Punto y seguimos | La derecha y su robo del futuro

¿Es nuestro y lo hacen los pueblos?

30/05/2023.- La alegre rebeldía y la lucha por el mejor futuro posible son emblemas de la izquierda. La defensa de los marginados, las mayorías y todo aquel oprimido de cualquier parte del mundo se pensaba en clave zurda. La derecha era, por definición, lo contrario, el eje de defensa de la libertad individual, la propiedad privada y los privilegios de unas minorías. También, ciertas luchas como el feminismo, el derecho al libre tránsito, los derechos sexuales o el ecologismo siempre se asociaron a la izquierda, toda vez que el sistema capitalista defendido por los libertarios afectaba particularmente a estos sectores más desvalidos.

En las dos últimas décadas, hemos asistido a un fenómeno particular, el de la apropiación por parte de un sector de la derecha de las banderas históricas de la izquierda, enarboladas de una retorcida manera que se ha impuesto peligrosamente como un nuevo sentido común. Mientras las izquierdas fueron "moderando" sus discursos y acciones a fin de conservar el poder que alcanzaron a principios del siglo XXI (al menos en América Latina) y que vieron amenazado por un resurgir liberal a partir del año 2013, un sector libertario se atrevió a plantarse e imponer su ideología en espacios antes impensados.

Los progresismos se fueron tornando cada vez más "políticamente correctos", como plantea el periodista argentino Pablo Stefanoni, mientras cierta derecha libertaria se atrevió a hablar de género, xenofobia, autoritarismo, antiigualitarismo e incluso a discutir estos temas con la izquierda, sin miedo alguno a expresar su ideología, y, sobre todo, generando referentes en las formas actuales de consumo comunicacional. Así, han posicionado a influencers y figuras mediáticas que se abrogan la esperanza del futuro, en tanto la izquierda se pierde tratando de defender y mantener las estructuras (Estado) a las que logró acceder, esas mismas que prometía demoler y superar. Esto nos explica, por ejemplo, el éxito de figuras como Nayib Bukele de El Salvador, quien, a pesar de sus políticas claramente antiderechos humanos, se adueña del discurso de la defensa de la vida y tranquilidad del pueblo, apelando al castigo de "los malos" con el aplauso de gran parte de la población dentro y fuera de sus fronteras.

Así las cosas, el optimismo por el porvenir parece haber pasado a manos fascistas, ante la impasibilidad de una izquierda congelada, negada al debate, fragmentada y temerosa de perder sus espacios institucionales; que se deja avasallar en los nuevos terrenos donde se disputa nada más y nada menos que la interpretación del mundo, a riesgo no solo de perder la oportunidad de ofrecer una salida a la crisis existencial del sistema, sino de sentenciar a muerte a sus propias banderas históricas de lucha; robadas y usadas en su contra de manera aviesa y premeditada por el mejor adaptado capitalismo y sus servidores.

 

Mariel Carrillo García


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