Estoy almado│La demanda a Google y Meta

Los medios advierten que si la demanda prospera podría “cambiar el futuro de Internet”

25/05/23.- Google y Meta (dueña de Facebook, Instagram y WhatsApp) no son responsables legalmente por los contenidos que se difunden en sus plataformas. No importa si los contenidos promueven el racismo, la xenofobia, la aporofobia, el asesinato, el tráfico ilegal de armas, el terrorismo, el magnicidio, entre otros desmanes.

El argumento es que ellos no son “editores” de los contenidos, solo organizan y distribuyen el material de terceros, mediante algoritmos. Por tanto, no son demandables y son inmunes de cualquier responsabilidad sobre la difusión. 

Ese fuero de protección se ha mantenido así desde 1996 a través de la controversial sección 230 de la denominada Ley de Decencia (¿?) de las Comunicaciones en EE. UU. Se trata de la carta magna del capitalismo tecnológico que permite librarse de la responsabilidad por la publicación de contenidos nocivos.

Entonces, si alguien comete difamación e injuria por un contenido en las redes o llama al magnicidio, puede recibir sanciones de la ley local donde reside, pero Google y Meta (como espacio donde se publican los contenidos) quedan exentos de cualquier responsabilidad, aun cuando publicar el contenido tiene un propósito claro y evidente contra el agraviado.

Para paliar ese libertinaje digital, algunos países aplican leyes locales y regionales (caso Unión Europea, con su política de privacidad) que castigan o sancionan a los creadores y propagadores de contenidos digitales nocivos. Pero es una curita que apenas maquilla el alcance de la todopoderosa sección 230. 

Ahora, algunos medios dicen que la inmunidad de los monopolios tecnológicos puede cambiar por una demanda contra Google y Meta introducida por los padres de una joven asesinada en los atentados de París en el 2015 por extremistas religiosos que tuvieron acceso a contenidos nocivos en la red.

Los tribunales federales de EE. UU. rechazaron la demanda por cumplimiento estricto de la sección 230. Sin embargo, el caso pasó a  manos del Congreso de EE. UU. La decisión que tomen nueve jueces puede dejar todo tal cual como está o puede “cambiar el futuro de Internet”, como advierten algunos medios en su afán de aumentar sus tasas de clic.

Si prospera la demanda, ciertamente, sería un precedente histórico para que Google y Meta asuman responsabilidades por las barbaridades que terceros difunden contra personas, Estados, países y grupos sociales vulnerables. Cualquiera podría denunciar a los gigantes tecnológicos si mediante sus plataformas llaman al magnicidio o hacen apología al racismo o a la aporofobia. O demonizan un país día y noche, como Venezuela, por ejemplo.

Si la demanda falla en contra de Google y Meta, obligaría a cambiar el algoritmo, lo cual supone pérdidas millonarias. En un hipotético escenario donde se cambie el algoritmo, los creadores de contenidos que publican sin responsabilidad alguna se quedarían sin trabajo o llenarían las cárceles.

De antemano, no creo que los jueces deroguen o dicten sentencia contra la sección 230. Obligar a los usuarios y gigantes tecnológicos a ser más responsables con los contenidos digitales no es un negocio rentable. Precisamente, lo contrario, la irresponsabilidad digital, es el sustento de los virales y el big data, que a su vez aumenta el tráfico y con ello las ventas. Es como decirle a los emporios tabacaleros del mundo que no usen más nunca la nicotina en la producción de cigarrillos.

Así las cosas, resulta poco probable un Internet más ético y humano por parte de los monopolios tecnológicos, porque pondría en riesgo las ganancias millonarias de la economía digital.

Los jueces del Congreso estadounidense tienen hasta junio próximo para dictar sentencia, pero todo indica que será a favor de los gigantes tecnológicos. Lo justificarán con el viejo argumento de que no se puede restringir a los mensajeros (Google y Meta) por el mensaje que publican terceros, aunque estos sean terroristas, por ejemplo.

Según sostienen los jueces, el algoritmo no tiene la culpa de que a ti te interesen los gatos, y por tanto, el algoritmo te inunde el celular con material y videos de estos felinos.

Lo mismo pasa con los actos de terrorismo, el racismo, la xenofobia, etc. Parece que el problema eres tú, no el algoritmo. Es la noción de “la máxima libertad de expresión sin límites de los poderes fácticos”, que no entraña responsabilidad por lo que se dice.

Los jueces parten de la tesis de que cualquiera en Internet consume lo que dicta su libre albedrío, no porque haya sugestión, manipulación y planificación de piezas para conectar con lo más instintivo y menos racional del ser humano.

Visto este panorama, se hace más urgente un plan de educación para las redes dirigido a la nueva generación, que comience en primaria y sea extensivo en la educación secundaria y diversificada.

Porque si a Google y a Meta no les importan asumir límites para una comunicación menos nociva, entonces que los futuros emisores de contenidos sepan sacarles provecho a las redes y medios sociales de una forma más consciente y humana.

 

Manuel Palma


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