Entorno global | Unidad frente a la diversidad latinoamericana

13/06/2023.- El conflicto centroamericano, la guerrilla en Colombia, el intervencionismo y los golpes de Estado en Bolivia, Ecuador, Brasil, Venezuela y demás países latinoamericanos y caribeños han ratificado en el ideario político que América Latina y el Caribe son y deben ser zonas de paz.

La paz es la garantía de desarrollo, crecimiento y elemento sustancial de la integración regional. Es un principio y valor común de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y tal como se acordó en la Declaración de la II Cumbre de la Habana de la Celac 2014 es un

compromiso de los pueblos de América Latina y el Caribe fomentar las relaciones de amistad y de cooperación entre sí y con otras naciones, independientemente de las diferencias existentes entre sus sistemas políticos, económicos y sociales o sus niveles de desarrollo; de practicar la tolerancia y convivir en paz como buenos vecinos.

Por eso, guiados por los principios y normas del derecho internacional, este momento exige la voluntad y determinación de los Estados latinoamericanos y caribeños a fortalecer la región y sus instituciones.

Los cambios en el sistema internacional están ocurriendo a un ritmo acelerado. Un importante ejemplo es el Medio Oriente, donde gracias al Consejo de Cooperación del Golfo y la Liga Árabe, el restablecimiento del diálogo y cese de conflictos entre naciones tradicionalmente antagónicas han sido trabajos progresivos basados en la confianza y coordinación de una visión común. En la última sesión de la 32a Cumbre de la Liga se han planteado:

  • Detener la injerencia extranjera, dado que los conflictos armados internos no darán como resultado la victoria de ninguna de las partes, sino que exacerbarán el sufrimiento de los pueblos, destruirán los logros e impedirán el progreso.
  • El desarrollo sostenible, la seguridad, la estabilidad y la paz como derechos inherentes a todos los ciudadanos árabes.
  • La necesidad de crear visiones y planes basados en invertir recursos y oportunidades, abordar desafíos al desarrollo y activar capacidades disponibles a través de la tecnología que permitan un renacimiento industrial de la región.

Estos elementos de la Declaración de la Liga Árabe son muy pertinentes, porque a la luz de los esfuerzos de Brasil en la Cumbre de Mandatarios por la Integración Latinoamericana, plasmados en el Consenso de Brasilia (mayo de 2023), se ratifica que Suramérica es una región de paz, que la integración regional es parte de las soluciones para afrontar los desafíos compartidos y, por ende, constituye un paso relevante para rescatar la voz latinoamericana y de sus instituciones.

Por lo que, en un contexto donde Suramérica posee cada día más una nueva configuración política favorable al fortalecimiento de la identidad latinoamericana, mayores deben ser los esfuerzos y voluntad para avanzar frente a las adversidades y diversidad propias de nuestros pueblos. Hay que superar la ideologización extrema para alcanzar consensos ante las agresiones que existen y persistirán contra la región. El expresidente Trump de EE. UU. lo señalaba ayer: "Cuando me fui, Venezuela estaba a punto de colapsar. Nos hubiéramos apoderado de ella, nos hubiéramos quedado con todo ese petróleo". Esta es una más de las declaraciones donde ratifican todas las agresiones que no solamente han realizado contra el pueblo venezolano, sino contra Latinoamérica plena.

Por eso, frente a la confrontación que arreciará en la región dados los escenarios electorales en EE. UU. y los múltiples retos globales y regionales en un contexto de crisis climática, amenazas a la paz y seguridad internacional, la región, con todo su potencial, debe garantizar la unidad respetando la diversidad en esta nueva geopolítica mundial.

 

Orelys Castillo


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