Horizonte de sucesos | Realidad singular

La realidad pierde solidez cuando nos adentramos en los elementos que la componen

14/05/2023.- Generalmente nos sentimos seguros cuando caemos en cuenta de que la realidad es algo tan sólido a nivel físico como el pensamiento que la sostiene. Si alguien nos hace dudar de eso, apelamos al argumento recurrente: tocamos un objeto sólido (sí, también hay objetos intangibles) y demostramos a través de su dureza que es real y ese rasgo le da un matiz de certeza.

Pero, ¿y si empezamos a cuestionar que esa certeza es más sostenida por otra cosa antes que por su estado físico? ¿Qué hay si esa solidez es solo válida para esta dimensión en la que participamos? Y no digo vivir porque no sabemos si estamos en el reverso de la existencia.

Si tratamos de responder estas preguntas, es posible que sobrevenga una angustia innecesaria, porque igual no podemos hacer nada si estamos ante una gran verdad o una gran mentira. Entonces es mejor que sigamos viviendo como si nada, como si tuviéramos lo necesario para seguir el viaje.

En Horizonte de sucesos —nombre derivado de la grieta en el espacio-tiempo producto de la gravedad, llamada también agujero negro—, he referido que este lugar infinito demarca lo existente entre lo conocido y eso otro a lo que no tenemos acceso. Lo envuelto en esa superficie cerrada y limitada por el horizonte de sucesos se llama singularidad.

Es curioso que esa zona del espacio-tiempo donde no se puede definir ninguna magnitud física se llame de tal manera. Es como si esa cualidad de lo particular quedara en manos del observador. Vale preguntarse si la verdad que hay allí adentro es general o particular.

La relatividad del tiempo propuesta en las ecuaciones de Einstein parte también de otras interrogantes. Dicen que el físico empezó preguntándose "cómo se vería un rayo de luz si pudieras mirarlo desde el frente". Eso implicaría viajar más rápido que la luz para poder mirarlo, porque de otro modo nos alcanzaría y lo que veríamos sería la luz y no la cara del rayo de luz. Es difícil imaginar cómo sería percibido por nuestros sentidos.

Digo todo esto para tratar de soportar la idea de que lo que conocemos como verdades de la física —el espacio-tiempo— no son tan constantes como creemos, que tienen propiedades elásticas y que finalmente todo está imbricado, también, con la realidad y el pensamiento que la piensa.

 

Heathcliff Cedeño


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