Historia viva | Cimarrón y cimarronaje
22/03/23.- La palabra “cimarrón” la asociamos a la rebelión de los esclavizados negros de los siglos XVIII y XIX, y es que el término responde a las rebeliones de los negros en América Latina y el Caribe; sin embargo, fue aplicado por primera vez a los indios sublevados en Cuba en el siglo XVI. Por otro lado, la palabra cimarrón aún es empleada en quienes se oponen a los actos de dominación y sojuzgamiento contra la población pobre, ya no con exclusividad contra los afros, sino que hay cimarrones de todos los colores.
Etimológicamente, significa un animal doméstico que se ha vuelto salvaje: “… un animal doméstico (…) que huye al campo y se hace montaraz”. También: “Dicho de un marinero: Indolente y poco trabajador” o “… de un esclavo: Que se refugiaba en los montes buscando la libertad”, según el diccionario colonial de la Real Academia Española.
Este vocablo es aplicado en un principio a los animales irracionales: un toro cimarrón es el macho padrote que se liberó del arreo e hizo tienda aparte de la manada controlada por el arriero. Se asigna al ganado vacuno o caballar que se libera de la “soga” y vaga libre por la sabana. Fue precisamente aplicado en tiempos de la Colonia a los seres humanos “inferiores” por los que llegaron de Europa a “conquistar” a los “salvajes” de América.
Y, precisamente, esos seres “inferiores” fueron los indios taínos. Así, los primeros “salvajes” que se liberaron de sus esclavizadores fueron llamados “cimarrones”, tal y como lo relata el historiador cubano Duharte Jiménez en su libro Nacionalidad e historia (1989), donde señala que las primeras referencias documentales datan de 1531, cuando la reina Isabel I de Portugal, esposa del rey Carlos I de España, escribió al gobernador de Cuba: “Mucho he holgado que de lo que decía que la isla al presente está muy pacífica de indios cimarrones”.
Luego, al desaparecer los últimos cimarrones y cimarronas indígenas de Cuba, a los negros esclavizados que se liberaban del yugo dominador y se constituyeron en organización comunitaria independiente les adjudicaron esa designación; sin embargo, y ante las circunstancias de las injusticias, estos seres liberados constituyeron la génesis nuclear de posteriores actos de independencia en América.
Gonzalo Fernández de Oviedo, en su Historia general y natural de las Indias, publicada en Sevilla en 1535, identificó a los indios rebeldes como “indio cimarrón o bravo” y “puercos cimarrones o salvajes” .
Es claro que el genocidio aplicado a los pueblos indígenas taínos de Cuba por los colonizadores españoles acabó especialmente con sus mujeres. En tanto, al perder a la última madre, se perdió, no solo la lengua, sino que se exterminó a este pueblo rebelde. Su insurrección la asumieron los esclavizados negros traídos a la fuerza desde África. De este modo, a lo largo de la geografía americana, desde el momento de aplicarse las doctrinas de conquista y de colonización, con sus crueldades manifiestas simultáneamente, se desarrollaron procesos de rebeldía ante las injusticias coloniales.
Por las armas no fueron doblegados los pueblos que agacharon la cabeza ante la pólvora y el fuego, sino que se resistieron al dominio de la lengua. Ante la inoperancia de la fuerza de las armas, existe la hipótesis de que, luego de los siglos XVI y XVII, muchos indígenas que no se sumieron en la catequización católica o que fueron casi exterminados, como las comunidades tomuzas, tesermas o guamonteyes del norte de Venezuela, migraron al sur como cimarrones y se conjugaron con otros pueblos, para hoy permanecer como los bravos yanomamis en los territorios de Guayana y Amazonas de Venezuela.
Ese concepto de cimarrón, que no es más que rebeldía a la dominación coercitiva por vía de la fuerza cultural, está presente hoy en los pueblos de América y el Caribe. Si no, cómo se explica que los indígenas peruanos y ecuatorianos se rehúsen a las políticas neoliberales y alcen su voz contra las instancias políticas de nuevos formatos de dominación.
Cómo se explica que los pueblos de Venezuela y Colombia se resistan y cimarroneen las medidas unilaterales y coercitivas de EE. UU. contra los gobiernos de estos países, por el hecho de asegurar su soberanía y apalancar procesos de independencia económica con una visión multipolar, a pesar de las brutales engañifas de una supuesta incapacidad gubernativa, cuando las amenazas, los bloqueos y las persecuciones financieras generan climas de zozobra para afectar a la población, especialmente, de las comunidades pobres.
Así hoy, el “cimarronaje” se ha convertido en una categoría proverbial de la América liberadora, un concepto que dialoga con una narrativa histórica de cinco siglos de luchas sociales y políticas, que ha dado un repertorio de nuevos conceptos y referentes transformadores.
Aldemaro Barrios Romero