Al derecho y al revés │ ¡Unidad contra los corruptos!
22/03/23.- Por lo visto, los medios que suelen ordeñar funcionarios corruptos siempre se enteran antes que nadie de las órdenes de detención contra sus compinches en los gobiernos. Y avisan, por ende, para minimizar daños o para que el presunto ladrón prepare su defensa.
El catire Donald Trump fue alertado a tiempo de la orden de detención en su contra, a causa de varios delitos… y, enterado, salta hacia adelante anunciando, con días de anticipación, que lo van a detener por razones políticas.
El tema permite variantes, sin embargo: durante los años del puntofijismo, cuando definitivamente se decidían a investigar a un funcionario corrupto, fuese del Ejecutivo o de cualquiera de los otros poderes, avisado a tiempo, el afectado renunciaba al cargo para facilitar las investigaciones. No sin antes poner tierra de por medio, ya que en esos tiempos los juicios prescribían y algún día el vagabundo podía regresar como si nada.
El tema de las detenciones que ordenaría el fiscal Tarek se venía anunciando en las redes e incluso se especulaba en el exterior como parte de una guerra en el interior del bolivarianismo.
Conociendo una historia similar, no creo eso de la guerra, sino más bien recuerdo una parte olvidada de la historia reciente de los cubanos. Aunque muchos se nieguen a creerlo, una vez pasada la primera oleada de exiliados a Miami, en el gobierno del comandante Castro iban en aumento los hechos de corrupción que, desde luego, siendo la economía cubana más chica que la nuestra, nunca llegaron a la increíble cota de 3.000.000.000 de dólares que, según se ha filtrado, fue la cifra que desviaron desde Pdvsa.
Allá, el funcionario X usaba el carro de la institución que dirigía para vacacionar con la familia y también proliferaban pequeños hechos similares que, no por diminutos —en comparación con lo ocurrido en Pdvsa y la Superintendencia Nacional de Criptoactivos (Sunacrip), encargada de vigilar los pagos en petros—, no dejaban de desmoralizar a la población, que ya para los años setenta estaban acostumbrándose a la idea de que las sanciones de los Estados Unidos no iban a cesar.
Estos corruptos cubanos, por lo general, no eran muchachos, sino personas que más bien pertenecían a la misma generación del comandante Fidel Castro y los del Granma, lo que obligó a sacar de puestos clave a funcionarios de esa generación para sustituirlos con jóvenes determinados a dar la vida por la Revolución. Eso se ha venido haciendo en Venezuela, con las variantes de rigor, porque en Cuba es legal la pena de muerte y aquí no.
También tenemos entre nosotros una dificultad que no tuvo Fidel Castro: en Cuba, incluso en tiempos de la Revolución, tenían suficientes tribunales para atender los delitos que en esa época y lugares se cometían.
Entre nosotros, los tribunales está atiborrados de casos que son imposibles de atender, y cuando el ciudadano trata asuntos donde se le puede ir la vida, aparece la corrupción para aligerar tiempos o para condenar inocentes, si fuese el caso.
Entiendo la situación del país, ahora lleno de sanciones, que no por ilegales dejan de hacer daño. Entiendo que el fiscal Tarek William Saab intenta actuar como corresponde, siendo que la institución que dirige también está ayuna de personal y heredó corruptos de otras épocas.
Sí, pero eso no implica que entre nosotros no se den pasos para solucionar la falta de justicia que sufren los venezolanos, porque justicia tardía no lo es, y corrupta, menos.
Otro punto: el mal entre nosotros se ha venido extendiendo al punto de que entre los detenidos por el fiscal hay alcaldes, jueces y funcionarios, que a nombre del Estado comercian.
Antes de que un escándalo mayor oculte este, sería interesante ver si los candidatos a las primarias de la oposición se atreven a firmar un pacto anticorrupción junto al presidente Maduro. Así cada grupo puede purgar sus bandidos o acusar a los de otros grupos.
Sería un imposible deseable, deseable por razones obvias e imposible porque los titiriteros de esas primarias, unos son muy corruptos y otros no quieren llamar la atención.
Domingo Alberto Rangel