Al derecho y al revés | El cinismo de Guaidó
26/04/23.- La polarización en la política, que todo lo reduce a repetir mentiras inventadas por publicistas frente a las cámaras, no solo exacerba los ánimos, sino que por su efecto es capaz de poner a un pacífico ciudadano (a) a pegar lecos y amenazar como si fuese un babuino defendiendo su trozo de selva.
También reduce el lenguaje. Así, veo que hay palabras que ya no se usan y prácticamente han sido borradas del lenguaje político actual. Lenguaje que precisamente, a causa de la polarización, se ha vuelto pobre y raquítico.
Una de estas palabras estuvo en boga cuando en los parlamentos del mundo se hacían debates que, a la postre, o terminaban en acuerdos o dejaban a una de las partes en pelotas frente al público.
Me refiero a la palabra 'cinismo', que es sinónimo elegante de 'desvergüenza' o 'descaro'. Palabra que hoy —escribo los lunes— una amiga querida me la recordó cuando calificaba ella, desde los Estados Unidos, como cínicas las declaraciones de Juan Guaidó una vez "escapado" hacia Colombia.
Coincido totalmente con la amiga e incluso amplío el radio de acción, porque no solo el mequetrefe que tanto daño nos ha causado a los venezolanos merece ser calificado de cínico (aunque en esta columna solo me referiré al cínico mayor).
A ver: es de un cinismo absoluto pretender que el interino sale del país a "seguir la lucha", cuando hasta las piedras saben que la única lucha —en la que por cierto salió derrotado— fue la de su lengua que, al estar desconectada del cerebro, en cuatro años jamás le permitió aprender a comunicar con claridad nada, a pesar de estar siempre frente a una cámara de video y un teleprónter.
Es de un cinismo increíble que después de haber robado a manos llenas, él y sus compinches —que incluyen a la esposita que ahora compite con la de Leopoldo López en materia de vestir trapos caros y exclusivos que jamás soñó poseer cuando vivían en La Guaira— pretenda que lo acepten como mártir y candidato a ser elevado a los altares del descaro.
Nuestro Gobierno Ejecutivo y el Ministerio Público debieron detenerlo hace muchos años, pero no lo hicieron quizás haciendo cálculos políticos o quizás pensando erradamente en que el interino era una pieza indispensable para los yanquis.
En la payasada del "gran escape", el cínico pretende que le crean ahora e inventa que huyó de Venezuela "por los caminos verdes como cualquier vecino".
Olvida el descerebrado y cínico que para él esos "caminos verdes" son trochas conocidas porque ya una vez lo pasaron los paracos que las controlan en aquel concierto con el que pretendieron derrocar al gobierno venezolano.
Pero si de olvidar se trata, quienes no podemos darnos ese lujo somos nosotros los venezolanos que, a sabiendas de que anunciar lo que iba a suceder cuando una parte del pueblo —con los cerebros lavados por los medios— puso sus esperanzas en un tipejo que nunca había pasado por un Concejo Municipal, que se graduó en una carrera que no ejerció porque encontró más lucrativo trabajar en una tienda de computadoras a salario mínimo y de donde lo echaron deshonrosamente, y que fuentes policiales confirmaban que antes de ser diputado se dedicaba a labores non santas, fuimos expulsados de las televisoras porque la canalla mediática nos censuró por dudar del tal "interino".
Al cínico Guaidó los Estados Unidos le dieron el mayor apoyo que político latinoamericano jamás recibió desde ese país y aún le siguen pagando palangristas que desde medios y redes lloran la partida del mecenas que les pagaba sus mentiras con dinero de la Nación.
Recursos que hacen falta en muchas áreas donde aflora la miseria nunca vista en mi país, al menos desde que el petróleo superó al café como nuestro principal producto de exportación.
Ahora ni siquiera la oposición sabe qué hacer con él y ninguno de los participantes del aquelarre de Bogotá lo ha defendido, dejando zamarramente que la pelota le quede al presidente Petro.
Gustavo Petro, por su parte, ya recordó que el ingreso irregular del cínico Guaidó es un delito. Entonces a ver qué hacen con este delito tanto el Palacio de Nariño como nuestra Cancillería...
Venezuela debe a toda velocidad iniciar un procedimiento de extradición y Colombia tendrá que entregarlo, lo cual es una desgracia para todos.
Para nosotros sería un hecho desgraciado que vuelva a intervenir en la política un factor manejado desde Washington, y me refiero al cínico Guaidó al que lo han apoyado los yanquis como a ningún otro político en ninguna época.
Cínico, ladrón y enriquecido de la noche a la mañana.
Pero para él seguramente también sería una desgracia que lo metan en chirona porque con el botín robado por él, su familia y sus compinches puede pasar varias vidas conversando con Leopoldo López en el exclusivo barrio de Salamanca, en Madrid.
¡Cínico!
Domingo Alberto Rangel