Cine para llevar | 50 años sin Arturo de Córdova

Arturo de Córdova fue un actor que con su voz proyectaba emociones 

19/05/2023.- Arturo de Córdova es su voz. El actor ícono de la llamada Época de Oro del Cine Mexicano es muy fácil de reconocer por su forma de hablar y el tono en que lo hace. Aunque falleció en 1973, sigue vivo en su filmografía. Algunos actores, más allá de tener talento para ejercer su oficio, también poseen la inteligencia para elegir sus proyectos. Esto les permite tener una carrera armoniosa, llena de aciertos. Arturo de Córdova, además de ser un histrión impecable, tuvo la inteligencia de elegir muy bien sus películas y, seguramente, por eso, si buscas en su filmografía será muy difícil encontrar alguna que no sea memorable.

Cada cinta de Arturo de Córdova parece ser un homenaje directo o indirecto a su talento, su carisma, su personalidad y capacidad interpretativa.

¿Por qué nos tiene que importar un actor que tiene más de cuarenta años muerto? Porque los verdaderos talentos traspasan la barrera del tiempo.

Nacido en 1908, el 8 de mayo, comenzó a destacar en su carrera durante los años cuarenta. Su desempeño tuvo un gran impacto en el cine latinoamericano de principios del siglo pasado. Oriundo de México, Yucatán, el joven que todavía no soñaba con ser actor vivió hasta los doce años en Estados Unidos. También tuvo residencia en Argentina y estudió idiomas en Suiza. Quizás todo eso lo ayudó a pulir su capacidad histriónica. Esto y el alto nivel cultural que poseía según sus allegados, y que también puede verse reflejado en todas las producciones en las que participó.

Aunque sus películas más relevantes al inicio de su carrera las hizo en los años cuarenta, comenzó a hacer cine en 1937 con una película mexicana llamada Celos. En esta comparte créditos con Fernando y Andrés Soler. Entre sus mejores largometrajes de esa época se encuentra una versión de El conde de Montecristo (1942), dirigida por Roberto Gavaldón.

En esta década rodó también en Estados Unidos compartiendo reparto con Gary Cooper e Ingrid Bergman en Por quién doblan las campanas (1943). En Argentina filmó Dios se lo pague (1947), una película que en la actualidad permanece vigente, ya que cuenta una historia sobre las dinámicas que todavía siguen siendo parte de la vida en cualquier sociedad.

Esto último es un elemento fundamental de las cintas de Arturo de Córdova: son atemporales, cuentan historias con alma, con las que cualquiera puede identificarse. Además, poseen una característica que probablemente en esta época se haya perdido en alguna medida: muestran la complejidad de los personajes. Ninguno es plano o superficial.

Cintas como En la palma de tu mano (1950), dirigida por Roberto Gavaldón, o Él (1952) de Luis Buñuel muestran conflictos que podrían ser representados en esta época, pero desde una perspectiva reflexiva y, en algunos casos, filosófica.

La selva de fuego (1945), dirigida por Fernando de Fuentes y donde comparte protagonismo con Dolores del Río, es otra película sobre la naturaleza humana y las consecuencias de su descontrol. Su última aventura (1946) es una comedia que inspira las mejores emociones. De igual modo, Algo flota en el agua (1947), La diosa arrodillada (1947), donde comparte créditos con María Félix, Un extraño en la escalera (1954), donde actuó junto a Silvia Pinal e Isla para dos (1958) son largometrajes que no tienen desperdicio.

Arturo de Córdova fue un actor que con su voz proyectaba las emociones de sus personajes. Su elegancia y porte de galán le dieron la imagen que lo ayudó a ser protagonista durante toda su carrera y su talento le brindó la inmortalidad.

 

Luisa Ugueto Liendo

@cluisaugueto


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