Al derecho y al revés | Lo que no se debe olvidar de la inhabilitada

05/07/2023.- Esta semana quería compartir con los lectores de Ciudad Caracas cómo el extremismo politiquero saboteó, dejando de invitar, una reunión con quien considero el venezolano más importante de la actualidad: Arturo Sosa, prepósito general de los jesuitas en el mundo. Cargo que es vitalicio.

Resumiendo, dejo constancia de que en el salón de actos del San Ignacio, cuyo aforo es para seiscientas personas, apenas cien —entre los cuales no vi obispos— pudimos darnos el lujo de ver en vivo cómo Arturo capoteó a dos de los periodistas más opositores de los medios privados como son Macky Arenas y Román Lozinski.

Ojo: lo mismo habría sucedido con entrevistadores chavistas, si estos intentaran manipular la conversación para caer en el plano político, dejando de lado lo religioso.

Arturo, a las provocaciones, contestó "por lo alto", recalcando que en la Iglesia no hay facciones. Dijo que si con un papa puede haber problemas, con dos habrá muchos más. Ignoro si lo planteó refiriéndose a un cisma que —se ve— intentan impulsar desde países del norte o a que Benedicto XVI también es papa.

Cuando Lozinski intentó averiguar cuál era el plan que Arturo propuso a los jesuitas para que lo eligieran general, respondió que "ninguno".

Con lo cual el buen entendedor comprendió lo que Arturo le quiso corregir al periodista y su tonta pregunta: la Iglesia no es un partido político y por eso tiene dos mil años.

Quise dedicar esta columna al mensaje esperanzador, lleno de llamados al perdón para que pueda haber justicia y de la experiencia que vivió Arturo Sosa al recorrer el país visitando los establecimientos jesuitas en Venezuela —que son muchos—, de la cual quedó que por allí no vio "caras largas", sino gente joven trabajando y deseosa de progresar, porque "esto algún día pasará".

Sin embargo, a veces Dios propone, pero al diablo y sus mentiras toca rebatir, y a pesar de que prometí no volver a mencionar a María Corina Machado —en adelante Mari Cori, como me sugiere mi coach—, esta vez a postas caigo en sus redes de interés y escribo sobre su inhabilitación, que considero justa, aunque la han debido comunicar hace una década.

Mari Cori es la más peligrosa pieza del plan general yanqui para despedazar esta nación, mucho más que cualquiera de los otros candidatos que han perdido elecciones, contra Hugo Chávez, primero, y contra Nicolás Maduro, después.

Para Mari Cori, la noción de patria no parece existir y lo poco que ha revelado de sus planes, si llegare a presidenta, no pasan de vender lo poco que les queda a los gobiernos venezolanos: el petróleo.

Bien: el problema estriba en que, en ese hipotético caso, la niña pasaría seguramente a estar ya no entre las personas más ricas del país, sino del mundo, lo que obviamente no merece, y, lo peor, que dejaría desguarnecidos a los venezolanos más pobres, que son muchos.

El problema estriba en que los otros candidatos del llamado G4 —el que realmente manda en las primarias— no se atreven a denunciar los planes que la potencia del norte tiene a mediano plazo para Venezuela.

Planes que tienen como yegua de Troya a Mari Cori, la única candidata dispuesta a hacer lo que desde el norte le dicten, desde ir a primarias y a elecciones el 2024, si conviene, o promover disturbios disfrazada de Juana de Arco.

Por fortuna, Mari Cori hasta ahora solo cuenta con un buen equipo mediático, pues la pobre realidad de su organización se vio cuando se inscribió para las primarias.

En esa oportunidad, en la ciudad de Caracas a Mari Cori no la acompañaron ni mil personas en una ciudad de varios millones de habitantes.

Peor, los acompañantes de Enrique Capriles y del candidato adeco Prosperi emparejaron a los de Mari Cori y es difícil decir quién llevó mayor cantidad de gente.

Bien, ahora se sabe lo que ella y toda la gente informada conocía desde hace añales: que Mari Cori estaba inhabilitada.

Solo le queda la violencia en un país deseoso de paz, de que se desmonten las sanciones unilaterales e ilegales por parte de EE. UU. contra nosotros, y de seguir adelante.

Precisamente, la paz es lo que Mari Cori no puede apoyar sobre la base de su pasado golpista y guarimbero, lleno de eventos donde azuzó jóvenes a que cerraran ilegalmente autopistas —sin dejar pasar siquiera ambulancias—, quemar vivos seres humanos, llamar a una abstención violenta y apoyar el robo de Citgo y del oro venezolano.

Personas que a la larga dejó solas en sus tragedias, porque algunos de estos violentos terminaron presos y de ellos no se ocupa la niña.

Pero ya la mencioné demasiado, que es lo que ella quiere, siguiendo aquel consejo: "Que hablen bien o mal de ti, pero que hablen".

Que Dios me perdone esta.

 

Domingo Alberto Rangel


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