AfroUrbe | Tibisay, entre lunas y cerezos

16/04/23.- Tibisay Lucena, entre los tantos logros históricos que brindó al país, estableció la equidad, paridad y alternabilidad de género en las postulaciones para las elecciones de la vida nacional venezolana. Honró la búsqueda por más visibilidad de las mujeres. De allí que haya marcado el hito en ser la primera presidenta del Poder Electoral venezolano. Nosotras, desde Mujer Tambor, Herencia Universidad del Tambor, tuvimos la dicha de compartir con ella.

Al llegar a la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte) —para aportar esa sapiencia al mundo de las artes y la gestión pública—, a través de Herencia la invitamos un día a la Fiesta de las Lunas, un espacio para las mujeres en el que nos encontramos desde el tambor, ese instrumento que viene de la tierra, cuyos frutos nos alimentan y nos dan la potencia para continuar labrando la vida misma. Ese tomar el tambor y tener la capacidad de tocarlo, tener el ímpetu de vivenciar nuestras ancestralidades, que permiten hacer puente con nuestro ser creador. Nos reunimos en esa fiesta para exaltar lo que cultivamos desde el programa de formación Herencia Mujer Tambor junto al maestro Manuel Moreno: darnos el espacio, sembrar la voluntad de decirnos quiénes somos con nuestras manos, de dibujar entre ritmos lo que seremos y llenarnos con todo aquello que evocamos.

Así, aquel 28 de mayo de 2021, aún en plena pandemia, Tibisay llegó junto a sus sobrinas y sobrinos, su equipo hermano, a nuestra cita para la ejecución del temple femenino sobre el cuero, brindándonos la sonoridad que colma en vibraciones el vientre de las lunas —tal como lo enuncia Gabriela Pino— en Ajíes, en pleno corazón del parque Los Caobos.

Ella, en esa inmensa sororidad, apoyó, a la vez que se dio el espacio del autocuidado al participar en este ambiente nuestro. Se sentó en nuestro círculo, nos acompañó un rato con maracas, sirenas y sangueos para tomar oxígeno creador entre flores y tanto verdor. Todas le dimos un abrazo entre tambores y luna llena, para que de inmediato se fuera a su impostergable cita médica. Con nuestra medicina del tam tam del corazón, del abrazo ancestral, de la mirada de admiración de todas las mujeres que nos encontrábamos en el círculo heredero, la despedimos con toda la fe puesta en su salud y para que nos siguiera abriendo caminos a la igualdad, la equidad y el hacer historia matria.

Y así como nos encontramos, durante dos años hice inmersión en su mundo a partir de todo lo vivido por mi hermano Luis junto a ella:

Conocí sus orquídeas, los cientos de pajaritos que reconocía e identificaba por sus especies, de su amor por la armonía, la organización y la paciencia amorosa con el proceso para tener excelentes resultados, de su impactante verbo, de su lucidez para alcanzar y ver el futuro. Siempre me quedó claro que es una genia, hasta para cuidarse a sí misma. Ay, no, son tantas cosas y tantos hechos en dos años, tantas vivencias. Ella es hermosa y tiene un valor superinaccesible para nuestra historia constitucional e historia política de las mujeres venezolanas. Ella no fue política. Ella reedificó la vida y praxis o acción de la mujer en la República. Hizo temblar la misoginia socrática del Estado. Conocí a la humana, a la rebelde, a la chelista fecunda, a la defensora irrestricta de la memoria de Simón Bolívar y la Constitución.

Al igual que mi hermano Luis, su vicerrector de Desarrollo Territorial de Unearte, que hoy está abriendo camino doctoral en China, nos sentimos profundamente orgullosos de lo que somos en esta etapa de vida en la que mi mamá se despide y ella también. Son dos grandes escuelas.

Movidos por tantos aprendizajes, por tanto por hacer, por seguir su legado, sus aportes, su conciencia lúcida en el porvenir, siempre la encontraremos en los cerezos. Confiemos en su siempre presente compañía, tal como se despidió de él y con la bendición hacia nosotras.

Tan importante es el proceso como cuidarse a plenitud para disfrutar de los logros, aportes y hacer historia en el país en este plano terrenal, nuestra universidad de la vida. Esa es una de las tantas lecciones que Tibisay nos dejó en nuestra condición humana.

Te amamos y admiramos, Tibi. Gracias por tanto.

 

Mónica Mancera Pérez

@mujer_tambor


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