¿Melancolía el domingo? Descubre qué es la neurosis del domingo

Muchos sienten melancolía el domingo. La Logoterapia ya había indicado este fenómeno

19/03/23.- Lidiar con el tránsito en la vía, interactuar con los compañeros en la oficina, salir del trabajo e ir al gimnasio, estudiar, compartir con los amigos, anhelar el sábado para terminar otros asuntos pendientes, y llegar al domingo sintiendo malestar o nostalgia.

Son muchas las personas que, cuando terminan sus jornadas laborales y compromisos sociales, lejos de tener un domingo de calma y encuentro consigo mismas, sienten melancolía y la urgencia de contactar con alguien para iniciar algún plan que las saque del tedio que les produce este día.

Así, vemos a quienes acuden a misa, asisten a una carrera o planifican un domingo de barbacoa para evitar estar a solas con ellos mismos. Esta sensación de angustia no es nueva. Varios autores han hablado de ella y la han llamado la neurosis del domingo o el síndrome del domingo.

 

La neurosis del domingo

El pensador Sándor Ferenczi escribió en su obra Neurosis del domingo (1919):

El domingo es actualmente el día festivo de la humanidad civilizada. Pero sería un error creer que este día festivo significa simplemente una jornada de reposo físico y psíquico; hay otros factores afectivos que contribuyen notablemente a la expansión que procura por lo general. En este día no solo somos dueños de nosotros mismos, nos sentimos libres de todas las obligaciones que el deber y la opresión exterior nos imponen, sino que también sentimos una especie de liberación interior.

Con ello se hace alusión a que los días domingos muchos no experimentan alegría ni descanso ni calma, sino desasosiego. Se trata de un vacío que aterra a quien lo vive, pudiendo llegar a sentir ahogo e incluso padecimientos físicos.

Aquel que sufre del síndrome del domingo puede experimentar malestar emocional, preocupación, frustración, tristeza que llega con los recuerdos del pasado, dolor de cabeza, estomacal, de espalda u otro.

Por muy paradójico que parezca, muchas personas están tan habituadas a seguir órdenes en sus lugares de trabajo que, cuando están exentas de ellas, entonces no saben qué hacer con ese tiempo.

Muchos terminan por desear que llegue nuevamente el lunes para sumergirse en el cúmulo de asuntos pendientes que les impone la cotidianidad, resignándose ante el inicio de una nueva semana con más tareas y horarios por cumplir.

Además del autor mencionado, el psiquiatra Viktor Frankl también catalogó este malestar con el nombre de síndrome del domingo por la tarde o neurosis del domingo, asociándolo con el malestar que produce el vacío existencial, es decir, el carecer de un sentido en la vida.

Del mismo modo, la calma y el silencio, aparentemente propios del domingo, hacen surgir los temores más profundos del interior del individuo, arrinconándole ante sus inquietudes y temores en la vida.

Esto explica por qué muchos desean salir corriendo de casa o, tal vez, tomar el teléfono y pedir algo de compañía o improvisar algún plan que los aleje de la dolorosa realidad que los confronta con su persona, pues parece tratarse de una lucha interna más que de un encuentro armónico con sus pensamientos.

El terror a escuchar esos pensamientos también lleva a que otros opten por subir el volumen de la radio o asistir a lugares concurridos y ruidosos que sofoquen su voz interior. Las compras y las visitas a los centros comerciales parecen ser una buena alternativa para quienes padecen del síndrome de los domingos por las tardes.

Hay quienes sienten enfado porque les parece que están perdiendo el tiempo y necesitan de lo que está “afuera” para sentirse bien y no confrontar el vacío de “adentro”.

 

La condición de libertad del hombre

El hombre es un ser libre, al menos así lo consideran muchos pensadores existencialistas, y es esta libertad la que provoca el terror y la angustia, pues el hombre se ve a sí mismo como un ser que no está definido, sino que es indeterminado y libre.

Dicha responsabilidad es pesada e insoportable para algunos. Y de ello se percató el filósofo danés Søren Kierkegaard, quien en 1844 escribió un trabajo filosófico titulado El concepto de la angustia.

Para este autor, la angustia es un miedo similar al que siente un hombre que se encuentra ante un vacío o precipicio, justo en el borde, y teme caer, pero también tiene un impulso por lanzarse, de forma intencional, al vacío.

Según Kierkegaard, esta es la condición del hombre que vive con angustia, ocasionada por la conciencia de su libertad. El tener la posibilidad y la libertad de accionar despierta temores profundos. Por eso lo llamó el “mareo de libertad”.

Sin embargo, tal como el filósofo lo consideró, esta angustia, lejos de ser paralizante, también puede constituir un camino para que la humanidad se salve, pues este temor nos informa sobre nuestras posibilidades u opciones.

 

Isbelia Farías


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