Al frente de la batalla comunicacional

Era el líder comunicador de su Gobierno.

04/03/23.- Minutos después de jurar sobre “la moribunda” ya estaba revolucionando los paradigmas de la comunicación tradicional. Periodistas extranjeros supieron que estaban ante un mandatario fuera de serie. La prensa venezolana ya estaba en cuenta: se les presentaba como un hueso difícil de roer.

 

Transparente, coherente, sin marketing político ni asesores comunicacionales, transmitía argumentos sólidos con un lenguaje sencillo. Polemizaba y convencía, pero además ponía a pensar. Un verdadero peligro para los guardianes del estado de cosas.

Estaba aquel precedente, donde poco más de un minuto y dos palabras clave ante las cámaras, el 4 de febrero de 1992, le bastaron para conmover e ilusionar a un pueblo.

Artillería del pensamiento, guerrilla informativa, trinchera y ofensiva comunicacional, fueron parte del lenguaje que fue construyendo para sincerar lo que no debiera ser secreto para nadie: la comunicación es la continuación de la guerra por otros medios.

Así comenzó a disputarle el sentido común a las clases dominantes, un atrevimiento imperdonable que buscaron cobrarle en 2002, cuando la manipulación mediática, en su máxima expresión, se la puso color de hormiga.

Y a la hora de la chiquita, una fotocopia donde desmentía su renuncia alcanzó para que el pueblo, empoderado de la comunicación artesanal, produjera un movimiento telúrico.

Participativa y protagónica

Ganado a la comunicación como fuerza de transformación política, con el Aló Presidente, recorrió la geografía nacional. En vivo, sin cortes ni edición, a caballo, en tractor, montado en helicóptero o en un set improvisado, rendía cuenta, interpelaba, explicaba, escuchaba, felicitaba y regañaba.

Era la gestión de Gobierno, participativa y protagónica, que llegaba a todos los hogares.
Aquel “conversadito” con el pueblo cambió la comunicación política del país e inspiró a otros mandatarios de la región. La derecha vernácula siempre intentó copiar la fórmula, pero fracasó dando pena ajena.

Fue el primer presidente de Latinoamérica en usar Twitter, apoderándose de la herramienta enemiga, donde, pese a bloqueos y censuras, hasta el sol de hoy, el chavismo se mueve como pez en el agua.

Entendió lo estratégico de las TIC y como un tsunami llegaron satélites criollos, canaimitas, la potente Telesur e Infocentro.

Esa incansable labor comunicacional, plasmada para futuras generaciones, es otra de las razones por la cual a este hombre nunca podrán ocultar ni desaparecer. 

Multiplicarlo es la tarea.

Matías Aberg Cobo / CIUDAD CCS


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