Tinte polisémico | Inteligencia artificial y singularidad

02/06/2023.- Los términos Inteligencia Artificial (IA) tienen sus orígenes por el año de 1955. Cuando John McCarthy y otros en 1956 organizaron una conferencia denominada: “Dormouth Summer Research Project on Artificial Intelligence” y en este encuentro se dio lugar a la creación del aprendizaje automático, el aprendizaje profundo, el análisis predictivo y ahora el análisis prescriptivo.

En el contexto de las ciencias de la computación, la IA es una disciplina y un conjunto de capacidades cognitivas e intelectuales, expresadas por sistemas informáticos o combinaciones de algoritmos cuyo propósito es la creación de máquinas que imiten la inteligencia humana para realizar tareas, y que pueden mejorar conforme recopilan y procesan información.

La Comisión Mundial de Ética del Conocimiento y la Tecnología (Comest) de la Unesco definió la IA como un campo que implica máquinas capaces de emular determinadas funcionalidades de la inteligencia humana, incluidas características como la percepción, el aprendizaje, el razonamiento, la resolución de problemas, la interacción lingüística e incluso la creación de trabajos creativos.

La arquitectura de la IA y los procesos por los cuales aprende, se mejoran y se implementan en áreas de interés, desde sencillos algoritmos hasta la interconexión de complejas redes neuronales artificiales, que intentan replicar circuitos neuronales del cerebro humano, que a su vez asimilan y comprenden del aprendizaje automático, por refuerzo y profundo o supervisado. Así la IA, sintetiza y automatiza ámbitos que en principio son intelectuales y, por lo tanto, es potencialmente relevante para cualquier área de las distintas actividades humanas.     

Son innumerables los campos en los cuales se aplica la IA. Se incluyen: procesos de automatización, aprendizaje, asistencia y diagnóstico médico, detección de fraudes, procesamiento de datos, contabilidad, facturación, predicción de tendencias de mercados, mejora de la eficiencia en los mercados financieros, ciberseguridad, reconocimiento de voz, juego de ajedrez, demostración de teoremas matemáticos, escritura de poesía y ensayos, etc.

La IA puede clasificarse en: Débil (Artificial Narrow Intelligence) cuya aplicación ocurre en los trabajos de tipo repetitivos, realizan una sola tarea, teléfonos inteligentes, programas de ajedrez, mapas con GPS, programas de música, entre otros; no toman decisiones por su cuenta. Fuerte (Artificial General Intelligence) ocurre cuando una máquina adquiere capacidades cognitivas al nivel humano, puede realizar cualquier tarea intelectual que ejecuta una persona, podrían en este aparte ubicarse los denominados sistemas expertos. Super (Artificial Super Intelligence), conocida como inteligencia sintética, supera la inteligencia humana.
 

Esta última categoría de inteligencia, se asimila con la aparición de una singularidad tecnológica, es decir, una entidad tecnológica superior que se mejoraría a sí misma constantemente, volviéndose incontrolable para los seres humanos. Se vislumbran de esta forma escenarios que transitan las fronteras de la ciencia ficción. Pero ya a finales de 2022 el Chat GPT, que se basa en IA, puede responder preguntas o generar textos a la medida de los requerimientos de sus usuarios.

En todo caso es una realidad y un reto el tema de la IA para el Sur Global, dado el avance exponencial de las tecnologías de la información y las comunicaciones en consideración de la brecha digital, la tendencia y metas de los Gobiernos en orientarse a la digitalización. Solo con criterios basados en la pertinencia y la ética bajo la consideración de los principios contenidos en los relatos de Isaac Asimow, conocidos como las “Tres leyes de la robótica”, contribuiremos a la sustentabilidad y la sostenibilidad del planeta y de la vida.


Héctor E. Aponte Díaz

tintepolisemicohead@gmail.com
       
    


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