Caraqueñidad | La Virgen de Macarao tiene tremenda tarea

Nuestra Señora del Rosario de Curucay cada vez suena menos

06/03/23.- Imprecisiones historiográficas dejan saber que la patrona de Macarao, Nuestra Señora del Rosario de Curucay, tiene dos fechas de celebración de su advocación mariana, y reclama más atención de parte de la Iglesia y los feligreses, quienes cada vez se alejan más de lo divino por las imperiosas exigencias mundanas, socioculturales y económicas, que son requisito para sobrevivir en estos agitados días modernos y de pandemia.

El primero y el último de octubre se acostumbraba realizar una procesión y las fiestas patronales de la virgen indígena, nombrada madre del sector a partir del relato de un poblador originario; aunque hay quienes aseguran que se trata de una versión católica de aquellos curas, empeñados en evangelizar a los habitantes del sector, so pretexto de que se adecuaran a los mandatos emanados desde España en los albores del siglo XVIII.

Cuenta la leyenda que un aborigen habitante de la zona, en su labor de recolección de alimentos cuando fue a tomar agua del río Guaire (allí cerca del Macarao y el San Pedro), notó algo raro colgado en las ramas de un Curucay (o Currucay: árbol de tronco leñoso que produce una goma curativa, especialmente asuntos de la piel). Era una imagen en madera, de medio metro, de la Virgen, similar a Nuestra Señora del Rosario española; de allí el nombre.

Así lo contó el Hermano Nectario María, quien aseguró que la llevaron a la pequeña capilla del sector y desde entonces es venerada, aunque la tradición ha sido desplazada por otras deidades católicas más famosas, e incluso de otras religiones, gracias a la libertad de cultos.

La imagen fue ubicada por representantes del clero y jefes indígenas en ese humilde templo del incipiente asentamiento que nació como pueblo de indios y pasó a ser pueblo de blancos, debido al próspero –para los conquistadores– modo de producción en el que se aprovechaban de recursos agropecuarios. La mano de obra era esclava: indios y negros que trajeron de África como fuerza de trabajo, debido a lo geoestratégico de la zona que servía de paso para intercambio comercial desde y hacia lo que hoy es Aragua y Puerto Cabello.

“Las primeras industrias que se montaron en Venezuela fueron los trapiches que producían papelón, aguardiente y ron y un tipo de azúcar que dejaba mucho que desear”, asevera Alfredo Cortina en su obra “La Ciudad que se nos fue”. Además cultivaban yuca, maíz, batata, auyama y algunos granos. Todo un negocio para los dominantes.

Había que aplacar a algunos rebeldes en nombre de Dios, y ahora, con anuencia de la recién descubierta e impuesta Virgen.

Por esos atractivos económicos los indios toromainas, desplegados por toda la zona, bajo el mando de Guaicaipuro, plantearon resistencia y dejaron sus vidas ante los todopoderosos ejércitos españoles, mejor armados y entrenados para la invasión. Oh sana en el cielo.

El cronista Arístides Rojas escribió en “Cien Vocablos Indígenas”: “Macarao se llamó a uno de los tenientes de Guaicaipuro. Por su parte, Alberto Cuevas Picón, afirma: “Hay que recordar con cariño esa región representativa de un país indómito en el que a las órdenes del Cacique Guaicaipuro rindieron sus vidas en defensa de sus dominios valientes caudillos como Gaymacure, Macarao, Naiguatá, Gaycamacuto, Querequemare, Chacao, Tiuna, Baruta, Sorocayma…”

Cronología de un negocio

La aparición de la virgen a mediados de 1700 y la fundación de la parroquia 48 años después, atraen a más habitantes a Macarao que comenzó a significar un real negocio. En 1765 la Corona envía al juez pesquisador, don Pedro Felipe Llamas, a manera de garantizar contraloría positiva para los intereses invasores. Y en 1772 recibió apoyo eclesial por parte de su Excelencia Don Mariano Martí, quien introdujo cambios en cuanto al catolicismo y apoyado en la Arquidiócesis de Caracas oficializa a Nuestra Señora del Rosario de Curucay como patrona.

Al ejecutar el nuevo Templo de la Virgen recomendado por las autoridades, todas las ofrendas, tesoros y mucho oro allí resguardado desaparecieron, a pesar de los famosos contralores.

Ante este manejo desigual de los recursos, impuesto por el nuevo modo de producción, el indio se hizo nómada y los que se quedaron fueron esclavizados y adoctrinados, a pesar de la fuerza divina de la Madre de Dios.

Con la adición de la mano de obra negra la población aumentó a más 1.200 habitantes y comenzó el mestizaje, también ante los ojos de María Santísima, cuya iglesia por su importancia histórica fue declarada monumento nacional el 2 de agosto de 1960.

Tan próspera resultó la zona, además de agradable clima, que 200 años después del encomendero original para la zona, Juan Jorge Quiñónez, María Antonieta Bolívar, hermana del Libertador, tuvo allí una hacienda con esclavos…

Pocos milagros

Certificó el Pbro Santiago García que cuando la señora Josefa León, enfermó de úlceras en la cara y le causó entumecimiento por fuertes dolores en sus extremidades, se encomendó a la Virgen de Macarao bajo la promesa de una misa cantada en acción de gracia si se curaba. La paciente, sana y a salvo, llegó desde otro lugar a cumplir lo prometido.

En realidad no se conocen tantos favores concedidos, pero como la fe mueve montañas, los macaraenses tienen plena convicción en que su patrona actuará sobre el coronavirus, ayudará a conservar el parque nacional –creado en 1973–, y mejorar la represa –creada en 1873 por Guzmán Blanco para surtir agua a El Calvario–, la vialidad, transporte, inseguridad, invasiones y falta de hospitales...

Luis Martín


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