Memorias de un escuálido en decadencia | 14

29/06/2023.- ¡Listos! ¡Partida! Son catorce los candidatos que están inscritos en las primarias de nuestra respetada y siempre querida y admirada oposición venezolana. ¡Catorce! Una demostración más de lo democrático que somos nosotros que nos queremos tanto. Hay para todos los gustos. En cambio la dictadura tiene un solo candidato. El dictador que tenemos hoy quiere repetir. Y aquí estamos nosotros, dándole una clase de democracia al país y a la pelotica del mundo. Eso es democracia. 14 candidatos y cada uno mejor que el otro. Además, Manuel –Monómeros– Rosales no se inscribió y eso le pone más inteligencia y honestidad a la lista de los listos. No se inscribió Monómeros Rosales, pero puso a alguien ahí a guardarle el cupo. Es decir, está preinscrito. Como en aquellos tiempos nuestros cuando no había cupo en ninguna universidad, incluso en la Avenida Universidad tampoco había cupo. Y había que crear aquella figura de los preinscritos para que la democracia nos recordara siempre como adelantados a toda crisis. ¡Qué lección le estamos dando al mundo! Catorce hombres y mujeres sacrificándose por el país en plena dictadura. Exponiendo sus vidas por salvarnos. Eso se ve pocas veces. Y esta es una de ellas.

Y para mayor orgullo nuestro, el viernes se celebra la tercera vuelta de las elecciones para elegir al rector de la UCV. La gente dice que es la segunda vuelta, pero se olvidan de que nosotros metimos la pata hasta la pared del frente y hasta más allá de donde dice "No pise la grama", y tuvimos que repetir, como en toda casa de estudios, las elecciones, porque aquello fue un bochorno, una vergüenza, una cagada, para decirlo en el lenguaje del diputado Pedro Vuitton. Y allí tenemos dos candidatos. Uno que representa a la rectora García Arocha y otro que no la representa, pero es igual. Lo importante es que los dos son nuestros. Están ahí para salvar la UCV de nosotros mismos que la hemos llevado al estado académico en que está. Es cierto que la dictadura le ha puesto cariño y belleza a la casa que vence la sombra, pero también es cierto, y eso hay que decirlo con la mano adentro del corazón, los que tenemos corazón, porque hay algunos que ya no tienen, para decir que la compañera García Arocha la puso hasta más allá de más nunca. ¡Carajo, no hay derecho! Pero en fin, ahí van nuestros dos ligaditos, comprometidos con la democracia, que nunca defendieron mientras estuvieron al lado de García Arocha, pero que ahora están dispuestos a seguir su legado y todo lo que pida la compañera de cantos y graduaciones.

Y mientras nosotros estamos luchando por salvar al país de la dictadura, el dictador entregaba unos premios nacionales de periodismo diciendo que había que criticar, señalar y decir quiénes son los que están robando, los que no están haciendo nada, los burócratas, así decía el dictador. Y allí premiaron a dos viceministros que ni mi general Pérez Jiménez en sus tiempos, pero así son las dictaduras, hacen lo que les plazca y la noticia son ellos. El periodismo nuestro, que ha sido perseguido y encarcelado por informar, no fue tomado en cuenta. Esos periodistas y medios, que hemos venido pagando nosotros para que le caigan encima a la dictadura, ya están cansados de hacer su trabajo, pero no se han cansado de cobrar. Están aquí y están afuera como corresponsales, y da gusto ver cómo les encanta crear fake news, pero eso no se premia, si hubiesen premiado las fake news, todos nuestros periodistas estarían con sus premios tomándose selfies con nuestros cómplices. Pero ya vendrá ese tiempo, dame tiempo para amar.

El papá de Margot llegó en silencio. Pasó al lado de nosotros y fue directo a la sala. Tomó asiento y vio el techo del apartamento, y al ratico pegó un grito: “¿Por qué tantos, carajo?”. Margot y yo nos vimos las caras y esperamos para ver qué continuaba. Pero siguió en silencio. Se puso de pie y fue al cuarto y volvió a gritar: “¿Por qué tantos, carajo?”. Y agarró la puerta y antes de meterle su coñazo, dijo: “Nos vamos a joder otra vez con esas primarias”. Y se escuchó aquel golpe tan duro, que la vecina salió gritando: “Ganó tu candidato, muérgano”.

—Estoy en el rincón de una cantina –me canta Margot.

 

 


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