Memorias de un escuálido en decadencia | Dólar

El dólar hace daño y da pena y se acaba por llorar

¡Llévelo ahora y pague después! Olvídese de esa vaina. Eso era antes, cuando gobernábamos nosotros. Ahora todos nos jodimos. Nadie fía un carajo. Aquello de "haga su agosto", se lo llevó la dictadura bien lejos. Se acabó aquella frase tan bonita: "A precio de gallina flaca". Esa vaina no existe. ¿Desde cuándo no ve usted una oferta? ¿Un ofertón? ¿Un dos por uno? El dólar sube y sube y sube, y la bola se va y se va y se fue pal carajo. Uno deseando que la gente se arreche y salga a tumbar al dictador porque el dólar es como las rondas, hace daño y da pena y se acaba por llorar. Y estos carajos no protestan. Hay por ahí gente del régimen que propone una vaina que llaman la indexación, y sale un defensor a tiempo completo de la dictadura a preguntar por Twitter que le digan ¿en qué país se ha aplicado esa vaina? Y el camino es culebrero. Lo que sí es verdad es que cada región tiene un nombre, y en cada una de ellas el dólar tiene su precio diferente. Y unos dicen que son las página esas que están jodiendo, y otros que eso es mentira tuya, son los comerciantes los que nos están robando. Y salen a llamar a la calma. A solicitar que por ahora no roben, aguántense mientras salimos de este peo. Pero a la hora de robar en este país sobran los llamados y son muchos los escogidos.
 
Y llegó el embajador de Colombia y se fue a Miraflores y le puso un sombrero al dictador. Y el dictador se lo quitó diciéndole: "Me quito el sombrero ante los colombianos". Está bien la vaina. Los primeros en llegar a la frontera entre Táchira y Cúcuta fueron los compañeros de Fedecámaras. Allí salieron todos a decir que serán más de mil doscientos millones de dólares los que se meterá el país en lo que queda del año 2022, pero en el 2023, tendremos más dólares que un comprador de burros. Así dicen esos carajos. Y mientras tanto, el interino publicó un tuit criticando la llegada del embajador porque no le preguntó al dictador por un montón de vainas. Lo que no sabe el interino es que el embajador Benedetti le trajo un mensaje de la banda de los Rastrojos, que por allá lo están esperando para que les pague lo que les prometió. En fin, que ahora también perdimos un país aliado, perdimos al compañero Duque que nos tenía siempre unas coordenadas equivocadas, pero no importaba, porque estaba allí apoyándonos. También los compañeros de Estados Unidos perdieron ese aliado, porque ahora este comunista que llegó al poder les está poniendo condiciones, y Colombia era el mejor aliado que tenía el compañero Biden en América Latina, hasta en la OTAN lo metieron, por cierto, ahora América Latina se está llenando de comunistas por todas partes.
 
De paso, nosotros seguimos con esa pendejera de las elecciones de la plataforma democrática, y mientras más anunciamos esa vaina, más candidatos se inscriben. Desde Táchira salió un tal César Pérez Vivas diciendo que está dispuesto a sacrificarse por el país y que será candidato en cuanto abran las elecciones para el 2023. Y seguirán apareciendo candidatos mientras la vaina dure. Y, sin embargo, estos chavistas se la pasan haciendo elecciones todas las semanas. Han elegido todo tipo de jefes, de casa, de calle, de comunidad, y de todo lo que se le aparezca por delante. Y nosotros esperando unas elecciones para el 2023 y sin saber cuántos serán los candidatos. Uno tiene la esperanza de que el compañero Biden le diga a toda esa gente: "Me dejan la guachafita, y el candidato de Estados Unidos para esas elecciones es este". Y deje el nombre allí sobre la mesa, allí donde estaban todas las opciones, y al carajo los enfermos. Esa para nosotros es la mejor elección: que lo elija Estados Unidos y nosotros votamos tranquilitos, y arrodillados, si es posible.
 
El papá de Margot llegó con una cara de arrecho y se fue directo al cuarto, y antes de darle el coñazo a la puerta, dijo: “El dólar a 12 bolívares, están locos de bola”. Y le metió ese coñazo tan duro a la puerta que los vecinos salieron gritando: “¡Se viene el mundo abajo! Se viene el mundo abajo. ¡Auxilio!”.
 
–Vida mía, yo, te invito, a que hagamos una fiesta –me canta Margot.
 
Roberto Malaver
 
 

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