Al derecho y al revés│Primarias para sauditas
Fue tan largo como el Parto de los Montes, pero al final las oposiciones tienen primarias
22/02/23.- Poco rumboso el lanzamiento porque persiste la división entre quienes ven en las elecciones como una vía para acceder al poder… y quienes sueñan con que míster Trump regrese a la Casa Blanca y ponga en práctica alguna de las opciones violentas o cartas bajo la manga que el expresidente decía tener bajo la manga.
El anuncio de la fecha para estas primarias se hizo discretamente y como haciéndose perdonar. De hecho fue en el gueto de El Hatillo, aunque el 2 de octubre es un acierto porque para el 2024 seguramente no habría tiempo de limar odios desarrollados durante veinte años y cuarenta partidos.
Pero eso son bagatelas porque más importante y serio para los venezolanos es reseñar la frialdad con que en USA y Europa recibieron a los delegados de las oposiciones que —partiendo desde los diálogos mexicanos a los que el Presidente no debe volver y de la Comisión Nacional de Primarias (CNP)— viajaron para pedir gruesas ayudas económicas.
Me imagino la cara del ciudadano Blyde cuando Monsieur Macron, después de escuchar el rosario de peticiones a los pedigüeños, les contestó que mejor se amarraran los pantalones esos señores opositores.
Que en Francia se está aumentando dos años la edad de jubilación porque no hay suficiente dinero para pagar el estado de bienestar de ese país, etc.
A ese respecto recuerdo que, apartando los robos y la malversación —y eso es un decir… del interinato—, conspiran contra las primarias sauditas financiadas por el primer mundo varios hechos.
Uno, desde el lado de la moral, que al ciudadano Blyde y a la CNP les debería dar vergüenza pedir dinero a gobiernos y privados extranjeros.
Pero es que desde nuestra historia los pedigüeños olvidan que en el pasado la sociedad civil venezolana ha organizado al menos una elección nacional con puro voluntariado.
La petición de Blyde y de la CNP no cae en cuenta de que alargar la mano frente a entes extranjeros hipoteca por adelantado el presunto gobierno que salga después de poner a competir los treinta y más candidatos.
¿Será que piensan recibir millones de gratis?
Pero es que la historia como recuerdo también tiene enseñanzas: corría 1941 y el país, cansado de las imposiciones de los andinos en el poder, exigía elecciones universales y directas.
Y el presidente Medina se oponía con el argumento baladí de que "eso era muy difícil porque nunca se había ensayado ese tipo de elecciones en Venezuela".
Obviamente, los andinos veían temblar el poder que tenían desde principios del siglo xx, pero no contaba el presidente Medina y su ministro Uslar Pietri con que jóvenes llegados a la política —periodistas y en general lo que luego serían AD, el PCV y Copei— se saldrían con la suya.
Y la jugada maestra fue inventar unas elecciones de Reina del Deporte… nacionales…
Todos podían votar con más de 18 años —no 21 como se estilaba—, así como también pobres y analfabetas.
Por la parte popular la candidata fue Yolanda Leal, mientras que por la alta sociedad fue Oly Clemente.
La elección se hizo sin CNE, sin Plan República y sin pedir dinero a nadie: Yolanda ganó con un millón cien mil votos y Oly llegó segunda con trescientos mil que tampoco eran malos.
La elección fue caldeada: los partidarios de la señorita Clemente, cuyo lema era "Oly Clemente, para la gente decente", desde el Country Club llamaban a Yolanda Leal "la candidata para la gente más vulgar", en vez del slogan usado por la ganadora: "Yolanda Leal, la más popular".
Terminado el concurso las dos se hicieron amigas y así fue hasta la muerte.
Pero la enseñanza de que una elección se puede organizar sin fastos sauditas fue olvidada.
Sería bueno que los dialogantes de México y los de la CNP, acompañados en esto por la caterva de candidatos, recordaran esos tiempos ahora que la canoa "está alta".
Y que los candidatos urdan un programa para sacar a Venezuela del marasmo, que todos lo apoyen —incluyendo adversarios— y que busquen con quiénes llevarlo a cabo, no vaya a ser que nuevamente pongan a administrar fondos a los "héroes del hotel Penélope".
Domingo Alberto Rangel