Caraqueñidad │ Caracas siempre tuvo su brujo

No soy de fechas especiales, pero cada primer viernes de marzo se celebra el Día del Brujo

26/03/23.- “Para empezar la consulta, corto la baraja así, por ti, por tu casa, por lo que sea… fuera, Satanás”, cantó Billo Frómeta, en la voz del guarachero Cheo García, previo a la elección donde dos “Luises”  (“Son feos los dos”) se disputaban la presidencia de la República.

Un canto en homenaje a la democracia, al humor criollo, a la caraqueñidad, a las creencias y, por supuesto, a depender de personajes de nuestra historia ancestral y contemporánea, de los designios, premoniciones o mágicos decretos de los iluminados… Eso de que los brujos son de Birongo (o de cualquier parte de “Barlovia”) hace rato se quedó atrás…

 

Todos creen, ¿o no?

Infinidad de cuentos hay sobre el oráculo de Amón y Alejandro Magno. El maluco Atila no movía un pie si no se lo aprobaba su hechicero. Dicen por ahí que cada presidente de esta República ha tenido, tuvo (y tendrán los que vengan) su o sus brujos y brujas privados. Y así, el pueblo se justifica: “Si ellos creen en eso, ¿por qué nosotros no?”.

Cómo olvidar al brujo aquel, cuyo nombre nadie sabe, que con su poderoso ensalme al cachimbo de Rómulo Betancourt pudo salvarle la vida, pero no las manos, ni mucho menos la reputación, durante el atentado de Los Próceres, el 24 de junio de 1960.

Dicen que hasta CAP y el mismo Hugo Chávez tuvieron su consultor privado. Y ahora Maduro.

El hombre de a pie, por lógico temor a la muerte, busca un bastón extrasensorial que le confiera poderes superiores y, sobre todo, de visualización del más allá y del futuro personal y familiar.

Tabacos, inciensos, tarots, caracoles, brebajes, profanación de tumbas, sacrificios de caprinos y de ciertas aves y hasta collares y blancos atuendos han proliferado en busca de ese refuerzo que ayude a minimizar los pecados terrenales. Y sin importar lo grave que hayan sido ni sus efectos letales hacia sus congéneres, con mucha fe (en una especie de aquelarre privadísimo) le piden al santo o a la deidad correspondiente que les permita hacer y deshacer, pero, por supuesto, sin que nada les ocurra a ellos ni a los suyos.

Es increíble ver a personas con evidentes insuficiencias en el manejo del idioma originario —pero de un momento a otro— poseídas o bajo los efectos de quién sabe qué hablando y escribiendo en africano, en lengua yoruba o lucumí. Si así fuera para estudiar, tuviésemos políglotas para la exportación, lo cual sería un verdadero milagro de los brujos…

 

Brujería es brujería

La brujería es como la vida misma: el bien y el mal en polos opuestos. Tesis y antítesis. Dualidad. Maniqueísmo del más puro.

Alfredo Cortina, autor de Caracas, la ciudad que se nos fue, explica que: “La magia blanca es la que proporciona beneficios y permanece del lado del bien. La magia negra (en cambio) o magia del demonio es la que se utiliza para causar daño”. Es decir, es un hecho: la brujería existe y parece que el uso de amuletos es la única manera efectiva para contrarrestarla.

Por eso la pata de conejo en países primermundistas, no solo es sagrada, sino industrializada y convertida más en joya comercial que en protección. En Caracas cobran fuerza la pepa del zamuro (dicen que hasta sana las hemorroides) y la peonía, efectiva contra el mal de ojo que, al igual que la erisipela y la culebrilla, una vez contraídos solo sanan con el poder de un rezandero.

 

 Los brujos

Famosos en Caracas son y fueron muchos. El brujo de Pagüita, al que según dicen acudían en oscuras noches varios presidentes de la República. Están doña Pilar de La Pastora y La Niña Montes de Oca, de la quinta avenida (estas dos con las paredes de sus casas full de placas de agradecimientos por hechizos concedidos a sus “pacientes”, entre quienes figuran generales, comisarios, médicos, ingenieros y pare usted de contar, todos de reconocida y destacada trayectoria en el quehacer diario). Conocimos a Magally de Catia y misia Romero de Vista al Mar. Fueron, son y serán muchos otros, cada uno con sus fieles seguidores.

Exorcismos, operaciones sin bisturí, despojos, ensalmes y milagros caseros se experimentan en esos consultorios o en las excursiones que organizan para varios ríos. Muchos de ustedes fueron…

La influencia de los medios de comunicación, primero la televisión, luego los avisos de prensa y ahora las redes sociales, han “puteado” (literalmente) la sagrada función de estos chamanes citadinos que proliferan a ritmo acelerado.

 

 Percepción superior

Los brujos se abrogan poderes sin límites. Te conectan con un familiar o con un conocido que ya falleció. La gente cree en su vaina y eso hay que respetarlo.

Por lo general, el iluminado capta el temor de la persona que acude en busca de ayuda. Con preguntas clave hacen que el creyente hable más de la cuenta, lo cual facilita el trabajo del adivinador: “Tu marido tiene…”, y la entrevistada, sin pensar más nada, dice: “Tiene otra. Yo sabía, ese…”, y de allí se agarra el iluminado para inventar historias que atrapan a la incauta esposa. “Te tienen envidia en el trabajo”, “La vecina quiere un romance contigo”, “Tu suegra ...” y mil vainas más.

Así son los diagnósticos en esos consultorios espirituales, de los cuales salen corriendo con un realero menos y una enorme lista de esencias y productos esotéricos recién recetados para aliviar sus males.

Qué pendejo es el caraqueño, en general. Y eso que se la da de avispado.

 

Luis Martín


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