El IVIC: investigación por todo lo alto

El 9 de febrero de 1959, el presidente provisional Edgar Sanabria firmó el decreto de creación del IVIC, adscrito al Ministerio de Sanidad y Asistencia Social

 

09/02/23.- Antropología, biofísica, biología, bioquímica, criomicroscopía electrónica, diseño de materiales y equipos científicos, diversidad biológica, ecología, esterilización por rayos gamma, estudios sociales, estudios botánicos y agroforestales, estudios forenses, estudios de la crisis  ambiental, nanotecnología, fisiología, genética, inmunología, manejo y reciclaje de residuos, matemática, física, física médica, ingeniería de materiales y medicina regenerativa, meteorología, microbiología, oceanología y estudios antárticos, química, química microbiana, tecnología de materiales y del ambiente, tecnología nuclear, trematodiasis… Basta con leer una lista muy abreviada de las materias que interesan al Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), para calcular el tamaño de nuestra propia ignorancia y, a la vez, para constatar -con alivio- que en Venezuela sí se hace ciencia con la seriedad y el conocimiento que ello amerita.

Se derrumban así ancestrales prejuicios que nos han sembrado muy profundamente en el inconsciente colectivo, acerca de que en este trópico nadie investiga nada que valga la pena destacar en publicaciones de primer nivel científico.

El IVIC, ubicado en un recodo bucólico de los Altos Mirandinos, a más de 1.700 metros sobre el nivel del mar, es una especie de tesoro oculto en las vecindades de Caracas. Esos terrenos constituyen uno de los lugares del país con mayor concentración de saber científico por metro cuadrado. Lo mismo pasa con sus sedes regionales, ubicadas en los centros de investigación de Zulia y Mérida y en la estación científica de Higuerote.

El IVIC es en la actualidad un organismo adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Ciencia y la Tecnología, pero ha tenido un largo recorrido en la institucionalidad estatal. Su semilla fue el Instituto Venezolano de Neurología e Investigaciones Cerebrales, que se creó durante el gobierno de Marcos Pérez Jiménez en 1954 y bajo la dirección del genio venezolano Humberto Fernández-Morán. Fue en ese tiempo cuando se adquirió e instaló el primer reactor nuclear de Venezuela.

El derrocamiento de la dictadura tuvo el efecto -en este caso negativo- de enviar fuera del país a Fernández-Morán, quien luego se haría mundialmente célebre por su invención del bisturí con punta de diamante y por sus aportes al desarrollo de la microscopía electrónica.

Por esas cosas que siempre nos pasan, el médico zuliano fue relegado y caricaturizado por algunos dirigentes de la clase  política que tomó  el poder en 1958. Se le llamó “el Loco de Pipe” y varios de sus colaboradores también quedaron execrados.

Por fortuna, el proyecto esencial se mantuvo y se amplió considerablemente, pues el centro de estudios de Fernández-Morán era superespecializado en la investigación, tanto básica como aplicada, del cerebro y sus enfermedades. El enfoque, bajo el nuevo gobierno, sería multidisciplinario.

El 9 de febrero de 1959, el presidente provisional Edgar Sanabria  firmó el decreto de creación del IVIC, que entonces estaba bajo la cúpula del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social.

Desde entonces, su misión es promover y generar nuevos conocimientos a través de la investigación científica, el desarrollo tecnológico y la formación de recursos humanos de alto nivel.

A lo largo de los años ha ido perfilando su función y hoy se le tiene como un ente productor de conocimientos  y de acopio informativo en el área científico-tecnológica, cuyo propósito último es el acceso directo, la difusión y popularización del conocimiento en Venezuela y el mundo.

Durante los conflictivos años 60, el IVIC comenzó a plantar los cimientos para la formación de investigadores de alto rango en Venezuela a través de los estudios de posgrado y del trabajo cotidiano. En los 70, buena parte del esfuerzo se orientó hacia el desarrollo del sector petrolero. Con la nacionalización de la industria de los hidrocarburos, los expertos del IVIC en este campo fueron a nutrir al Instituto Tecnológico Venezolano del Petróleo (Intevep).

Como todo en el país, el IVIC entró en crisis en los años 80 y 90, cuando la visión unipolar se adueñó del mundo. Se intensificó la cacería de cerebros por parte de los grandes centros de investigación, al servicio de las corporaciones globales. El neoliberalismo reinante limitó el papel del Estado en la sociedad y redujo los presupuestos para la educación en todos sus niveles. La labor de hacer ciencia en Venezuela parecía reservada a hombres y mujeres con una vocación casi sacerdotal.

Coincidió este tiempo con el del retiro de muchos de los investigadores que habían estado en la fundación y los años iniciales del instituto, sin que existiera una generación de relevo suficiente en términos cuantitativos y cualitativos.

Los cambios constitucionales a partir de 1999 y las crisis derivadas de la lucha política han marcado el rumbo del IVIC durante dos décadas.

Hay un intenso debate en torno al rol de la ciencia en la sociedad, entre las visiones del investigador como parte de una élite orientada al descubrimiento de avances y la invención, y la que hace énfasis en su función social. Tristemente, la competencia casi siempre la ganan los que tienen más recursos para comprar el talento de quienes se han formado principalmente con el esfuerzo del sector público.

En los últimos años, en medio de la guerra económica, el bloqueo de Estados Unidos y Europa y las medidas coercitivas unilaterales, el IVIC ha sufrido restricciones financieras muy severas, que han afectado su capacidad para la adquisición de equipos e insumos y, sobre todo, para la justa remuneración del personal altamente calificado. En eso estamos.

Recientemente el presidente Maduro inauguró el nuevo centro de investigación. 


Y ahora, el Parque Científico-Tecnológico

A lo largo de más de seis décadas, el IVIC ha sido un enclave del saber. Allí, en ese recoveco al que se accede desde la carretera Panamericana, entre Caracas y San Antonio, que ahora se refuerza con la puesta en marcha del Parque Científico-Tecnológico de Venezuela +Ciencia, inaugurado por el presidente Nicolás Maduro en la misma zona, los Altos de Pipe.

El centro tiene como objetivos primordiales promover la ciencia y tecnología abierta, aplicada a la paz, la vida y el desarrollo de la nación, de acuerdo con la información difundida a propósito de su activación.

Según Maduro, este es tan solo el primero, porque el proyecto es que este tipo de parques (una idea de gran éxito en Irán) nazca también en el resto del territorio nacional.

“La base de todo esto, de un país perseguido, agredido, sancionado, bloqueado, la base de todo nuestro avance está en el conocimiento, en la ciencia y con ello debemos aspirar, no solo a ser un país independiente, sino también a derrotar todas las formas de agresiones y sanciones contra Venezuela”, enfatizó el Presidente.

Las prioridades productivas de los parques científico-tecnológicos  están en consonancia con las del IVIC, pues se ubican en los sectores de alimentación, educación, salud, tecnología de la información y las comunicaciones y en otras áreas industriales que se vayan catalogando como preferenciales.

CLODOVALDO HERNÁNDEZ

 

 

 


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