Letra fría | ¡Mucho Fruto y muchos Vivas!

Hablar de Fruto es hablar de un sentimiento andante, un amoroso camarada

Favor: mientras lees, escuchar este link https://www.youtube.com/watch?v=OvwhIEItmvg de Adiós muchachos con Louis Armstrong, a manera de marcha fúnebre en memoria de nuestro amigo Fruto.

La mañana del martes 23, Roberto Malaver nos sorprendió con la triste noticia de la muerte de Fruto Vivas, a quien ya le habíamos augurado los 100 años como mínimo, por su lucidez y creatividad de siempre; pero la guadaña nos tenía esta terrible sorpresa que a todos nos tiene en el más triste de los dolores y se lo llevó de 94. Había nacido en la curva del Callejón del Verde, La Grita, municipio Jáuregui del estado Táchira; el 21 de enero de 1928.

Bellas notas de Hindu, Frasso, Andrés Simón Herrera con el hermoso cuento del día de su graduación cuando por petición suya le impuso la medalla. La historia de Andrés con Fruto en la clandestinidad fue de película: “Estaba escondido (y disfrazado con una peluca) detrás del paraván que está del lado derecho de la tarima. Cuando vino mi turno ya la mesa estaba anunciada que sería Fruto, hubo una ovación de pie, salió y caminó hacia donde estaba yo, llorando (cosa nada difícil en él). Recogió la medalla y me la puso”. El tema de Fruto es tan hermoso que en medio de la gran tristeza, los recuerdos paradójicamente destilan alegría.

Por eso, solo se me ocurrió poner Bomba camará, cuando después de los trompetazos de nuestro querido  Pedro Rafael Chaparro, en el solo de piano de Ricardo, Bobby dice “Mucho Richie y mucho Ray”, y nosotros en esta hora aciaga y tan inesperada, solo decimos: “Mucho Fruto y mucho Vivas”, y como decía el otro: “Somos la vida y la alegría, en tremenda lucha contra la tristeza y la muerte. Quienes mueren por la vida, no pueden llamarse muertos”. Argimiro dixit. Y ese era nuestro querido Fruto, desdibujado en estos ojos anegados de lágrimas, que parecen un caleidoscopio de dolor, o tal vez un carrousel como le diseñó para “La cajita de arrayanes” al Grupo de Armando Carías, El Chichón. ¡Duro y a la cabeza Fruto!, dijo el querido Armando, así son los chichones de la gloria, agrego yo.

Hablar de Fruto es hablar de un sentimiento andante, un amoroso camarada con la imaginación y la creatividad a flor de mente, fácil de llanto como decía Andrés Simón o como contaba Malaver, era muy llorón cuando daba sus discursos, tanto que Aníbal Nazoa lo presentaba como "El llorador de orden", y por supuesto que no podemos soslayar sus obras, pero aunque lo cuente todo el mundo, el Club Táchira, la fábrica de armas El Garabato, o que trabajó con el arquitecto brasileño Oscar Niemeyer para el Museo de Arte Moderno de Caracas, el Pabellón de Venezuela para la Exposición Universal de Hannover 2000, que fue instalado en Barquisimeto como La Flor de Venezuela, la iglesia del Santo Redentor en San Cristóbal, entre muchas otras.

Pero dejemos que hable Fruto, en uno de sus últimos mensajes: “Creo que a mis 94 años he vivido un poco como para dar un consejo… sean libres de mentes y lo serán de cuerpo, nadie podrá atar tu voluntad, tu rebeldía, tu sonrisa, ni robarán tus sueños, si vives la rebeldía de ser auténtico, de ser tú”.

Mi más sentida condolencia a mis hermanos en Fruto, Fructuoso en realidad; Pedro Sanz; José Cesarino y alias Gandhi; Vidal Cisneros; nuestra querida Zuleiva; Dafne inolvidable en este terrible acontecer; Soraya, una historia de amor reaparecida y con bello final, y todas las amistades comunes, incluido el desaparecido también Jorge Castillo, con quien se reencontrará y con su querido amigo Aquiles Nazoa, quien le celebrará el título de su último libro Las casas más sencillas.

¡Llevátela Gandhi!

Humberto Márquez


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