Psicosoma | Guardián sanador: Shaky

18/04/23.- En las diásporas dejamos a nuestras familias y nuestros animales. Apenas con la piel a cuestas cargamos un maletín y los recuerdos nos mantienen. Veía en series televisivas, de vacaciones decembrinas, el deambular de grupos humanos con algunos animales y alimentos, golpeados por los cambios climatológicos o ataques de otros, que los extinguían. Algunos se establecían a orillas de los ríos y cerros, y casi siempre había un perro o un gatico.

De nómadas a sedentarios y en pandemia estamos dando vueltas en el mismo punto de la intolerancia, de la violencia. ¿Pero saben qué? Nos medio salvan los animales domésticos, que no nos hablan, pero sí nos honran con sus lenguas acuosas o carrasposas, nos aruñan brindando caricias felinas y ladran o maúllan con ligeras variaciones tonales…

La sobrevivencia en cualquier punto del planeta siempre es dolorosa, pero los bigotes de los peludos nos adoptan. Me encanta que me elijan y me den más autoconfianza y seguridad para compartir un nuevo día. Los migrantes nos reconocemos y prestamos ayuda con nuevas formas de vida que fortalecen la conciencia reflexiva e intuitiva, la resiliencia, pues no es fácil vivir sin compañía, en la ausencia del encuentro afectivo y solidario.

Conocí al gato Shaky, de casi cuatro años, robusto, de cuello grueso, rayado "romano", cabezón, ojos verdes, cariñoso, "tembloroso", un "terremotico", travieso de bebé, "un ovillo peludo" (cuenta la bella Rebeca y el gentil Cheo), que pasó a ser un sanador, cual chamán del vecindario. Desde que nos conocimos, la empatía y adopción fueron inmediatas. Era tan dócil e impregnaba tanta tranquilidad. Era un gato adulto compartido, selectivo, protector e independiente, que protegía "limpiando" la casa de las energías invisibles o desconocidas.

Su ronroneo sanador, de energías vibrátiles en ondas, de temblores que me ayudaron a procesar el duelo (pues reducen el estrés al neutralizar o reducir el aumento de la hormona cortisol e incrementan las ondas cerebrales tetha que nos ayudan en casos de problemas del corazón o hipertensión). Según estudios neurofisiológicos, el ronroneo se produce a una frecuencia determinada que nos ayuda a relajarnos. Sus ondas "terremoticos" actúan como vasodilatadores y reducen los accidentes cardiovasculares. Esa vibración sonora del ronroneo estimula la curación de tejidos, especialmente en tendones y músculos (como recuerdo a la gata anciana Mitzsha en la cura de mi insomnio o también en los ejercicios de equinoterapia con los niños especiales o personas estresadas).

En las antiguas culturas egipcia, china, japonesa, americana, budista y africana los gatos se consideraban sagrados, de aura espiritual, representantes de la fertilidad, independencia, fortuna y pureza, pues simbolizaban la positividad y los buenos augurios. Ese cuento del "gato negro" con las brujas es la pura demonización del poder de las Iglesias (en el cristianismo).

Nuestros antepasados veneraban al gato por su campo energético (percibe en las noches mundos invisibles), como los jaguares poderosos y los gatos protectores de fuerzas desconocidas. Su aura o fuerza vibratoria es sanadora porque absorbe ondas negativas y al ronronear a una persona que elige es porque está en la misma frecuencia de un buen campo de energía.

Shaky murió al quedar bajo el cobijo de otras personas que lo cuidaban. Ese "hijo" no podía cruzar el río Bravo. ¿Por qué ya no se respira paz y equilibrio en el vecindario? Todo es sagrado e inexplicable y la ciencia nos comprueba con más estudios que los mininos y mininas fortalecen el sistema inmunológico, porque evitan infecciones respiratorias, alergias y ayudan a conciliar un sueño relajado.

 

Rosa Anca


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