Al derecho y al revés | Bill Gates y Fernández Morán

10/05/2023.- Dejo de lado la jauría mediática, cebada de momento con el presidente Gustavo Petro, a quien el fiscal de Colombia llamó "dictador"... y aquí movieron la cola.

Tendrá sus razones el doctor Francisco Barbosa, pero prefiero esperar, ya que en ese país también hay una guerra en la información y este "dictador" acaba de organizar un aquelarre para "resolver" los problemas de mi país. Y a esa reunión que tuvo rango presidencial asistieron veinte países de Europa y América.

Dudo que esos mismos países asistieran a un foro para buscar soluciones al problema de la China y Taiwán si el convidante fuera Corea del Norte.

Dejo en paz al ciudadano Paraqueima porque con aplicar las leyes hasta en un siquiátrico puede terminar y yo ya escribí lo que me pareció obligado.

Hay cosas más serias y por ello comento una comunicación firmada por Bill Gates que me llegó vía insiders y me pareció interesante.

En ella el fundador de Microsoft señala su viaje a Kemmerer, un pueblito de Wyoming, EE. UU., con 2700 habitantes, de los cuales 100 perderán sus puestos de trabajo al cerrar una mina de carbón por requerimientos del cambio climático.

Cuenta Gates que esos puestos, y muchos más, se requerirán en la construcción de una planta de energía nuclear en la que tanto él como mucha gente —entre los que me cuento— cree desde el punto de vista de la ciencia que es una manera más limpia, eficiente y que produce menos desechos, aparte de energía más barata que cualquier otra fuente, incluyendo el petróleo.

El correo de Bill Gates me llevó al principio de la democracia puntofijista, cuando siendo niño escuché en mi casa a altos dirigentes de AD burlarse de quien llamaban "el Brujo de Pipe", remoquete para mí tan arcano como lo era y es la energía nuclear.

Con ese remoquete, en aquellos días se conocía a un venezolano que años más tarde el mundo reconoció como "sabio". Se llamaba Humberto Fernández Morán.

Al doctor Fernández Morán la humanidad le debe haber desarrollado el bisturí de diamante, que hacia los años sesenta revolucionó las operaciones quirúrgicas, y por ello obtuvo el premio John Scott, siendo el único latinoamericano en ganar ese galardón.

Luego fue propuesto para el Premio Nobel, pero rechazó la petición porque hubiera tenido que renunciar a su nacionalidad venezolana, a pesar de que en su país de origen lo trataron muy mal por haber aceptado —no era político— el ministerio de Educación a pocos días de la huida del dictador Marcos Pérez Jiménez.

Fernández Morán había contado con el visto bueno de Pérez Jiménez para comenzar la investigación de la energía nuclear en la Venezuela de los años cincuenta del siglo pasado y así logró montar el primer reactor nuclear de la América mestiza, a pesar de que nuestro país era una potencia petrolera.

No tengo nada que agradecerle al presidente Pérez Jiménez, ya que mis padres pasaron los diez años desde el derrocamiento del presidente Gallegos, hasta el 23 de enero de 1958, entre escondidos, preso mi padre y exiliados ambos.

Sin embargo, a tantas décadas de aquellos hechos de una Venezuela polarizada entre "demócratas" y "prodictadura", por honestidad debo reconocer que fue una inmensa estupidez no haber desarrollado la energía nuclear en mi país, aun cuando nos sobre el petróleo.

Ahora es tarde, pero igual deberíamos recomenzar, con menos recursos, con sanciones y estúpida polarización, a transitar el camino del átomo como fuente de energía.

Uranio tenemos, pero nos faltan universidades donde se preparen jóvenes en carreras afines a la creación de energía nuclear y técnicos para trabajar en labores que demandan más disciplina y conocimiento. Solo nos sobra la polarización.

 

Domingo Alberto Rangel


Noticias Relacionadas