Derreflexión|Horror vacui, miedo al vacío
Muchas personas sienten miedo al vacío, o mejor dicho, a estar solas
09/04/23.- Cada día crece la necesidad de sumergirse en un sinnúmero de actividades, por lo que estar a solas es casi imposible. Gran parte de las personas llegan a casa exhaustas y agotadas pues han tenido muchas reuniones y compromisos que atender.
Esto puede deberse a un temor de quedarse a solas con los propios pensamientos. Estar sin el teléfono en la mano, sin ruidos o sin conversaciones con otros parece aterrador. De eso se trata el horror vacui.
Horror vacui
Es una expresión latina que se traduce como "miedo al vacío". Se usa en el campo del arte, sobre todo en la pintura, para hacer referencia al relleno de cualquier espacio libre en una obra. Hay muchos ejemplos artísticos que reflejan este horror vacui, sobre todo si examinamos la estética del Barroco, el rococó, la decoración islámica y la ostentosidad del arte bizantino.
Fue el crítico italiano Mario Praz quien uso este término para hacer alusión al tipo de diseño que puede resultar agobiante o desordenado. Fueron notables en la época victoriana, especialmente en el diseño de interiores.
El horror vacui también lo podemos vivir en nuestro día a día, por el temor a quedar solos y ser invadidos por pensamientos intrusivos o aquellos que nos cuestionan sobre: "¿Qué tal si hubiera hecho esto?", "¿Qué hubiese pasado de haberle respondido diferente?", "¿Pude haber actuado de otra forma?", "¿Cómo podré hacerlo mejor?", "¿Qué pasará si le digo…?", entre otros.
Según se deduce de lo anterior, los pensamientos pueden dirigirse hacia el pasado o hacia el futuro y es por esto que, a juicio de muchos expertos, gran parte de la gente prefiere involucrarse en alguna actividad u ocupación, llegando incluso al punto de estar rodeados de individuos indiferentes o hacerse daño a sí mismos, lo cual les parece mejor que quedarse con sus pensamientos.
Diversos experimentos han demostrado que una cantidad significativa de personas prefieren ocuparse, escuchar música, navegar por páginas web o hacer cualquier otra cosa, excepto estar solas.
Este estilo de vida también es promovido por la hiperconectividad que ofrece la era del Internet, en la cual, inclusive el campo informativo está saturado de cualquier clase de contenido.
Hoy día, el horror vacui se relaciona con la cantidad de inputs o estímulos que recibimos a diario, lo que nos desconecta de nuestro propio centro y nos convierte en extraños de nuestro ser.
Hay un impulso o tendencia a llenar cada momento de nuestras vidas, por lo que el exceso se ha normalizado. De hecho, el bienestar se ha comercializado a un punto que parece casi una exigencia convertirse en un yogui, un traveler o un foodie. Es decir, practicar yoga, viajar por todo el mundo y no tener un hogar o refugio o probar miles de platillos gastronómicos, ya que se enaltece a las personalidades ávidas de aventuras y riesgos.
Los amantes del dinamismo o la velocidad suelen experimentar mayor ansiedad cuando están sin ninguna actividad por realizar. Las personas extrovertidas también pueden sentir esta necesidad imperiosa de mantenerse ocupadas y relacionarse con otros.
El no poder detenerse, el preferir vivir rodeado de ruido e información, nos impide sentir verdadera quietud y calma mental.
Una vuelta al "no hacer nada"
Por supuesto, la solución a este horror vacui no podría ser el involucrarse en más actividades o planes, sino, todo lo contrario, dejar un espacio para hacer nada y sin tener que cumplir con las expectativas de los demás, pues la presión social muchas veces resulta intrusiva y busca evitar el aislamiento en el hogar, ya que también invade el tiempo de ocio.
El acumular más bienes materiales, consumir experiencias que se venden en la actualidad, ser productivos hasta el colapso y sucumbir ante el consumo del ocio se ha convertido en una moda.
Sin embargo, en otras culturas se tiene una mejor apreciación del significado del verdadero bienestar, ese en el que no hay que pagar una suscripción o mensualidad para aprender nuevas actividades o para "sentirse bien", ya que comprenden lo realmente beneficioso que resulta el hacer nada.
Por ejemplo, los países nórdicos contrarrestan el ritmo frenético de la cotidianidad con el nesting, o el buscar ese refugio en el interior del hogar, tomando una taza de chocolate caliente y permaneciendo durante horas sentados en un sofá, frente al calor de una chimenea.
La filosofía del dolce far niente
Los italianos conforman otra cultura en la cual el verdadero secreto de la felicidad es el no hacer nada, lo cual es bastante para ellos.
El dolce far niente se impone como un estilo de vida o una filosofía que consiste en dejar a un lado el ritmo cotidiano, sin importar el tipo de actividades.
¿Y qué hacen en esos momentos?
Se dedican a la introspección, a relajarse, a expandir la conciencia de vivir el momento, lo cual se transforma en una sensación de placer y felicidad.
Esto incluye el salir y sentarse en una banqueta, asomarse por el balcón, observar cómo los demás caminan por la calle, sentarse a tomar un café y ver cómo pasa la vida. Así de sencillo, disfrutar de la simpleza, sin preocuparse por el futuro, sin pensar en lo que ha ocurrido ni estar inmersos en la tecnología.
Isbelia Farías