Letra veguera | Cruzada por Chávez

A Alfredo y Hugo, in memoriam.

 

29/03/23.- Comienzo por preguntarme si este electrochoque que ha recibido la República, ejecutado por esa banda delictiva multiforme y diabólica a la conciencia nacional, al espíritu de la mayoría del pueblo que cuida dentro de sí el espíritu de Hugo Chávez, genere una transición política y cultural distinta a la que actualmente experimentamos como sobrevivientes eventuales; habitantes fortuitos de este mundo; testigos y protagonistas obligados y circunstanciales del papel que asume la lucha de clases en esta "transición global", con sus evidentes, irreconciliables y catastróficas contradicciones de fin de mundo.

Fin de mundo imperial, hegemónico burgués, supremacista fondomonetarista, monocapitalista y monopolar septentrional.

La única transición vigente en esta hora en punto es la que ocurre entre una civilización y otra, como lo dijo hasta su último suspiro Hugo Chávez. Esa transición es la que está sacudiendo los cimientos de todo cuanto hemos conocido, y casi sin darnos cuenta nos postramos ante ella, nos dejamos paralizar por ella.

La transición, direccionada y globalizada por el Águila de Cinco Garras y su gestor histórico —el capital acumulado—, ha hecho invivible este planeta para las clases dominantes, por eso la burguesía transnacional lo está destruyendo sistemáticamente, porque según sus cálculos "si este mundo no es para ella, este mundo no es para nadie".

Por el otro lado, desde los sures de América emergen del vientre de la tierra milenaria las semillas fecundadas por el sol, con sus hijos y sus hijas de los vientos, de los ríos, de los mares, de las selvas y los montes. De este otro lado del mundo, el que parió a Bolívar, al Che, a Chávez y a unos cuantos millones más, estamos empeñados desde hace varios siglos en conservar viva y pura la maravillosa vida planetaria, en poblar la tierra con nuestros hijos, sin importar apellidos; con el único fin de llenar de risas y alegrías esta ínfima partícula cósmica donde orbitamos: nuestra vivienda.

Por eso será que desde aquí dice Simón Bolívar: "Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar América de miseria a nombre de la libertad", y un poquito más allá oímos al Che: "Toda nuestra acción es un grito de guerra contra el imperialismo y un clamor por la unidad de los pueblos contra el gran enemigo del género humano: los Estados Unidos de Norteamérica", y desde aquí, Chávez sacudió el mundo con la Revolución Bolivariana para que echaran pelos las ranas imperiales, los gatopardos se pusieran pelucas y el mundo al revés siguiera así, pero a favor de nosotros los muchos, que al revés nos gusta porque al derecho ha estado siempre, por lo menos desde Colón que era tan derechito como la Inquisición, Torquemada y los Reyes Católicos.

Alfredo Maneiro, Jorge Antonio Rodríguez, Argimiro Gabaldón, Argelia Laya, Fabricio Ojeda, Olga Luzardo,David Nieves, Alí Primera, Alí Rodríguez Araque y Hugo Chávez, por decir algunos de los nuestros, no encajan en ningún derecho ni en ningún revés. Sus pensamientos fluyen cuando es preciso el fluir de las ideas, justo cuando el hacer lo requiere, exactamente cuando la acción lo apremia, dosificados por los tiempos, por la gente y por las exigencias políticas mediatas e inmediatas.

Sin el pensamiento transformador de Maneiro y de Chávez, sin sus lúcidas reflexiones, sin la franqueza expresiva de Hugo y de Alfredo, sin el genio comunicador de ambos, no habríamos arribado intelectualmente al siglo XXI, ni tendríamos —hablando en términos políticos continentales— nuestro propio siglo XXI.

Chávez y Maneiro, teóricos orgánicos forjados en la práctica revolucionaria cotidiana de observar al detalle y muy de cerca los fenómenos y cada una de sus particularidades, para activar las repuestas económicas, políticas, organizativas que los detonantes coyunturales de un proceso transformador condujeran hacia adelante. Para eso están sus legados.

La inteligencia sensible, la perspicacia política, el humor ágil, la disciplina personal, el mirar generoso dirigido a la otredad, la conciencia del ser y del estar y otros rasgos de Chávez y de Maneiro, evidentes a simple vista, ratifican la dedicatoria de esta Letra veguera.

Chávez y Maneiro no se encontraron; la historia los encontró a ellos para abrirse camino hasta el siglo XXI venezolano.

Una nueva cruzada nos toca a la puerta: la de impedir la última muerte de Hugo Chávez. El pueblo llano, los pata en el suelo convocan a Nicolás Maduro, a Diosdado Cabello, a Jorge Rodríguez, a María León a este urgente y necesario esfuerzo emancipador y descolonizador.

Todos como aliados y fuerza única para que la moral no sea una mortaja.

 

Federico Ruiz Tirado


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