Xin chào | Septiembre de rosas y espinas

Caprichos del destino: Hồ Chí Minh falleció a las 9:47 el dos de septiembre de 1969

Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay quienes luchan toda la vida, esos son los imprescindibles.
Bertolt Brecht
 
 
Cuando los seguidores del proceso bolivariano, recordamos aquel 4F o el regreso de Chávez, el 13 de abril del año 2002, ipso facto nos conectamos con el fatídico martes 5 de marzo de 2013, cuando el pueblo despidió a su comandante presidente en la Universidad Militar. 
 
Despedir al líder revolucionario causa un derrumbe interior al contrastarlo con el grato recuerdo frente a la imagen admirable del guía que interpretó nuestros deseos, nuestras ideas, que nos marcó el camino del viejo Marx, de Engels, de Lenin…
 
Algo parecido es el ambiente sobrio que se respira todos los dos de septiembre en la gigantesca plaza 
Ba Đình, en la norteña ciudad de Hanoi, en lo más alto de esa tierra annamita que nos describiera bellamente José Martí en su Edad de oro.
 
La solemnidad podría describir el paso a paso, el andar de los “sobrinos” del Tío Hồ, acostumbrados a llevar las cosas con parsimonia, como lo hicieron frente a los franceses que habían irrumpido con olor a pólvora, en 1858, por las costas de Đà Nẵng.
 
Ver el mausoleo de Hồ Chí Minh es reconstruir la imagen del escenario donde el venerable leyó la Declaración de la Independencia y el anuncio del surgimiento de la República Democrática de Vietnam (RDV). En ese mismo lugar fue levantado el mausoleo, donde hace 77 años estuvo la tarima en la cual el pueblo vietnamita conoció a su primer presidente y a los máximos líderes del Partido Comunista.
 
“El presidente Hồ Chí Minh falleció a las nueve horas y 47 minutos del dos de septiembre de 1969, fecha de la fiesta nacional. Para que el duelo no coincidiera con ese día de gran alegría de toda la nación, el Buró Político del Comité Central del Partido (III Congreso) decidió informar que el presidente Hồ Chí Minh había fallecido a las nueve horas y 47 minutos del tres de septiembre de 1969. Hoy el Buró Político estima necesario informar la fecha exacta de su fallecimiento…” [1].
 
El 2 de septiembre de 1945 se constituyó en una gran encrucijada, producto de la Revolución de agosto, que torció la ruta del pueblo vietnamita hacia nuevos senderos, esta vez con grandes perspectivas, por nuevos caminos, con grandes anhelos, sueños propios de un país que había despertado frente al yugo del colonialismo francés.
 
Pero ese dos de septiembre de 1945, fue solo la declaración de independencia, cual 11 de julio de 1811 en Caracas, porque los eventos libertarios no se quedaron en esa imagen protocolar de la lucha por la independencia verdadera. En el caso venezolano apenas comenzaban las confrontaciones que se definieron realmente el 24 de junio de 1821 en el campo de Carabobo.
 
Tampoco la euforia de la plaza Ba Đình fue suficiente; días después, el 23 de septiembre, los colonialistas franceses, apoyados por tropas británicas, atacaron de nuevo para retomar a Saigón. A los pocos días, el presidente Hồ Chí Minh llamó de nuevo al levantamiento general y el 6 de enero de 1946 se efectuaron las elecciones para elegir la primera Asamblea Nacional, que dio vida a la Constitución de la nueva república.
 
Con el ambiente nuevamente enrarecido, los organismos principales del nuevo poder nacido en Hanoi, se trasladaron a Việt Bắc, zona noreste para construir la base de la resistencia ante la nueva campaña de los agresores franceses, quienes rápidamente recibieron oportunas respuestas de las tropas populares vietnamitas que provocaron la estampida de los usurpadores. A partir de ese momento se fueron repitiendo las contraofensivas que condujeron a la caída definitiva de los franceses en la explanada de Điện Biên, al noroeste de Vietnam, en 1954.
 
A los 15 años de la derrota francesa, el gran líder partió hacia el descanso eterno, pero sembrado en el corazón de sus compatriotas, porque sus restos regresaron a una montaña, de gigantescos árboles, rocas y arroyos, de gran ubicación estratégica, al noroeste de Hanoi, que había servido de puesto de comando al Tío Hồ y a su Buró Político en 1957.
 
En plena guerra antiimperialista (1969), el ejército popular se llevó el cuerpo de su guía histórico al punto K9, código militar que llevó la bella colina, ubicada en lo que fue la provincia de Đá Chồng, convertida luego en distrito hanoyense.
 
Disipados los peligros de la guerra, Hồ Chí Minh regresó triunfante a Hanoi el 18 de julio de 1975, para descansar en el mausoleo de la plaza Ba Đình, lugar sagrado por donde diariamente desfilan los y las vietnamitas para ver a su héroe, a su líder, a su Tío Hồ de siempre y para siempre.
 
 
Ángel Miguel Bastidas G.
 
 Fuentes:
[1] Testamento de Hồ Chí Minh, Editorial Thế Giới, 2010.
QUANG, Mai Ly -Vietnam, un panorama- Editorial Thế Giới, 2004.   

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