Retina | Entre el Tigris y el Éufrates

A la muerte, la que planifica y ejecuta Estados Unidos, le gusta matar generando simpatías

20/03/23.- Y llegó la muerte desde el mar y desde el cielo. Apareció vestida de aceros y aluminios, escupiendo metales, plásticos, químicos, bacterias y toxinas. No preguntó nombres ni roles. Trató igual a las madres y a sus hijos. Arrancó extremidades, explotó pechos y dejó ojos vacíos.

Fue en Irak, ahí entre el Tigris y Éufrates, en el mismo lugar que alguna vez fuera Mesopotamia  (en griego, “tierra entre ríos”), en donde decimos que nació la civilización. Allí en el 2003, Estados Unidos, de nuevo, fue a masacrar a un pueblo para imponer una libertad que produce esclavos y contra la cual siempre se levantan los pueblos.

La muerte se impuso desde ese jueves 20 de marzo de 2003. Estados Unidos y unos pocos lacayos invadieron Irak para apoderarse de su petróleo. Dijeron que invadían para salvar a la gente, pero mataron a más de un millón de personas. Dijeron que invadían porque era necesario eliminar las armas de destrucción masiva, las que nunca encontraron porque nunca existieron, y ellos sabían que no existían. Lo sabían antes de usar sus propias armas de destrucción masiva.

Anteriormente, en Afganistán, y en otras ocasiones, se ha justificado la muerte defendiendo la cultura ancestral y exigiendo la ruptura con esa misma cultura, y a millones les ha parecido una causa justa porque los pueblos tienen derecho a defender sus tradiciones, porque los pueblos tienen que alcanzar mayores niveles de progreso cultural y social.

A la muerte, la que planifica y ejecuta Estados Unidos, le gusta matar generando simpatías. La muerte, antes de llegar, defiende democracias, libertades, derechos humanos, tradiciones o transformaciones. Dice siempre que solo va a eliminar a una persona que tiene todo el poder. Hay quienes resultan convencidos, millones, de que la masacre se realiza en nombre de la vida, cuando en verdad su nombre y su apellido es muerte. A la muerte no le importa. Quiere apropiarse de la riqueza que corresponde a la gente y le resulta más fácil si elimina a la gente.

Vale recordar este día, 20 de marzo de 2003, porque la muerte no para de buscar otros países donde ir a matar y siempre despliega miles de dardos envenenados directo a nuestros corazones. Ella quiere que brindemos en su apoyo, convencidos nosotros de que estamos defendiendo la vida, cuando en verdad la impulsamos a que llegue sin preguntar ni distinguir, desmembrando y rompiendo por igual a niñas, niños, madres, muchachas, abuelas y abuelos.

 

Freddy Fernández

@filoyborde


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