Un militar que luchó por la justicia social

Desde el primer instante le demostró a la gente que era un militar distinto.

04/03/23.- Cuando el joven llanero, con apenas 17 años recién cumplidos, de figura flaca y desgarbada, pisó el Patio de Honor de la Academia Militar de Venezuela, tenía un propósito firme en su mente, ser visto por algunos entrenadores de beisbol y hacerse pelotero profesional para emular a su ídolo de la infancia, Isaías “Látigo” Chávez.

Sin embargo, a ese joven, también conocido en su natal Barinas como “Tribilín”, no le pasó por la mente que el supuesto trampolín que aparentemente lo llevaría a jugar en el beisbol profesional de Venezuela, terminaría convirtiéndose en uno de sus grandes amores y sería el instrumento para darse a conocer por el pueblo venezolano 21 años, 5 meses y 26 días después de haber entrado a estudiar la carrera de las armas en la “Casa de los Sueños Azules”.

Y es que Hugo Rafael Chávez Frías fue cambiando su forma de pensar sobre la carrera militar, en la medida que transcurrieron sus años de formación en la institución anclada al final de la avenida Los Próceres, en Fuerte Tiuna; mientras aquel sueño juvenil de jugar beisbol profesional se iba diluyendo en los pasillos de la Academia Militar, y el futuro Comandante Chávez afianzaba su pensamiento castrense y le agarraba el gusto a ese don de mando que mostró desde sus primeros años de estudios en Ciencias y Artes Militares.

Y ese Chávez castrense, a diferencia de muchos otros, fue compaginando las lecturas de su formación académica con el paseo por algunos libros revolucionarios y humanistas, por lo que, tal como llegó a decirlo en ocasiones, no ingresó a la Academia Militar con un pensamiento revolucionario, pero sí egresó de ahí “con un fusil en una mano y en la otra un libro del Che Guevara”.

Para Chávez, el militar no podía estar divorciado de la realidad que vive el resto de los habitantes de su país, y por ello, con el paso de los años conformó, junto a compañeros de promoción y otros oficiales, el MBR 200, órgano que los condujo a sublevarse en 1992 contra un sistema putrefacto, que había hecho añicos la esperanza de las y los venezolanos que querían un país de mayor justicia social.

El Comandante demostró desde aquel instante que era un militar muy distinto al resto de los hombres de armas que la gente estaba acostumbrada a ver, tanto así, que aquellos movimientos sociales de Venezuela y América Latina que en un principio desconfiaban de él, terminaron dándole todo su apoyo.

El Comandante Chávez demostró siempre su amor a la institución castrense, porque ser militar es amar la Patria, y amar la Patria es amar a su pueblo.

Juan Carlos Pérez Durán / CIUDAD CCS


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