Historia viva | El Caracazo: rompieron la vitrina
01/03/23.- El Caracazo fue una insurrección popular que rompió las “vidrieras” de la democracia representativa que se intentaba mostrar como la sociedad modelo del neoliberalismo moderno. Era un plan estratégico diseñado desde el centro de poder en Washington. Fue el fin de un período histórico neoliberal por la caída del proceso político del Puntofijismo iniciado en 1958.
Sobre el Caracazo se ha escrito en abundancia. Hasta hoy se han hecho todos los análisis de orden social, político-económico y cultural, desde todos los ámbitos y enfoques. Lo importante es no olvidar por qué ocurrió y determinar mediante el análisis histórico retrospectivo los intríngulis que quedan por relatar, como resultado de una experiencia que mostró el rostro insurgente del pueblo venezolano levantisco ante las imposiciones imperiales.
“Ir al Fondo Monetario Internacional no es una opción, es la única opción que tiene un país que agotó sus reservas internacionales” era lo que decía el presidente Carlos Andrés Pérez luego del Caracazo en febrero 1989, para justificar la entrega de la soberanía ante las exigencias del FMI y la implantación de su proyecto económico, que le asegurará a la Reserva Federal de EE. UU. los recursos petromineros de Venezuela.
Entonces Carlos Andrés Pérez demagógicamente acusaba a los “ricos” de la crisis que dio origen a la insurrección popular del Caracazo, señalando públicamente que “el estallido social fue una lección de los pobres contra los ricos”. A lo que los voceros de Fedecámaras en la declaración de Hugo Fonseca Viso respondieron: “Esta interpretación de los hechos golpea duramente la confianza e introduce factores de desestabilización en el equilibrio y la armonía”.
Buscar en la memoria el proceso de la caída del Puntofijismo nos lleva a encontrarnos con los antecedentes que dieron razón a las contradicciones entre la acumulación de riquezas del capitalismo monopolista imperialista y la pobreza masiva, ante el afán de enriquecimiento de factores económico-financieros internacionales y nacionales que pusieron en garantía nuestros recursos mineros y energéticos.
Un coctel de corrupción, despilfarro y derroche en abundancia dio ruta a los millonarios endeudamientos tras las subidas del precio del barril de petróleo producto de las guerras en el Medio Oriente y contra la soberanía del país. Los administradores de la cosa pública en los gobiernos de Acción de Democrática y Copei dieron rienda suelta a la entrega garantizada de nuestros recursos petrolíferos, a cambio de los créditos que anclaban al FMI para el dominio político estratégico del país.
La violencia con que se alzó la inflación, la especulación así como el desabastecimiento por acaparamiento para aprovechar la liberación de precios cayeron sobre los bolsillos de las grandes mayorías pobres, lo que produjo una respuesta de similares proporciones como reacción popular ante la imposición del paquete neoliberal, cargado ya desde 1983 con el Viernes Negro y que el pueblo venezolano aguantó durante seis años.
Ante aquel levantamiento popular la orden del gobierno de Carlos Andrés Pérez fue el exterminio con las ráfagas de las fuerzas de seguridad que dejaron un saldo característico de un genocidio, por cuanto hasta hoy no se conoce la verdadera cantidad de muertes debida a asesinatos o desapariciones forzadas producto del uso desproporcional de la fuerza pública.
Ese ciclo del final del Puntofijismo, que estalló en Venezuela el 27 y 28 de febrero de 1989, tuvo como consecuencia la elección de Hugo Chávez Frías al gobierno en 1998. Sin embargo, las medidas del Fondo Monetario Internacional habían continuado durante diez años, y no fue sino hasta el 13 de abril de 2007 cuando el presidente Chávez anunció en un acto masivo:
Venezuela canceló el pasado jueves la última cuota de la deuda que mantenía con el Banco Mundial. Con este último pago de esa deuda, que era en 1998 de casi tres mil millones de dólares (Bs. 27, 95 billones de bolívares), les puedo decir hoy: no les debemos ni un centavo ni al Fondo Monetario Internacional (FMI) ni al Banco Mundial.
Se liberó Venezuela, no solo de una deuda, sino del dominio económico de la Reserva Federal de EE. UU. y de la dependencia tecnológica, comercial y financiera del norte. Los venezolanos pagamos duramente este desenlace cuando miles se sacrificaron durante el Caracazo, cuando esas vidas humildes ofrendadas en las calles de Caracas y otras ciudades del país se alzaron para tener justicia económica.
Las deudas pendientes hoy son de orden político y ético. Los responsables de los hechos criminales ocurridos entonces, los que entregaron la soberanía del país a las transnacionales, los que hoy intentan lavarse la cara dando discursos anacrónicos cargados de mentiras con desfachatez luego de solicitar las sanciones contra la patria, son los herederos nefastos de los que gobernaron el país durante el Viernes Negro y el Caracazo.
Aldemaro Barrios Romero
venezuelared@gmail.com