Al derecho y al revés | Gabriel Boric no podía ganar

 No se le deben pedir peras al olmo

Confieso que no seguí el desarrollo del plebiscito que acaba de perder el Gobierno chileno, aun cuando a una pregunta que me hicieron antes del domingo contesté que quizás podía ganar el presidente Boric.

En aquella larga conversación con un periodista radicado en México, donde el tema no era Chile, también aclaré que para un venezolano esa elección no podía ser “vital” o siquiera “importante”.

Los hechos me corrigieron con el resultado, pero me dan la razón en cuanto a la incapacidad política de Gabriel Boric, que también esbocé en aquella entrevista.

Característica que, por cierto, Boric comparte, sin que esto sea excusa, con otros políticos de su generación en casi todo el mundo y que en Venezuela tiene como máximos exponentes al grupete del llamado “interinato”.

Si el Gobierno chileno dependía del resultado de esa elección, era de irresponsable dedicar gran parte del tiempo del presidente Boric a pasearse por cuanta reunión internacional se atravesara. ¡Para nada!, porque en ninguno de esos foros con que el presidente chileno llenó su agenda de este año, pudo exponer alguna idea interesante o siquiera desnudar a la jauría mediática que se dedicó a crucificar su gobierno.

Boric viajó a la insulsa Cumbre de las Américas, donde lo resaltante para el chileno, según los medios, fue entrevistarse y salir a comer con el primer ministro canadiense, quien –como el chileno– es gay, pero esa condición no constituye ni una política y ni siquiera su delegación defendió en Los Ángeles el derecho de la comunidad homosexual a formar pareja.

En la toma de posesión de Petro, el presidente chileno una vez más dio muestras de su escasa formación política y pasó sin pena ni gloria.

Y así Boric gastó el tiempo mientras su reforma constitucional quedó en manos de gente muy radical, incapaz de ver las posibilidades de lograr un cambio o siquiera de responderles a los abusivos medios privados chilenos, quienes acusaban a diario al gobierno de Boric por ser, supuestamente, “comunista y querer acabar con la Constitución de Pinochet, que permitió a Chile enriquecerse”.

Sobre el tema, salvo catástrofe, no acostumbro invadir los problemas de otros países, pero es insólito que en Venezuela, país cuyos medios ven muchos emigrados con doble nacionalidad, que votaron contra la reforma, la gente de Boric haya sido incapaz de exponer en nuestra TV algunos puntos a favor de la reforma ahora fallida.

Por ejemplo, han podido recordar que la Constitución de Pinochet lleva 39 cambios sin que nadie acuse a los gobiernos que los promovieron de querer acabar con el legado del dictador o ser “comunistas”.

O que la Constitución chilena, en su forma actual, requiere reformas con las que la mayoría estaría de acuerdo, por ejemplo, el sistema de enseñanza que mantiene en la esclavitud de la ignorancia a quien no puede sufragar los gastos de la educación universitaria que en Chile es carísima.

Pero en vez de negociar una reforma para mejor, se dejaron chantajear por los grupos más radicales que introdujeron temas donde no había consenso como el de los indígenas, pero eso no es realmente asunto nuestro y menos cuando uno sabe que el Cono Sur nunca se sintió hispanoamericano o sudaca, sino europeo, con ciudadanos que nacieron muy al sur.

Por lo pronto han declarado varios expresidentes e incluso empresarios que aceptan desde la derecha la propuesta de reorganizar el proceso constituyente para impulsar unas reformas que ya no le pertenecerán a Boric, sino a otro(a) líder con más sustancia.

Será materia de la generación de jóvenes chilenos buscar un liderato verdadero, que obviamente no es Boric, quien no podía ganar este lance.

No se le deben pedir peras al olmo.

 

 

 

 


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