Estoy almado | La "nueva" habilidad

En unos quince años se proyecta una nueva habilidad para el futuro laboral 

29/04/2023.- Vivir de la creatividad no solía ser una opción hace treinta años. No al menos en Monagas, mi estado natal, que es cantera infinita de militantes de la vieja renta petrolera. Si estudiabas era para labrarte un futuro mejor, y para ello te obligaban a aprender una habilidad industrial, técnica o administrativa. En ese imaginario de lograr un "futuro mejor", la creatividad no era una alternativa.

En la percepción general, el valor de la creatividad está asociado al arte y a la cultura. Era un asunto de comeflores que elegían en bachillerato el camino de Humanidades y no el de Ciencias, no sin antes ser tildados de extravagantes y soñadores sin causa.

En realidad no había nada malo en ponerse creativo para decidir un futuro fuera del lote. Simplemente no se sentía como algo seguro que te garantizara llevar el pan a la mesa.

Además, para mi época de bachillerato no había muchas referencias. En el oriente del país, los niños y las niñas apenas habían oído mencionar a Juvenal Ravelo, Mateo Manaure y Jesús Soto. Estos tres eran raras excepciones que triunfaban en el exterior, mediante la creatividad como valor social. Había que admirarlos, pero nunca imitar sus espíritus creativos.

Así las cosas, buena parte de mi generación creció con la idea de que la creatividad era un accesorio social, pues el éxito estaba exento de ser creativo. Entonces, debíamos convertirnos en profesionales con énfasis en habilidades técnico-cognitivas. En unos yuppies tecnócratas a los que les gusta el casabe y el cazón.

Con ese paradigma a cuestas, seguramente en primaria, sin darnos cuenta, vivimos lo que advirtió el estudio (1974) del influyente psicólogo Ellis Paul Torrance: más del 60 % de los niños que empiezan el preescolar son genios creativos, pero después de pasar por todo el sistema educativo tradicional hasta llegar a la universidad menos del 4 % conservan el mismo potencial creativo de la niñez.

Es decir, el vetusto sistema educativo esquilma nuestra innata creatividad infantil y no importa que lleguemos así al mundo laboral. Parece que no nos hacía mucha falta para prosperar.

Pero el asunto cambió después de la encerrona mundial provocada por la pandemia. Un estudio del Fondo Económico Mundial presagia que la creatividad será una de las habilidades más demandadas después de superar la etapa de quedarse en casa a causa del coronavirus.

No es poca cosa lo que se advierte: en el futuro (dentro de unos quince años aproximadamente) la creatividad será un requisito sine qua non, algo imprescindible para trabajar y desenvolverse en un entorno cambiante y de crisis. Se trata de una nueva habilidad para el futuro.

Así las cosas, la creatividad ahora es un valor primordial para adaptarse a las nuevas realidades que se avecinan. El pronóstico no proviene solo del Fondo Económico Mundial. Así lo confirman científicos, académicos, movimientos sociales y centros de investigación.

Por ello, en muchas vacantes ahora no solo valoran el dominio del idioma inglés, sino también la "capacidad creativa" del aspirante.

Eventualmente, los adultos podemos colearnos en esta nueva tendencia, pero el foco está puesto en la nueva generación: los niños y las niñas y su naturalidad con la era digital.

Además de leer, escribir, comprender, realizar operaciones matemáticas, el relevo generacional está llamado a dotarse de mayor inteligencia emocional. A desaprender métodos convencionales del modelo educativo y abrirse a nuevos paradigmas, libres del aprendizaje ortodoxo de antaño.

Si lo vemos desde el exceso de pantallas y de hiperconectividad digital es probable que mañana los niños de hoy sean adultos con entornos laborales distintos.

De hecho, se espera que ellos sean responsables de crear nuevos trabajos que hoy no existen. De concretarse, será una etapa superior al actual llamado esnobista de reinventarse.

De momento, no importa si los niños y las niñas quieren formarse en ingeniería, medicina, derecho, astronomía, administración o construcción.

Según proyecciones a veinte años, en todas las áreas laborales se espera que la nueva generación sea más creativa, colaboradora, con pensamiento más crítico, con una alta conciencia comunitaria y, sobre todo, más solidaria y menos caritativa.

Es decir, es una generación llamada a demostrar más actitud que aptitud. De ellos se espera que sean más humanos que lo que nosotros, los adultos, hemos podido ser. ¿Será posible?

 

Manuel Palma

 


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