Horizonte de sucesos │ Realidad misteriosa

Por más evolución que haya, siempre habrá un misterio que subyace a la vida

27/03/23.- La existencia toda es misteriosa. Nos crea al mismo tiempo que nosotros somos testigos de ella, y sin testigos no hay vida que valga; eso lo sabe hasta Dios, que tuvo que crear a otros para que vieran su obra.

El misterio continúa a pesar de que el pensamiento evoluciona, se perfecciona el sistema de creencias y avanza la ciencia. No sabemos si vivimos horas nominales o un solo bloque de tiempo desde el principio de ese gran todo que nos incluye. Tampoco podemos precisar hasta qué punto lo que existe es creado por el mismo deseo que fluye en la estampida de los acontecimientos; todo depende de la experiencia que finalmente es dudosa y fragmentaria en el corretaje donde nos movemos.

Nadie puede negar que eso que percibimos como intangible y difícil de demostrar es capaz de activar zonas reales del cuerpo y nos hace dudar de lo que conocemos como verdadero. Cuando esos instantes de irrealidad nos asaltan el presente quedamos suspendidos y todo se vuelve pastoso. Cuando regresamos de ese miedo que nos asalta nos damos cuenta de que el tiempo se detuvo para nosotros y materialmente solo nos movimos un poco.

Todo sigue su curso en ese misterio que subyace. La vida y su imposibilidad de definirla puede ser lo que está enmarcado en más de cuatro mil millones de años, en teoría, o el instante que hizo que la existencia entera se redujera a unos segundos, lo que es capaz de atraparnos de tal manera que el resto de las cosas pierda realidad.

Se puede decir que los elementos que componen y sujetan la realidad también son misteriosos: el tiempo, visto como un vector que se desplaza infinito en el espacio; las cosas, que pueden tener contornos sólidos o blandos si son cercanos hasta fundirnos con ellos; el lenguaje, que usamos para nombrar todo lo que existe en el pensamiento y fuera de este; y los mitos, que son base material para explicar el origen de todo.

Para digerir esto tenemos que ausentarnos un poco de nosotros mismos y situarnos en el abismo determinado por lo que creemos, en el horizonte de sucesos.

 

Heathcliff Cedeño


Noticias Relacionadas