Punto y seguimos | Corto relato de cuando me divorció el Saime

Saime, devuélveme mi soltería

18/04/23.- Me cuentan que divorciarse es un lío. Primero, ponerse de acuerdo con la otra parte en cuestión. Después, si esa empresa avanza, hay que pagar y encomendarse a los santos de la burocracia. Una sucesión de abogados, notarios, registros y tribunales. Un horror. Y si usted tuvo documentos de casado, cambiarlos de nuevo al estado civil que corresponda. Un paseíto por el infierno, que puede ser muy corto o muy largo según la suerte o el poder adquisitivo. Todo para ser legalmente libre de aquel o aquella a quien ya no se aguanta más.

Yo nunca me he casado, pero el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime) me hizo el favor de divorciarme hace ya varios años. Me di cuenta cuando tuve que renovar mi cédula y no me lo permitieron por no coincidir la que llevé vencida (soltera) con lo que registraba el sistema (divorciada). Yo pensé que me estaban vacilando, pero no. Empezaba el viacrucis con la temida frase: "Tienes que ir a Saime central". ¡Por los clavos de Cristo!

Fui a la sede principal en Caracas. No tengo nada bueno que decir al respecto, solo comentar que los fariseos, luego de despacharme con un: "¡A mí no me consta que tú no te hayas casao!", me solicitaron una carta de soltería. Yo tenía que probarle al servicio de identificación nacional de este país que nunca me casé y, en consecuencia, no podría haberme divorciado. Pedirles que me mostraran sus registros de cuándo estuve casada, como adivinarán, fue inútil.

Lo de la carta de soltería es otro cuento. Me pasaron por varias instituciones hasta que terminé en una sede de la Alcaldía de Caracas donde, luego de explicar lo que necesitaba, me presentaron a grito pelado: "Doctoraaaa, aquí otra que jodió el Saime". Me dieron mi papel. Pasaron cosas: no lo aceptaban, covid-19, cambios de formatos, Saren, el pato y la guacharaca...

Resumiré que sigo divorciada, sin cédula y pendiente de buscar una nueva carta de soltería que esté bien bonita y "chiquiluqui" para los gustos saimeros, y ver si logro, por fin, demostrarles a esa muchachada de la que dependen mis documentos de identidad que yo no estoy casada ni divorciada y ver si tienen la bondad de devolverme la soltería legal que tuvieron "a bien" extraviar. Ya saben, para no andar indocumentada por la vida o rogando que en otras instituciones demoníacas me acepten la cédula vencida para resolver otros trámites de esos que parece que se multiplican para hacernos la vida imposible.

 

Mariel Carrillo García


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