Tinte polisémico | ¿Coaching ontológico?
21/04/23.- Es muy frecuente la creencia generalizada, muy difundida y normalmente temporal, según la cual ciertas técnicas o prácticas se colocan a la vanguardia de la dirección organizacional, es decir, se convierten en la solución en boga.
El coaching gerencial no escapó a ese sentido de la temporalidad, de la transitoriedad, al punto de que ya prácticamente es de poco uso en el ámbito administrativo; dejó de ser moda.
El término coaching proviene del inglés y traduce como verbo ‘entrenar’, servir de monitor, entre nosotros como latinoamericanos. Es comúnmente utilizado en el beisbol: los coaches de lanzadores y bateadores les enseñan a que lancen y bateen de la mejor forma, les orientan en la perfección de sus respectivas técnicas.
El origen de su aplicación al campo de los negocios se le atribuye al británico John Henry Douglas Whitmore (1937-2017), quien fue el pionero del coaching ejecutivo en la industria y quien inicialmente era piloto de autos de carreras y luego se dedicó a ser coach de golfistas y tenistas.
El acrónimo Grow (siglas en inglés de Goals, Reality, Options y Will) se corresponde a la traducción de la técnica original, cuyos términos correspondientes son objetivos, realidad, opciones y acciones. Para John Whitmore fijar objetivos, con base en el análisis de la situación e identificar las rutas de soluciones para acometer las acciones futuras concretas sintetizaban el coaching.
Como metodología gerencial puede clasificarse en directiva, cuando transfiere el conocimiento, y no directiva, cuando promueve el entorno para desarrollar el conocimiento tácito en los alumnos o entrenados (coachees).
La finalidad del coaching puede ser para un objetivo personal o laboral y las sesiones pueden llevarse a cabo individualmente o en grupos.
En este orden de ideas, surge el coaching ontológico, que como modalidad busca detectar y disolver obstáculos que impiden a las personas abrirse caminos, trabajar en esta visión del individuo, ser una oportunidad para que los empleados aprendan a contemplar nuevas posibilidades y fijar metas que les permitan seguir creciendo como profesionales y, por ende, aportar mayor valor a la empresa. Los métodos de autoexploración del coaching ontológico ayudan a que las personas conozcan mejores hábitos y analicen sus acciones para descifrar su propio valor. Con ello conseguiremos mejor productividad, energía y confianza.
Es evidente que prevalece y subyace un fin eminentemente pragmático, orientado por el ánimo de lucro y la racionalidad constante en estos tiempos del sistema capitalista.
Héctor E. Aponte Díaz