Al derecho y al revés │ ¿Con Chávez era distinto?

08/03/23.- No se trata de un tema popular porque veo más bien a los caraqueños preocupados buscando gangas unos, mientras que otros se las arreglan para pegar el Carnaval con la Semana Santa y así no tienen mucho tiempo para filosofar.

No obstante, hay pequeños grupos que equivocados en sus cálculos piensan que uno puede caer en sus pequeñas manipulaciones cuando inquieren por lo que escribo “si veo al gobierno del presidente Maduro como socialista”.

Casi les da un patatús cuando les recuerdo que ya en el siglo pasado me declaré libertario y por tanto la exquisitez que tan grandes intelectuales proponen ¡no me quita el sueño!

Sin embargo me parece injusto y poco serio comparar la situación que vivió el comandante Hugo Chávez con la actual. Se trata de comparar naranjas con monos titís.

Obvio que el mundo es el mismo, pero en estos diez años han habido cambios realmente radicales.

La Venezuela que gobernó el comandante fundador de los gobiernos bolivarianos aún tenía una gran mayoría —dentro y fuera del país— que nos pensaba como “habitantes de un país rico”. Y actuaban en consecuencia, sin darse cuenta de que desde finales del siglo pasado —cuando los militares estadounidenses aceptaron liberar internet— se había desatado una guerra interna al gran capitalismo internacional, que no es el de los portugueses y los supermercados.

El viejo capitalismo nacido y criado con petróleo por primera vez en más de un siglo estaba a punto de ser retado por los nuevos supermillonarios de Internet.

Hasta el final de su gobierno, Hugo Chávez no solo vendió el petróleo a buen precio, sino que aún recibía préstamos de los chinos, por lo menos.

En la actualidad aunque los llamados “chavistas históricos” no lo vean, no solo el petróleo se vende a menor precio y con descuento, sino que las sanciones encarecen lo que importamos en un país dónde tras un siglo de prédicas al aire para que no importemos tantos cachivaches, ¡todo se sigue importando!

Y eso sin mencionar lo que nos afecta la guerra de USA contra Rusia en Ucrania, el cierre del comercio mundial a raíz de la pandemia, y la poco nacionalista manía del venezolano común que prefiere colocar el dinero sobrante en la Florida yanqui en vez de invertirlo aquí.

La manipulación de estos/as viejos/as chavistas desplazados/as, muchos sin oficio, toma vuelos demagógicos cuando discuten los bajos salarios que ganamos los venezolanos, como si ellos fuesen nuestros abogados o tuvieran una solución a mano.

No ven que lo poco que se está haciendo proviene del sector privado que no coge línea porque es libre, como debe ser. Y que un gobierno sancionado ilegalmente por el imperio yanqui no puede competir con el pasado cuando aún esa eventualidad no nos había golpeado.

Un ejemplo es la constructora Sambil que está inaugurando creo que nueve parques temáticos para disfrute de los niños venezolanos, y los que vengan de turistas con sus padres.

Sus empleados no ganan los “tres dólares al mes” que vocifera la demagogia y si bien es cierto que en términos internacionales lo que ganamos en Venezuela es poco, resulta imposible mejorar mucho los salarios, produciendo menos de un millón de barriles al mes y exportando gratis lo que los chinos pagaron por adelantado para un fondo que el comandante dilapidó.

Esa es la gran verdad de un país que a finales del siglo XX se creía rico, y que en esta segunda década del XXI se niega a pensar y actuar como lo que ahora somos: un país tan pobre como Cuba, Nicaragua, Haití, Honduras y Paraguay.

Estos y estas “chavistas históricos/as” son la otra cara de la moneda de María Corina Machado que no aporta verdaderas soluciones, pero le echa leña al fuego.

Se parecen a unos militantes de Causa R que trabajaban en nuestro programa de gobierno para Baruta —hace décadas│ y como no querían calcular los posibles recursos para el presupuesto, solucionaban el escollo con lo que ellas y ellos llamaban “créditos adicionales” —como si eso no se tuviera que pagar o como si la banca estuviese obligada a prestarle a la Alcaldía—.

Lo peor es que esas joyas son las que ahora chillan por lo poco que ganamos los venezolanos, pero no aportan soluciones más allá del “con Chávez era distinto”… no jilen.

 

Domingo Alberto Rangel


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