Retina │ Ética y crisis

Debe sorprenderme que personas en cargos públicos estén envueltas en corrupción

27/03/23.- La corrupción es resbaladiza, difícil de sujetar, porque pareciera estar cubierta de una capa de grasa que dificulta el agarre y que a la vez nos produce asco. También es oportunista. Las personas corruptas siempre van a preferir, si están en política, ascender por la vía de los partidos que tienen más posibilidades de victoria.

Las crisis en la sociedad, marcadas por una evidente reducción de los recursos disponibles, suelen producir brotes importantes de corrupción y, a la vez, pueden generar una revalorización de la solidaridad y un fortalecimiento del espíritu de comunidad.

Cuando miro nuestra situación, aparece en primer plano el descarado robo de dinero y empresas de todos los venezolanos, unida a la actitud vergonzosa de los que imploran a Estados Unidos que les ceda unas migajas de este botín. Es un robo que se realiza argumentando una empatía que no existe y la supuesta amistad entre los ladrones comprometidos en el despojo.

Al tratar de comprender esta situación, he quedado prendado de la frase: "La amistad solo se da entre los buenos". Es una sentencia sencilla, pero propone un enunciado ético certero y abarcador, que obliga a reflexionar sobre nuestra propia experiencia. La amistad no puede existir entre pillos, corruptos y ladrones. Allí nada más hay complicidad delictiva, una relación en la que todos los participantes tienen compradas todas las posibilidades de perder.

Esta frase fue concebida por los filósofos estoicos unos trescientos años antes de Cristo, y la he encontrado en el libro Éticas de crisis: cinismo, epicureísmo, estoicismo, del profesor mexicano Josu Landa, publicado en 2015.

Es un ensayo que indaga en escuelas filosóficas que hicieron frente a las crisis surgidas en medio de la decadencia de la Grecia clásica. Su ejercicio consiste en ubicar las sabidurías que supieron hacer frente a esa decadencia, porque entiende que vivimos hoy algo similar.

Sostiene que las diferentes crisis que nos retan constituyen en realidad "un proceso de deterioro, vencimiento, desgaste, descomposición y desintegración de un orden social, político, moral y cultural; en suma, un movimiento degenerativo que engloba, fomenta y metaboliza procesos de crisis".

Esa descomposición nos toca, nos produce heridas. No me sorprende que personas electas o nombradas para ejercer cargos públicos estén envueltas en estos casos, pero debe sorprenderme. No puedo asumir como natural la corrupción y sé que no es sano pensar que todo el mundo es corrupto.

A veces no hay nada más corrupto que el discurso anticorrupción. Puede ser una justificación para el comportamiento propio. Decir que todas las personas con responsabilidades caen en corrupción puede ser también una confesión de la propia y una abierta renuncia a mantener una conducta guiada por valores éticos.

Creo que no existe ingenuidad en ninguna forma de corrupción. Todos sabemos cuándo se incurre en algo que no está bien. Las cenas que costean las empresas proveedoras, las comisiones que ofrecen, las computadoras o cualquier otro aparato que ofrezcan "regalarte" constituyen gastos que serán sumados a la factura que reciba el Estado por la adquisición de materiales o servicios. La "viveza" para beneficio propio es la forma más frecuente de corrupción.

La lectura de este libro de Landa, además de iluminar, ha reafirmado en mí la necesidad de contribuir a una cultura que promueva y defienda los valores del buen vivir.

Como bien dice el autor:

Las antiguas éticas de crisis demostraron su efectividad durante siglos. Hicieron patente que el ser humano puede mantenerse libre, así como armonizar su existencia con la de la comunidad y con la naturaleza viviendo con rectitud, aun en las situaciones más horrendas.

 

Freddy Fernández

@filoyborde


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