña Jr y el consejo de mi colega y amigo Manuel Rodríguez– y fue la de superar la pandemia. Y hoy, aunque la enfermedad no ha desaparecido del todo –ni aquí ni en el mundo– sin dudas, ha mermado y cada vez hay menos restricciones: la incidencia de contagios y las lamentables muertes pasaron a ser cifras que no asustan. Dios mío y tú, virgencita negra, por favor sigan derrotando al maluco coronavirus.

 

No hay cama pa’ tanta gente

Este 2023, con este alocado comportamiento de nuestra nueva moneda oficial –quieran o no: el dólar aunque cobramos en bolívares-, no alcanza ni siquiera para la logística de tan llamativo agasajo, que incluye armar un altar lleno de coloridas y aromáticas flores, ofrendas de platos típicos, postres y los conocidos cánticos en nombre de la madre de Dios, que según esta advocación está representada por la negrita inmaculada que con su candelero ilumina la vida y un camino que alimenta esperanzas.

Además del despliegue de versos, sonetos y otras maneras de expresiones de petición y agradecimiento, improvisadas o no, porque todo participante tiene la firme convicción de que pronto se cumplirán sus anhelos.

Y se le anexa una costumbre, netamente de nuestros estados andinos –ahora caraqueña como Billo Frómeta–: La Paradura del Niño, o sea, una especie de cayapa celestial, dos en uno, Madre e hijo, Candelaria y el Niño Jesús, o dos contra el mundo, sobre la base de la fe para derrotar al virus, la inseguridad, la hiperinflación, la corrupción, y tantos otros factores que ahora mismo están muy vigentes y torpedean la vida plena y la paz espiritual.

 

De los guanches canarios

Esta tradición proviene de la advocación mariana, liderada por el papa Gelasio I en el año 494. Y diez siglos después se instaura con la aparición de la imagen de la Virgen ante los pastores guanches, a orillas de una playa tinerfeña, entre los años 1390 y 1400. Desde entonces se venera a Candelaria a inicios de febrero, fecha coincidente con la Purificación de María y la presentación de su único hijo ante la humanidad.

Con la colonización esa tradición pasó de generación en generación y se acendró en los pueblos de América, donde se asentaron los españoles con sus creencias religiosas.

En Venezuela, la Candelaria es patrona de Barcelona desde 1992 y en la capitalina parroquia que lleva su nombre desde 1708 se edificó un gran templo para congregar la feligresía.

Demás está decir que en 2022, en todos lados donde se veneró a la virgencita mulata, la petición común fue el fin de la pandemia… y otros agregaron sus propios deseos… Candelaria hermosa, radiante lucero, dobla a los poderosos en favor de tus pueblos… Amén.

 

Cantos de fe

De aquel sabroso invento que fue la fiesta digital del 2022 rescatamos los jocosos cánticos de músicos y poetas para complementar los coros del ya famoso grito de paz y fe: Candelaria hermosa, radiante lucero, fuiste aparecida el dos de febrero…

El músico Ignacio Barreto –entonces viceministro de Cultura– con su cuatro a ritmo de parranda, ocurrentemente le cantó: “El 2 de febrero me siento feliz / porque hay paradura en casa de Luis…Continuó: A Luis Alejandro su verso le toca / y yo se lo canto sin el tapaboca…”. Y finalizó: “Le canto a Yineska, algo confundido / porque no me acuerdo cuál es su apellido”. Otra improvisación fue la del sonero Ramón Pecheche Mijares, desde entonces nuevo padrino del Niño Jesús: “Me voy con tristeza y con gran dolor / porque no los llevo para donde voy…”.

Se sumó el sonidista de Guataca Producciones, Héctor Márquez, quien mensajeó sus buenos deseos: “Virgen Candelaria hermosa / este año no hemos podido / entre amigos reunidos / venerarte majestuosa / pido Santa milagrosa / que a nuestra Yine y a Luis / des salud, vida feliz / para que el otro febrero / aunque sea de modo austero / brindemos con buen maíz”. Cosa que tristemente no se dio.

Y quien esto escribe agregó: “Candelaria hermosa / radiante lucero / bendice a este grupo / que a todos los quiero… Cuida el hogar de Yineska y de Luis / Y que nunca les falte ni el ron ni el anís... / Contemplo tu imagen/en fotos y afiches / Y por la pandemia / hoy no hice el ceviche... Tu infinito amor / a todos nos mueve / llévate en los cachos /al covid-19... Y este 2023 le agrego: No se pudo el whisky / porque eso es un lujo / pero sí se puede/brindar con Cartujo… De pura fe.

Por supuesto, se extrañó y se extraña la música en vivo de los maestros hermanos Parra; Benjamín Zambrano; el propio Ignacio Barreto, el anfitrión –quien además de poeta es músico–; Luis Contreras, y la percusión menor y el canto sandunguero de Pecheche.

Tristemente, este año, por falta de plata ni siquiera hay encendido imaginario de la fogata –el candelero es el real símbolo de la purificación y máxima señal de devoción a la madre pura y casta–, ni mucho menos hay procesión, pero la fe crece porque algo bueno debe depararnos la vida, guiados por esa hermosa madre negrita.

 

Luis Martín


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