Crónicas y delirios | Caleidoscopio de anécdotas

09/06/2023.- Hoy reiteramos nuestra costumbre de publicar anécdotas hilarantes o ejemplarizantes de personajes famosos o conocidos, bajo el criterio de que ellas inducen casi siempre a reflexiones de vida y trascendencia. Oído a ese tambor, amigos lectores.

En la famosa novela Rebelión en la granja, publicada en el año 1945 por George Orwell, socialista antitotalitario, el autor efectúa una paródica crítica a los regímenes absolutos, imaginando que el cerdo Napoleón, a nombre de los animales, toma el poder en esa propiedad rural y escribe sobre una pared sus siete mandamientos:

  1. Todo lo que camina sobre dos pies es un enemigo.
  2. Todo lo que camina sobre cuatro patas, nade o tenga alas es amigo.
  3. Ningún animal usará ropa.
  4. Ningún animal dormirá en una cama.
  5. Ningún animal beberá alcohol.
  6. Ningún animal matará a otro animal.
  7. Todos los animales son iguales.

Al final de la novela, el único mandamiento que permanece es el último, aunque modificado: todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros.

Ello viene a cuento porque a raíz de la publicación de la novela, se prohibió en Francia ponerle el nombre de Napoleón a un cerdo; lo cual, según entendemos, todavía permanece insólitamente en vigencia.

A propósito de Napoleón Bonaparte, leemos que sus padres y familiares lo llamaban por el extraño apodo de Nabulio; que sufría de una fobia muy rara denominada ailurofobia, o sea, miedo a los gatos, y que se vanagloriaba de ganar siempre en ajedrez (aunque perdió con "El Turco", robot ajedrecista de mentira, pues dentro escondía a un experto maestro en ese juego, lo cual nunca supo Bonaparte). Además, se dice que Napoleón tuvo influencia hasta en el área de la publicidad, por ser quien concibió la frase: "Una imagen vale más que mil palabras".

Cuando Bill Clinton era presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, resolvió trasladarse junto con su esposa Hillary para conocer el suburbio de Park Ridge en Chicago, EE. UU., donde ella creció.

Ambos iban de incógnitos. Bill manejaba un automóvil particular y, muy cerca del destino final, se detuvieron en una estación de gasolina para llenar el tanque del vehículo, suscitándose el siguiente diálogo:

—Ese hombre que nos atiende —le comentó Hillary a Clinton— fue mi novio cuando yo vivía aquí.

—¡Entonces hoy serías esposa del empleado de una gasolinera! —apuntó Clinton de manera socarrona.

—Te equivocas, Bill, él sería Presidente de la República —le respondió Hillary.

Teresita Tagliapietra Carreño, hija de Teresa Carreño, fue condenada a muerte en la Primera Guerra Mundial. Ocurrió que la joven Teresita, nacida en Nueva York y también pianista, llevaba a cabo sus primeros conciertos y giras por Europa en compañía de su afamada madre, pero en 1914 se inició la guerra, y, aunque ello determinó algunas limitaciones, ambas prosiguieron recorriendo naciones.

En uno de los itinerarios, el barco francés donde se trasladaba Teresita rumbo a Marruecos fue atacado por naves de guerra alemanas al hacer escala en Argelia (para la época, colonia francesa). Durante esa circunstancia, Teresita fue vista hablando con un alemán en su mismo idioma, lo cual llamó la atención de las autoridades locales que decidieron apresarla bajo el cargo de espionaje, luego de verificar en su pasaporte múltiples entradas a Alemania, así como cartas y papeles bancarios de ese país.

Enseguida se le abrió un juicio sumario y la condenaron a muerte. Tres largos meses pasó Teresita Tagliapietra Carreño en espera del paredón de fusilamiento, mientras que sus familiares realizaban urgentes diligencias para demostrar que había nacido en Nueva York y poseía la nacionalidad norteamericana.

El 14 de diciembre de 1914, Teresita recibió los últimos sacramentos de un sacerdote, pero tres horas antes de enfrentar el paredón llegó la nota del gobierno francés conmutándole la pena. ¡Casi un milagro!

Pablo Neruda y Federico García Lorca fueron a un pueblo de España para dar un recital, pero en la estación del tren nadie los recibió. Cuando llegaron al recinto del acto, los organizadores se excusaron: "No los reconocimos porque esperábamos que estuviesen vestidos como poetas". De inmediato, García Lorca contestó: "¡Es que somos de la poesía secreta!".

Mi padre me hablaba sobre el terror que en Venezuela impuso la férula del general Juan Vicente Gómez, quien rigió el país por espacio de 27 años. Mínima y hasta jocosa prueba de ello fue el resultado del telegrama que le envió Gómez al gobernador del estado Bolívar: "Agradézcole enviarme 1 o 2 monos. Fines: zoológico Maracay que adelanto".

A los pocos días, el citado gobernador, confundiendo la letra "o" con el número que debía enviar, le telegrafió a Gómez: "General, ya tengo 98 monos recolectados, los otros cuatro se los mando la próxima semana".

Alejandro Labay era hijo natural de Alejandro Dumas y la costurera Marie Catherine Labay. Como carecía de los medios indispensables para sus estudios, recurrió al escritor:

—Padre, deploro lo que voy a pedirte: necesito que me des un peculio para terminar de educarme.

Alejandro Dumas se le quedó mirando y luego respondió:

—No, hijo, te voy a dar algo mejor: mi apellido.

E inmediatamente acudieron a un notario para los trámites en cuestión.

Alejandro Dumas Hijo resultó también un notable escritor, con doce novelas (entre ellas La dama de las camelias) y varias obras teatrales. Y como siempre algo queda de los tropiezos humanos, para él fueron temas recurrentes el propósito moral de la literatura y el caso de los hijos naturales.

 

Igor Delgado Senior


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