Psicosoma | Sonccollay: corazón mío

20/06/2023.- Todos los días al despertar celebramos la vida y quizás hasta un nuevo renacer, pero, muchas veces con las órdenes de la llamada mente positiva, somos arrastrados a formar parte de esas "caritas felices" tan populares que significan "todo está bien". Casi nadie se muestra transparente y espontáneo, pues "la procesión va por dentro". Y cómo cuesta en una clínica la catarsis, el sacar emociones contradictorias "a cucharaditas": miedos, frustraciones, traumas desconocidos que son parte de la dinámica autoperceptiva en familia.

A propósito del Día del Padre, para unos es un truco comercial, frustrante, festivo; a otros, les resulta un día más o, como dicen muchos jóvenes, "es solo un número", el tercer domingo de junio. Eso es también cierto, pero existen memorias y registros personales en las dinámicas familiares, percepciones de los hijos e hijas que difieren en torno a sus progenitores —un punto crucial es el lugar que ocupan cuando hay hermanos y/o hermanas o si son hijos únicos o adoptados—, situaciones internas, de crecimiento psicoemocional en los primeros siete años, identidad, seguridad, autonomía, y esto sin tocar de fondo los estados prenatales, peri y paranatales en conexión con los momentos sociohistóricos de nuestro tránsito, con las múltiples variables y dimensiones que también pasaron o repasaron nuestros padres y madres.

Hay demasiados puntos sueltos, deshilvanados o enredos como árboles neuronales que nos sorprenderán en mutaciones y mudanzas al estar viviendo o muriendo.

Maravillosa existencia de incertidumbres que nos hacen más humanos y compasivos —porque el dolor físico y psíquico es parte de nuestra conformación—, que nos ayudan a ser resilientes y empáticos con nosotros mismo al escucharnos o hibernar con todas las dimensiones y barajar las memorias de cada parte del alma corporal que nos remueven incógnitas...

Los prejuicios para la atención mental ahora son menos. En las épocas de las abuelas no existían, pero, con las chamanas, la comunidad practicaba ritos de sanación con "musicoterapia" y brebajes sacros que aún se mantienen.

Nuestras ancestras rendían honores a la invisibilidad y respeto a las fuerzas cósmicas, al padre Inti. Por cierto, todo este mes está dedicado al nuevo año inca del calendario lunar, con el acto central del solsticio de invierno en el Cono Sur —intiwatana—, con acciones de munay, kuyakuykim, de amor y fertilidad a Pachamana, Ccolla y las ñustas, hijas del sol.

Estas fiestas religiosas se realizan todos los años y siempre son sentidas como la primera vez, con el movimiento gravitacional conectado al cielo, Wiracocha, Hanan Pacha y hermanadas las comunidades. Bajo el ojo occidental son fiestas paganas "turísticas" y no comprenden que estamos sanando, en unión a cantos y rituales, los cuerpos y almas que se encuentran, porque los restos fracturados, desaparecidos, "avisan" al remover cuerpos y energías.

El tratamiento debería incluir hacer sentir al paciente que cada encuentro es como la primera vez. Y no solo el pago por el tiempo, se trata de unir almas rotas de padres e hijos y que cada uno salga de su cueva y corte el círculo perverso de poder hacia la sumisión verbal y accionar de la idea de que "los machos nunca lloran y menos demuestran afecto".

Los hombres muy poco van a terapia de pareja y repiten casi en coro: "Yo le doy todo a mi mujer, doctora, y no sé qué quiere" y ese todo es solo resolver lo económico, como hacían sus padres. Otros, nunca aparecían o nunca los conocieron. No demostraron amor a su prole, pues era tabú besar a los hijos, y vivían con sus escudos de ogros calladitos. Pero resultan ser los seres más tiernos. Ellos "son las mejores madres".

 

Rosa Anca


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