Historia viva | Veintiún abriles

12/04/23.- Desde el golpe de abril de 2002 Venezuela ha alcanzado la mayoría de edad en resistencia y reafirmación democráticas. Todas las formas de agresión se han experimentado contra el pueblo venezolano —incluyendo aquellas imperceptibles—, ante el desafío de labrarse su propio camino y su ruta soberana de independencia.

Las fuerzas que se oponen al chavismo venezolano no han descansado de sostener lo contrario: la división, la desmoralización, la incertidumbre y la derrota. Esas han sido las matrices abanderadas por la jefatura del Departamento de Estado norteamericano y por una banda de delincuentes de un sector de la oposición venezolana. Con la mentira han jugado a mil maneras, pero no les ha dado resultados.

Ellos saben que las debilidades del chavismo deben ser aprovechadas por la infiltración y las discrepancias dentro de un movimiento diverso y múltiple como ese. Se trata de errores que les pueden generar oportunidades para socavar las fortalezas de la Revolución Bolivariana, pero que hasta ahora solo han dado muestras de solidez y de coherencia estructural bajo el liderazgo de Nicolás Maduro, luego de la desaparición física de Chávez en 2012. La revolución ha superado así dos décadas de tormentas políticas, guerras, sabotaje, cerco, magnicidio y asedio económico y financiero.

Después de veintiún años esa masa crítica heterogénea chavista tiene la característica peculiar de un movimiento social maduro, capaz de reagruparse y que se muestra en las redes sociales con distintas formas, desde la izquierda disciplinada en el marxismo, hasta avanzadas formas de inteligencia colectiva derivada de la organización del poder popular. El chavismo es una fuerza en desarrollo dialéctico y consecuencialmente dinámica y dialógica. Por eso su cohesión y sus respectivas victorias en estos años duros de sabotaje lo han fortalecido y aunque algunos hilos de ese tejido se puedan desprender, la afinidad de sus militantes para hacer sus propios diagnósticos y restablecer su capacidad de lucha, su autoconocimiento, incluso el reconocimiento del que piensa distinto le han dado fuerza interior para resistir con estoicismo los ataques que ha enfrentado en más de veinte años de luchas.

Eso no quiere decir que el chavismo las tiene todas ganadas. Sin dudas los errores cometidos y la autocrítica responsable nos hace entender que siempre habrá que correr un riesgo y que nuestras faltas o debilidades debemos convertirlas en fortalezas.

La "discapacidad" de la oposición venezolana e incapacidad del gobierno de EE. UU. han sido favorables a los bolivarianos, pero por ser este un movimiento diverso y aluvial no está exento de debilidades que dejan ver sus incomodidades en posiciones personales, con egolatría y debilidades internas como la corrupción, que el enemigo conoce y sin titubeos las aprovechará si eso disminuye la capacidad de cohesión chavista, pero que no las tienen tan fácil por la calidad de composición de sus militantes.

Por eso la CIA y el Pentágono han echado mano de la antropología mercenaria para estudiar a los insurgentes venezolanos del siglo XXI, solo que los manuales militares norteamericanos de "antropometría" han sido aplicados en el Medio Oriente y de este lado del mundo es otra historia.

Si volvemos la vista atrás, podemos recordar que las tentaciones del poder y del dinero han ocupado espacios dentro del chavismo, pero afortunadamente han sido neutralizadas a tiempo sobre la base de un fundamento central: la ética revolucionaria, la misma que va más allá de los manuales y que hoy se discute tanto en el sector civil como en el militar. Esa es la gran fortaleza simbólica que tiene como bandera el chavismo.

La diferencia la hace la conciencia de las bases que constituyen la plataforma social chavista. Por eso señalamos la superficialidad de algunos analistas opositores cuando "rotulan" valores materiales, intereses "matemáticos" o crematísticos para caracterizar el chavismo. No se trata de un movimiento popular ciego y fanático, es una diversidad política crítica que los hace pensar y hasta confrontar mediante debates a quienes incurren en "debilidades", o, en sentido contrario, celebrar las victorias que en cada temporada de luchas ha ganado el chavismo.

El pueblo venezolano sabe esperanzarse, así como la tierra venezolana este abril está florecida de araguaneyes. Los tiempos le darán la razón a la justicia y pronto vendrán momentos mejores, porque lo más duro y difícil de esta batalla ya fue superado.

 

Aldemaro Barrios Romero

venezuelared@gmail.com


Noticias Relacionadas