AfroUrbe | A la cara y sin filtro

19/03/23.- En la nocturnidad caraqueña, conocí a Mauricio Marín, ese moreno de mediana estatura que cantaba en el lobby en un hotel de la famosa calle de los hoteles, de Plaza Venezuela. Para ese entonces, ni pensaba ser parte del mundo de la música. Estaba con unas amigas, solo disfrutaba a ratos, pero me divirtió el hecho, devenido en burla, de que él cantaba con chuleta en mano. Sin embargo, esa broma enmascaraba lo cautivada que ya estaba. Allí quedó bautizado como el “Bebé de la Salsa”.

A la semana, comencé a recibir clases de percusión con Manuel Moreno, director del grupo Herencia, en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela, pues ya era hora de cumplir un deseo de antaño. Fue allí donde coincidimos y lo reconocí. Junto al profesor Manuel, me invitaron al lanzamiento, en el Celarg, de la segunda producción discográfica de esta agrupación.

Descubrir el género “patarrumba” fue un viraje de 180 grados: había relegado al Bebé para luego ubicarlo como protagonista de la generación de relevo del canto en la escena musical venezolana. Él dio cuenta de sí y de su talento en Herencia, agrupación que con sus 24 años de existencia aún aviva la llama ancestral y genera sonoridades sin igual en la Caracas AfroUrbe, de la que tengo el honor de ser hoy parte.

Tras 13 años de este encuentro, entre la rumba caraqueña, con la salsa y la afrocontemporaneidad del patarrumba, y muchas andanzas en el manejo musical, vuelvo a escucharlo. Ahora me sumo a la interpretación, en la riqueza rítmica heredada, e, ineluctablemente, vuelvo a ese punto de la escucha en el aquel hotel, y veo que se consolida con la musicalidad que viví con la banda Herencia, en el Celarg, la cual, como consecuencia, me hizo internarme en la producción de esta experiencia sonora.

La vivencia de gestar, producir, acompañar e impulsar la música en Venezuela pasa por amar, enamorarse de nuestras creaciones, creer firmemente en el potencial creador. Pasa por cómo apropiarse de nuestros artistas, creadores y cultores, para ofrecer la visibilidad necesaria y el posicionamiento del quehacer artístico cultural venezolano. Gestar es dar vida a ese deseo de moldear, entre sonidos, nuestra identidad, que está en permanente movimiento.

¿Qué pasaría si en este profundo amor por el quehacer artístico cultural nos enamoramos colectivamente? ¿Qué pasaría si ahondamos aún, con mayor intensidad y ahínco, como todo amor, en el desarrollo de nuestras políticas culturales en el sector público y el privado, en el cumplimiento de su deber?

Mientras tanto, los invito a conocer aún más a Mauricio Miguel Marín Rojas en https://epaleccs.info/publicacion/88-el-cantar-de-mauricio-marin

 

Mónica Mancera Pérez

@mujer_tambor


Noticias Relacionadas