Tinte polisémico │ Mercado cambiario

Libre oferta y demanda o expectativas especulativas…

10/03/23.- Hoy en Venezuela, para el ciudadano común —independientemente de su patrimonio, actividad profesional, estrato socioeconómico, afiliación política o religiosa, sexo, e inclusive en los muy jóvenes— la cotización de la divisa norteamericana, el dólar de los Estados Unidos, expresado en bolívares de la República Bolivariana de Venezuela es un tema de interés capital en sus actividades consuetudinarias.

Todos estamos pendientes diariamente de los respectivos tipos de cambio, sea el fijado y oficializado por la autoridad monetaria, el Banco Central de Venezuela (BCV) o el de las cotizaciones que ofrecen otros operadores cambiarios, intermediadores o agentes, conocidos como mercado paralelo o no oficial.

Este entorno de demandantes, oferentes y reguladores, los cuales participan en los procesos de la compra y venta de divisas es lo que conocemos como el mercado cambiario.

Conozcamos, entonces, parte del marco teórico que explica y comporta dicho mercado cambiario. Es decir, como parte del mercado financiero y como un subsistema de la economía doméstica. Pues en tiempos de globalización financiera, productiva, comercial y económica, y de la internacionalización de los flujos de inversiones y financiamiento (préstamos), las divisas y sus precios no escapan de esa dinámica.

En tal sentido, es importante comprender el funcionamiento, los factores que inciden en el tipo de cambio, las consecuencias de este en los negocios, y, por tanto, en las finanzas personales, lo cual reclama atención, no solo por razones de cultura financiera, sino por su impacto en la economía y en los bolsillos de los ciudadanos.

Primeramente, el mercado cambiario, en teoría, tiene las funciones siguientes: convertir la moneda de un país en moneda de otra nación y proporcionar cierta seguridad ante los riesgos económicos.

El tipo de cambio (tasa de cambio), también conocido como cotización, se define como el valor al que el mercado convierte una moneda en otra. En nuestro caso concreto, 24,65 Bs./U.S. $. Significa que por cada dólar de los Estados Unidos que deseo adquirir, debo pagar como contravalor, al día de hoy, casi 25,00 bolívares.

Ahora bien, en los negocios internacionales se hace uso de cuatro formas distintas de mercados cambiarios: 1) Los pagos que recibe una empresa o país por sus exportaciones, así como el ingreso por sus inversiones extranjeras, pueden estar expresados y materializados en otras monedas, y para repatriarlas al país de origen deben ser convertidas a su moneda local. 2) Cuando debe pagarse en la moneda del país a una compañía extranjera, por sus productos y servicios. 3) Para invertir a corto plazo, en otros mercados monetarios, excedentes de efectivo en una moneda. 4) En ocasión de realizar, a corto plazo, una especulación monetaria por conversión.

Sin embargo, los mercados cambiarios internacionales constituyen una red global de bancos, de cambistas y de corredores de divisas conectados mediante sistemas de comunicación electrónica. Por lo cual, es necesario acotar, estos nunca “duermen” simultáneamente. Los mercados cambiarios de Londres, Tokio, New York, San Francisco, Sidney, Frankfurt, entre otros, operan cada uno en sus respectivos husos horarios de actividad comercial.

Por otro lado, en su nivel más elemental, los tipos de cambio se determinan por la oferta y la demanda de una divisa en relación con la oferta y la demanda de otra.

La mayoría de las teorías económicas de los tipos de cambio parecen coincidir en que tres factores tienen impacto importante en las fluctuaciones futuras de las divisas: la inflación del país, la tasa de interés (precio del dinero) y la “psicología” del mercado.

La lógica y racionalidad del mercado capitalista, en sus objetivos y mecanismos de funcionamiento, atiende a la maximización del beneficio o tasa de ganancia. No le orienta la solidaridad, el beneficio redistribuido en forma equitativa entre los participantes y la sociedad, la sustentabilidad del planeta o cualquier otro principio que orbite en torno al bienestar y el desarrollo del ser humano.

Nuestro gobierno, en su afán por mantener un tipo de cambio mediante una política monetaria y cambiaria, a través del BCV (atribución que le compete legalmente: la de mantener la estabilidad cambiaria), debe contrarrestar la incertidumbre. A tales efectos, surte, de acuerdo con sus posibilidades, las necesidades de divisas de los clientes particulares y corporativos a través de la banca comercial. No obstante, los comportamientos especulativos de determinados actores juegan a las expectativas alcistas, y su objetivo y orientación es ganar dinero de forma inmediata por simple intermediación.

Por tal razón, podrá usted preguntarse: ¿por qué no suministra el BCV la suficiente cantidad de divisas al mercado cambiario y evita la depreciación constante del tipo de cambio? La respuesta no es solo de índole económica, pues no se trata de la disminución de los ingresos externos en divisas por concepto de renta petrolera, sino también de las sanciones financieras, administrativas y comerciales, del embargo y la confiscación arbitraria de activos, de la congelación de fondos y valores, del aislamiento de los flujos de inversiones externas y del crédito internacional.

La agresión del gobierno norteamericano (pretendido país hegemón), y de sus serviles aliados europeos, es una política, sistemática e intencionada, enfocada en evitar la recuperación, a cualquier costo y por cualquier medio, de nuestra economía, y someternos precisamente a través del tipo de cambio.

 

Héctor E. Aponte Díaz

tintepolisemicohead@gmail.com    


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