Historia viva│Turismo histórico en Venezuela, una oportunidad

05/04/23.- La repercusión de la gestión cultural, y en particular de la histórica, está en la transferencia de información y en el despliegue de conocimientos que fundamentan la conciencia colectiva de una nación. El debate permanente sobre la necesidad de que instituciones de resguardo de la memoria trascienden sus espacios fríos y estáticos a una audiencia dinámica y diversa pasa por hacerlos poscustodiales para beneficio de la sociedad es una demanda constante. Es allí cuando la información patrimonial e histórica se convierte en insumo turístico para quienes desean recrearse y pasarla bien a la vez de nutrir su acervo de conocimientos.

¿Qué hace un turista cuando decide darse unas vacaciones? Pasear, comer bien, descansar, recrearse y visitar lugares históricos. Todas estas categorías están cruzadas con las existencias de instituciones de resguardo de la memoria histórica, pero también con las actividades creativas de las distintas manifestaciones artísticas; música, teatro, incluso la literatura para quienes en tiempos de relajación prefieren leer un buen libro.

Hay que señalar también que la industria turística como negocio ha encontrado en esos nichos culturales de recreación nuevas oportunidades para ofertar servicios más allá del vuelo, el hotel y la comida. Lo que obliga a sus gestores a crear un sistema de relaciones entre las instituciones que prestan estos servicios, sean museos, casas históricas, calles coloniales y también comunidades con habitantes conscientes de las potencialidades de su patrimonio cultural, quienes participan como guías o conocedores de la crónica local para narrarla a aquellos que se interesen por su cuadra histórica.

A todo esto que está allí, como en el Saladillo de Maracaibo o en las callejuelas de Perro Seco en Angostura del Orinoco, en las casas de un barrio histórico, en las paredes de una cuadra, en las piedras de una calle, aparentemente paralizado en el tiempo, hay una memoria que contar. La industria turística debe inyectarle dinamismo y generar ese sistema de relaciones con los gestores culturales para recuperar narrativas que alimenten el interés por quienes visitan la "casa". Ello implica desarrollar un discurso que provoque sorpresa agradable y novedosa a quien pasa como turista para que nunca olvide esa experiencia gratificante.

Los pueblos y ciudades de Venezuela están plenos de ese patrimonio histórico que es un recurso para la recreación, por más que el urbanismo invasor posmodernista haya desplazado o arrinconado monumentos y espacios patrimoniales.

Venimos de una serie de epopeyas grandiosas que dejaron trazas aún visibles, desde el mismo momento cuando el invasor clavó su espada en esta tierra y aprovechó la civilización indígena para poder sobrevivir. Toda la urbanidad colonial dejó galerías de una memoria instituida que da cuenta del hacer de un tiempo, objetos que dieron forma a la nacionalidad luego de la larga lucha de independencia, donde hay una cantera de espacios patrimoniales, muchos de los cuales hoy han sido recuperados para propios y extraños.

En general el Caribe es un archipiélago con una herencia de espacios coloniales, dado que fue un territorio con rostro marítimo para el intercambio y salida de los productos generados en el continente americano, y porque sus rutas litorales fueron enclaves para la construcción de una infraestructura militar defensiva por parte de la Monarquía española. A lo largo del norte de Suramérica —desde el Esequibo en Venezuela hasta Panamá—, la serie de fuertes y castillos construidos por los españoles resultan una aventura histórica que nos hace volar a los siglos XVI y XVII.

Joyas arquitectónicas como el castillo de San Antonio y el casco histórico de La Guaira son muestras de espacios patrimoniales turísticos. La Guaira, a orillas del mar Caribe, a treinta minutos de la capital de Venezuela, fue en 2022 el escenario para la celebración del 16.° Congreso Nacional de Historia, cuando las autoridades hicieron un esfuerzo superior para la recuperación de ese escenario arquitectónico colonial.

Desde 1997 estos espacios de La Guaira fueron considerados por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. A pesar de la tragedia que ocasionó el deslave de diciembre de 1999 y de las sanciones y sabotajes contra Venezuela, el Instituto de Patrimonio de la Nación y la Universidad Simón Bolívar determinaron la existencia de 632 edificaciones en el casco colonial que el Estado venezolano procedió a recuperar integralmente. Ahora, junto a la imponente Casa Guipuzcoana, ellas resultan una oportunidad para observar el pasado frente a nuestros ojos.

Esto a su vez dinamizó la economía local como una proyección de la industria turística, que debe ser promovida y mantenida constantemente. Igual que el mejoramiento de los servicios básicos con los cuales las iniciativas de una economía heterodoxa de oportunidades y asociaciones entre la empresa privada y las instituciones del Estado son claves para el bienestar de esas comunidades.

Son experiencias en pleno desarrollo en una Venezuela que nos enrostra con una salida de la penumbrosa coyuntura de agresiones imperialistas a las que nos han sometido en los últimos años.

 

Aldemaro Barrios Romero

venezuelared@gmail.com

 

 

 

 


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